viernes, 23 de diciembre de 2016

"Me siento múltiple" explicaba Pessoa a la sombra de lo que fue.

LAS contrariedades de este año se han unido a la fascinaciones de este año. Ha sido todo una suerte de reconciliación de los contrarios y pienso ahora que quizás ese sea el verdadero bozal de la vida. 
Convivir con esos vaivenes, -a pesar de no comprenderlos ni encontrarles causa-, suponen una raigambre renovada: la fidelidad a todo. 
La limpieza en el espíritu es la única condición para que la poesía pueda permanecer en la armonía constante, la que se intuye, la que se persigue a cada sílaba, la que brota sin duda de su verdad. Todo alejado de todo siniestro. 

Decía Pessoa en un pasaje puramente cervantino: "No sé quién soy, qué alma tengo.  [...] Soy distintamente otro diferente de ese yo que no sé si existe. [...] Me siento múltiple".  

 Y me recluyo en un poema de Hölderlin, pues tomo todo esto como un renacer, una invocación a la renovación en el ser. Escribió Hölerlin en el poema "La primavera":

[...]

"El hacer diario de los hombres nace con nueva meta,
siendo muchos los signos en el mundo, muchos los prodigios".

Esa es la búsqueda ahora, los nuevos signos en el mundo. Desde lo permanente, sin más aspavientos que la humilde estancia en la lectura.