sábado, 31 de diciembre de 2016

La rueca incesante de la lectura y la huella indeleble en en lector: Al paso de la edad (2017)

SER LECTOR es una condición inacabable en la vida; no tiene principio ni tiene fin establecido, es la propia naturaleza de vivir la que le otorga su itinerario pues el lector termina por confundir, como decía Pastrana, "llenos de lágrimas tristes mis ojos", vida y literatura. Puede que esa confusión no sea más que el fruto natural de la vida arraigada en las artes escritas. He ahí su discurso interminable para nortear los días por donde nunca nosotros los llevaríamos en nuestras planas vidas.

Decía que la lectura es un proceso cuyo inicio es desconocido, más aún lo es su fin. No sabemos los libros que terminaremos por leer, pero sí vamos tomando consciencia de que no todos los libros son necesarios, que no todas las lecturas debieran ser cumplimientos obligatorios, porque si hay un acto de entendimiento del camino de la vida es el de enfrentarse a una biblioteca. 

Borges manifestaba que la biblioteca es cifra del infinito y estoy con él en ese aserto, ya que la biblioteca es una recopilación finita y contable de ejemplares, pero con una propuesta infinita e inasumible de vida, del tiempo de la vida en ellos. 

En la acción de leer existen miedos como en la propia vida, los miedos a estar equivocados, a no estar haciendo lo que uno debiera según sus principios. Y es así como se vuelven a releer los libros de siempre porque sabemos, al término de su luz, que podemos seguir estableciendo un diálogo con nosotros mismos. Si algo somos es un frugal paso de los días en la carne, pero cuando el mapa ético está establecido, debe uno permanecer en él por siempre. 

Abandonar el centro indudable es la traición diáfana a nosotros mismos. Estar en los cabales de las ideas que nos acogen también tiene sus consecuencias y, a veces, nos duelen las acciones de los otros, un dolor que al tiempo es gozoso, pues no de otra forma se siente la soledad y el silencio.  Leo en el Tao, capítulo 33: "Aquel que no pierde su centro, perdura". 

Hace años comencé a escribir las lecturas y lo que me suscitaban las lecturas que realizaba. Ese ejercicio se transfirió a todo lo que me sucedía, de Escribir la lectura a Las contemplaciones, del texto exacto de los otros al silabeo interno que el discurso polifónico de la vida timbra en mí. 

Y seguimos leyendo y seguiremos escribiendo al socaire de esas lecturas que se confunden con la vida y que me dejan ahora, cerca y vibrante, de E., M.C. y F., arraigados a ellos como los únicos que ofrecen amor. Como decía Muñoz Rojas en el poema "Tu oficio, poeta", estamos "para que algo quede de este latir". Así las cosas,  el iter vitae de esta aventura  queda con el siguiente croquis: 


ESCRIBIR LA LECTURA (2008-2009)

ARS VIVENDI (2010)

LAS CONTEMPLACIONES (2011)

ALMA REGIÓN LUCIENTE (2012)

MURMULLO DE LA TRANSPARENCIA (2013)

RITO DE SILENCIO (2014)

SER ALGO EN NADA (2015)

CUESTIÓN DE DESNUDEZ (2016)

Para el año próximo comenzamos 

Al PASO DE LA EDAD (Quevedo) (2017)