jueves, 27 de julio de 2017

Meditación y delirio con Miguel de Molinos y 13 aforismos de antaño.

EXPLICA Miguel de Molinos, con suma claridad, que la meditación y la contemplación son distintas. Complementarias, integrantes de un proceso común pero de naturaleza dispar. Mientras que la meditación es un artificio del espíritu, que se desarrolla con la sensibilidad, la contemplación es un proceso interior, puro, desnudo de todo. 
Esta dicotomía que establece el autor místico puede llevarse a la poesía; por un lado están los poetas que poseen el oficio de crear poemas. Hombres leídos, que han sabido extraer los rudimentos competitivos de la creación lírica y que llegan a ofrecer una creación digna, servil al hecho material de crear un poema. Por otro lado, está la creación pura. La que no responde a la moda, a la eventualidad y que, si lo hiciera, termina por traspasarla. La poesía que brota y conmueve y en la que todo queda subyugado al elemento esencial del poema. Incluido el autor, que sobra desde el comienzo. Estos autores nunca afirman "yo escribí un poema dedicado a...", ya que saben que, en cierta forma, el poema vino, llegó, deslumbró, se hizo forma tras las lecturas y la contemplación, no la meditación. 

Una región de paz, de absoluta libertad creativa y ética es la que se vislumbra en la lectura de estos poemas últimos que señalo. Como una voluntad divina que sobreviene y que el poeta, como vaso, a la manera de Bécquer, capta y expone. Todo ego queda recluido y eliminado en la contemplación, pues el poeta está ya en la corriente alterna de la realidad, en el tiempo invertebrado de la poesía, en la posición deshumanizada de ser en una vida sin estar siendo. 

La renovación del espíritu es el movimiento natural del hombre con inquietudes. Cuando uno comprende que la mutación es lo constante, comienza a alborear sobre el raciocinio una evanescente presencia de claroscuros, una necesidad de cuestionar las verdades que se demuestran con ecuaciones y algoritmos.


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ESTA forma de escribir es una forma de estar conmigo, de ser yo. Y con ser basta.
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LA  Poesía arranca de lo humano el silencio auroral de la belleza.

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NOMBRAR lo que no existe es tarea de los mortales. Ser poeta es la suma mortalidad.

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LA palabra luminosa es un despertar a lo que somos.
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Escucho a Bach y escucho el universo.
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Sólo en la música es donde el ser encuentra el haber sido perpetuo.
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Puede ser que morir no sea más que dejar de oír el ritmo del mundo.
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Quintaesenciado, el mar es con la lluvia un solo cielo.
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No seas y serás más que todo lo que es.
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No pienses y vendrás a ser todo.
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Muda tu verbo y dirás el infinito.
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Ama de alma, contemplarás la existencia.
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Entrega tus dones a la religión de la belleza y vendrá a tu ser el espejo de la verdad.