sábado, 29 de abril de 2017

Mañana Rachmaninov y el espíritu del tiempo.

MAÑANA Rachmaninov, como el invierno perpetuo que me amamanta. La lluvia y el gris me apasionan y en ellos, frente a ellos, me fascina mirar por la ventana al horizonte. 
Como estos días de lluvias repentinas llevo demasiado tiempo pensando en la escritura. Y en el hecho de leer y, por ende, de vivir. Sé del movimiento cíclico de la reflexión y de las apariciones de las dudas y de las fantasmagorías de la indecisión en esto de leer y escribir. En mejor decir, solo de escribir, porque leer es un hecho ya de continuo, sin ambages ni rémoras. me refiero, esos sí, a escribir. Cada vez estoy más tentado de dejar de hacerlo, de mudar para siempre y resguardarme de volcar por más tiempo expresión, creación alguna. 

Como la literatura, la vida. Observo los días con un talante distinto al de entonces. Esa mirada Rachmaninov, - salvaje, delicada, bella, volcánica-, cada mañana, sobre los cuerpos de E. y de F. me han trastocado demasiado. Ellos me han enseñando que existen cuestiones propias de la vida que no están en los libros; que la vida sobrepasa los libros, la lectura misma, pero que no es nada la vida sin la percusión literaria, sin su jalón semántico; que existe un equilibrio entre leer y vivir que es un trópico inencontrable pero una búsqueda feliz. 

Suceden como ejecuciones musicales paralelas, como la interpretación de una partitura que no es necesario interpretarla ya, pues con tan solo leerla en la mente es suficiente. Recuerdo ahora la anécdota entre Mahler y Rachmaninov, cuando el primero dirigía al segundo y no dejaba de interrumpir el ensayo hasta que le dijo la entelequia: "Hasta que usted no toque el piano tal cual lo escribió en la partitura no seguimos". 

Y puede que todo sea ya una manifestación de lo que mi adorado Hölderlin llamaba "El espíritu del tiempo".  La transformación y la permanencia, acomodar el cambio a lo permanente. Hallar el estado de quietud y de verdad en que refulgimos a su reflejo. Lo que aquí somos un dios habrá de ampliarlo, decía el poeta alemán. Y esa aritmética de la vida parece estar encontrando un circuito cerrado, un campo de acción ya recorrido, el viso de los límites que suenan a Rachmaninov salvaje, a pienso de luz, al corazón latente en el cuerpo de armonía. 

jueves, 27 de abril de 2017

Luminaria y polifónica

EL MIEDO es ya atroz. El silencio es un cerco
inconmensurable.
Sobra todo sonido,
                               todo eco,
                                                toda sibilación incipiente.
Es una perplejidad y un estupor
y un extrañamiento perpetuo.

El correr de los días suplicando el hospicio


Luminaria y polifónica.

lunes, 24 de abril de 2017

Cuando el tiempo suceda en ti

LOS que leen poco, cuando leen algo lo manifiestan al momento. Lectores de vanidad, no de vida, que saben de la templanza y la finitud.

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La falsedad es traslúcida a la ojos del otro, pero ciega a los que la ejecutan.

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De lo siniestro la falsedad es designio de una vanidad terrible.

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Cuando el tiempo sea y suceda en ti, tú habrás sido todo ya sin haber sido nada.

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Muestra el trigo su verde estación y las espigas, en cuerpo de llamas, amarillean la muerte y el fruto renacientes al paso de la luz.
[...]

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La palabra es lumbre; en el poema magma; en la memoria, luminaria; pues sombras somos ante su figura siempre, ante su signo indescifrable.

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Incluso hay poetas que todavía desmienten su relación con la palabra.

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No todo lo que ven los ojos es real; el símbolo concilia los sentidos con el presentimiento, así nos sobrecoge en el arte y nos trasciende.




martes, 18 de abril de 2017

Ante su signo indescifrable

INCLUSO hay poetas que todavía desmienten su relación con la palabra.


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La palabra es lumbre; en el poema magma; en la memoria, luminaria; pues sombras somos ante su figura siempre, ante su signo indescifrable.


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No todo lo que ven los ojos es real; el símbolo concilia los sentidos con el presentimiento, así nos sobrecoge en el arte y nos trasciende.

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Realmente es triste comprobar cómo lo siniestro sigue ejerciendo sus sombra donde parecía haber luz.


jueves, 13 de abril de 2017

Fray Luis recita a Calderón el Libro de Job y Borges recupera la vista en lo luminoso.

CALDERÓN se adelantó a Mary Shelley y edificó, con Segismundo, una suerte de personaje que acrisola el ideario de varios arquetipos. Más allá de las fuentes orientales que barajó en La vida es sueño. Hoy, cuando comenzaba a releer El libro de Job me acordé de tres autores. Uno de ellos Borges, el otro fray Luis y claro está Calderón.
Este último resuena en el comienzo del Primer ciclo de discurso, cuando Job maldice el día de su nacimiento. Podemos leeer lo siguiente como si el propio Job estuviera en la torre de Segismundo:

[...]
"¡Perezca el día en que nací,"

y pasados unos versículos, cuando se refiere a los hechiceros y a su poder de cambiar el curso de los astros:

"Maldíganla los que maldicen el día,
los dispuestos a despertar a Leviatán"

Remata el texto bíblico de esta forma:

"¿Por qué no morí cuando salí del seno,
o no expiré al salir del vientre"

La desdicha como fuera motriz:

"¿Para qué dar luz a un desdichado,
la vida a los que tienen amargada el alma"
[...]

Borges, por su parte, acude a los fragmentos finales del libro, a los discursos del propio Yaveh que revelan a Job los enigmas en una posición omnímoda y trascendente que tanto gustaba al escritor argentino. Lo hace jalonado por la lectura de la Exposición del libro de Job de fray Luis de león, -un paradigma de la evolución de la prosa el pensamiento en una lengua, en este caso, la española-. 
Borges encontró en estos discursos cómo la capacidad de contemplación humana es perfectamente limitada e insostenible ante el principio de unidad del cosmos. Borges encontraba en Job un reflejo de sí mismo como discípulo de la búsqueda del uno, de la metarracionalidad con que tratan de escribir el mundo. Ese Job está latente detrás de muchos de sus personajes, de los pasajes en que todo sucede más allá del tiempo de vida del individuo y se incardina en una trascendencia entendida como imposible de razonar. En ese panorama tan solo queda la entrega. Dice el propio Job, como después dirá Dante en la Divina Comedia

""Sí, he hablado de grandezas que no entiendo,
de maravillas que me superan y que ignoro,
[...]
"Yo te conocía solo de oídas,
mas ahora te han visto mis ojos"


martes, 11 de abril de 2017

Eclesiastés y el sueño de Escipión con F. y Macrobio

PORQUE la vida se fragmenta y se dispersa en un azaroso archipiélago de recuerdos, el diario va tomando precisamente ese cuerpo disforme y fragmentario. Puede que el diario refleje, mejor que ningún otro género literario, la propia disposición de la vida, a saber: lo que sucede hoy se repitió mañana y lo que venga ya ha sido y es pasado. 

Estos días he estado con F. sin dejar de observarlo y de aprender qué fuimos en el comienzo. Su cuerpo, sus manos se acompasan a la mirada brillante y perspicaz. F. me hace volverme a E. con más fuerza y pasión. Los dos me dan los días que se van restando de la vida.
F. es un dechado de enseñanzas, lo hace como un pequeño maestro, de forma involuntaria, a cada acción, a cada roce de su piel acrisolada en blanco sobre mí. Todavía tiene el olor prístino de la mañana húmeda e incandescente de nuestra especie. Ese olor me reconcilia a veces con el amanecer. 

Escribo todas estas líneas con F. en los brazos y con el comentariode Macrobio abierto encima de la mesa. F. es un pequeño Escipión que se me aparece y voltea las páginas como si quisiera que leyera directamente lo que esencia y amerita el texto. Mientras tanto, tomo notas, apunto en el cuaderno, pergeño algún texto que en principio toma la forma de poema. Dios dirá, los astros dictarán, el sueño de los números dejarán la rueca en su punto, me digo:

Fondo y forma en poesía: el símbolo como caja de resonancias. Natural al silbo melodioso del lector y numinosa en el alma ya transformada. En Eclesiastés podemos leer que todo en la tierra tiene su tiempo, uno de los primeros textos existencialistas que releo con frecuencia.

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Todo tiene su tiempo bajo el cielo y su signo de huida y su fuego prendido y el decir de su cuerpo que en silencio se cumple. [...]
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El poeta, como árbol invisible, hundido en la tierra y en la oscuridad de sus propias raíces, convive en el silencio como semilla de luz...
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Si no se puede amar algo porque no es bello, tampoco se contiene la virtud palpitante de confesar su nombre.

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No hay más temas en poesía que la poesía, pues las poesía es el todo consumado.
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Tú, sin ser tú, poesía, belleza derramada, posees el escondido secreto del mundo. Confío en ti mas siempre desconfío de tu presencia.

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Diamante enamorado
con música concorde, mi corazón te sueña vivo en la noche. (Cancioncillas y decires)




martes, 4 de abril de 2017

La virtud palpitante de lo bello

Si no se puede amar algo porque no es bello, tampoco se contiene la virtud palpitante de confesar su nombre.


lunes, 3 de abril de 2017

La poesía es el todo consumado

No hay más temas en poesía que la poesía, pues las poesía es el todo consumado.



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Tú, sin ser tú, poesía, belleza derramada, posees el escondido secreto del mundo.