miércoles, 31 de agosto de 2016

Volver a la mansedumbre

Volver a la mansedumbre, en el eterno retorno de sí, convocar en nuestra naturaleza la Naturaleza, percibir lo permanente en lo eventual, proferir acaso una palabra fijada en el discurso oculto de la noche, poesía toda, fábula del ser, pura y acontecida.    

martes, 30 de agosto de 2016

La lectura es siempre eterno retorno

LA lectura es siempre eterno retorno. La visión onírica es la plenitud de la memoria. 

Después de catorce años de silencio, Rilke escribió Las Elegías. 

Tras la consciencia, Valéry comenzó a escribir de nuevo; habían pasado veinte años de silencio. 

Leo todo esto y me quedo perplejo, cariacontecido. La valentía y la finura del ser en esos actos valen ya la obra misma. Dos hombres nada temerosos a la muerte, al paso por la vida en la cuerda floja, sin red. Si hay obra debe ser superior a la vida; si hay obra, debe pertenecer a su Tiempo, al de la permanencia. 

Hoy presiento que debo comenzar a callar delante del oráculo. Escuchar, reflexionar, leer cómo naturaleza acontece. Naturalidad ante lo inmenso; nunca pertenecimos a lo permanente como seres; tan solo nuestras ideas y propuestas pudieran llegar a serlo para los demás, pero no tendremos evidencia de ello en vida.  

viernes, 26 de agosto de 2016

El secreto mortal de nuestra vida

RECUERDO ahora una idea del escritor argentino Macedonio Fernández: el pensamiento puede ser narrado como se hace con un viaje, con una historia de amor, acaso con la muerte. Pero esa narración profesará los límites y procedimientos que convoca la literatura, no la vida misma. 
En ese extrañamiento estético, que provoca el relato del pensamiento, reside la virtud de la narración. Los límites comienzan a sucederse en una suerte de hipnótico destino incierto. 
De esa forma, comienzo a escribir esta mañana, como indicaba Borges, -cuestión de desnudez-, que la edad en el hombre es la toma de consciencia de que habrá un libro, muchos, que jamás leeré; de que existe una calle que nunca pasearé; de que hay olores y estampas y calles e ideas que no serán mías nunca y que puede que estas mismas líneas que voy clausurando no sean leídas por nadie en ningún tiempo. 

Esa vacuo proceder estético, de escritura al vacío, sin red, que se atraviesa tan solo con el equilibrio de la pértiga mental, es la estación más originaria de la literatura. De ella no quisiera parrarme nunca, por más que los cantos de sirena lleguen hasta las orillas de estas letras, hasta el epicentro de este trópico. 

Creo que alguien toma la consciencia de escribir cuando diariamente sucumbe al bálsamo de la palabra: sea esta escrita o no, pensada o simplemente imaginada. El arte, así, pertenece a un anacronismo continuo y por ello es natural el desdén y el desprecio y la lejanía de la sociedad sobre la obra. 

Como las abejas que contemplan el vuelo y las danzas de sus compañeras memorizamos el sonido batiente del polen, el sendero lejano al que hay que acudir a pesar de las inclemencias. Nos cueste la vida o nos resulte vívido, comenzamos el vuelo; y deseamos libar en ella para volver a traer, a los ojos de los otros, el secreto mortal de nuestra vida. 
 

miércoles, 24 de agosto de 2016

Al natural


Días muy parecidos, demasiado semejantes, a los que relata Julio Ramón Ribeyro en La tentación del fracaso. El sol acaba de salir. Sostengo el I Ching sin remedio. 


Hay quien decide dedicar a la escritura una franja horaria estable como si la escritura fuese un trabajo en que pudiera decidirse cuándo se realiza. La primera lección del diario es la disciplina en la escritura, pero a poco que uno va escribiendo, va tomando conciencia de que escribir puede convertirse en una ráfaga pasajera, momentánea, esporádica, imprevisible. En ocasiones, durante horas, intento concentrar alguna idea o amarrar alguna argumentación sin apenas conseguir más que un puñado de vocablos. En otras, por el contrario, con una sola oración o frase o apenas un párrafo ejecuto lo que considero suficiente. Así, el diario es la actividad de la suficiencia, la práctica borgeana de que siempre algo se puede contar con menos palabras de lo que se hace. Esta creencia diarística que, repito, ha constituido una renovada postura ante lo literario, se acerca demasiado a la poesía. 

Es, en este punto, donde se corre el riesgo de caer en la lírica vacua de algunos escritores que pretenden insuflar en sus líneas alguna evocación lírica. Esa evocación es, apenas, payasada emocional o melosa actitud sentimental. En un diario uno debe sacarse las tripas y ponerlas encima de las sílabas. Debe contener este cuaderno las más insospechadas anotaciones, aquellas que no tienen cabida en la prosa erecta y que no tienen lugar en la poesía. Todo lo que no ocupa la poesía pertenece al círculo de lo fungible, de lo desechable. Y en esa batalla debe actuar el escritor en su rescate, en el rescate de aquellas líneas condenadas al olvido porque son solo dictados de un ego envirotado. 

La búsqueda al natural de la verdad y la belleza. 

lunes, 22 de agosto de 2016

Don Juan Manuel, Borges, Cortázar

ACABABA de leer los cuentos de El Conde Lucanor y algunos pasajes de El Quijote; fue cuando decidí volver a leerlo. Cortázar, con Borges, me descubrió las dimensiones estéticas del cuento como formulaciones prodigiosas de la ficción. Ellos además me marcaron como lectores las pistas necesarias para poder comenzar a deleitarme con este subgénero de la literatura que, en definitiva, es tan antiguo como la propia palabra del hombre. De ahí, a otras literaturas como lector en búsqueda. 
Porque la lírica nació musicada y el teatro es artefacto posterior y casi ceremonial. La narración, sin embargo, es connatural al hombre, al entendimiento que poseemos de la realidad. Nuestra consciencia es a priori narrativa y, como consecuencia, intolerante a las abstracciones en que todo sucede como una polifonía. Es ahí cuando la poesía se convierte en un razonamiento luminoso y que sobrepasa las aritméticas de la narración. 
Sin embargo, una narración construida desde la literatura convoca para el lector una suerte de reflejo personal, de fascinación ante lo que lee, de encuentro especular. Eso sucede con muchos autores, pero recuerdo vivamente que Cortázar despertó una sensible atracción sobre el cuento. Con el paso del tiempo, Borges me hizo no sólo seguir siendo un lector de cuentos sino que me condujo a entender que el cuento podía llegar a convertirse en un acto de pensamiento, de proyección estética y ética. 
La narración visceral, como en "Las babas del diablo", no he vuelto a encontrarla en ningún otro escritor de cuentos. Tan solo Javier Marías me ha acercado a esa fabulación del acto de contar. El resto son narradores profesionales, de escuadra y cartabón, en que todo sucede en medida, según sus planes de narración y en que la materia sin importancia está presente en la mayoría de sus páginas. Sí, quizás Piglia sea una excepción y algunos más, estoy de acuerdo, pero la fuerza ficcional de Cortázar, el empuje hacia la palabra que brota hasta degollar al lector no la he vuelto a experimentar. Con Borges, me sucede que soy siempre parte del relato que voy leyendo; con Cortázar, me siento como el lector en el sillón de "Continuidad de los parques". 

sábado, 20 de agosto de 2016

Tu corazón en la noche

LAS NOCHES de insomnio se viven en tono mayor, como en una suerte de dimensión diáfana y esencial. Abre uno los ojos en medio de la oscuridad arrancado por una señal desconocida que te retrae del sueño para devolverte a la vigilia. En ese mismo instante sabes que estabas más vivo y armonizado que nunca, en la espesura del sueño, en la materia desmemoriada de ti. Al mirarte la mano observas una antorcha, una antorcha inexistente que arde al ritmo de tu corazón en la noche. 

Vuelves o pasas de nuevo por los sentidos con el insomnio, y ahí pierdes realidad, pero con una leve sospecha de que, por unas horas, estarás en la oscuridad con los ojos ardiendo, de que el contorno de tu cuerpo será  inapreciable mas tan ancho y ajeno como desees. 

Las ideas principian un conato de levantarte a escribir, ¿a escribir qué?, te dices meditabundo. Prefieres escuchar música antes de escribir, de levantarte y pasear por la habitación, como si Kafka estuviera dictando la trama de tu noche. Comienzas a pensar si no sería preferible beber algo que aplacara la situación, pero insistes en que la situación es extraordinaria y que debes atender a la profundidad de la noche, de los perfiles ocultos. 






jueves, 18 de agosto de 2016

Lorca, pero Falla...

LORCA fue un gran poeta, su obra prevalece, parte de la misma prevalece aún más allá de sus días, sin embargo Falla es esencial. En Falla está todo lo que Lorca quiso edificar.

domingo, 14 de agosto de 2016

Todo en su aletargado reflejo

Y se va construyendo todo en su aletargado reflejo. Como estas palabras de diario furtivo, como estas ideas que se acumulan sin más norte ni camino que el del propio devenir del tiempo. Como los granos de arena de un reloj todo se apelmaza para la huida, para tratar de deslizarse hacia no se sabe qué condición próxima. 

sábado, 13 de agosto de 2016

Consciencia de lo inefable

TODA explicación del mundo es una valoración del mundo. La imposibilidad de la lengua por edificar su significado completo provoca que debamos impregnarnos de otros lenguajes, -no verbales, animales, de naturaleza, científicos-, para convocar un sentido en nosotros. Es la imposibilidad, precisamente, la que nos alumbra en el límite para trascenderlo. 



La consciencia de lo inefable con la palabra es el comienzo al umbral de la creación nutricia.   



La obra literaria es una forma de entender y razonar el mundo desde la conjetura de un solo individuo que alcanza a vislumbrar las dimensiones de su condición. De un yo a una pluralidad, de una anécdota a una categoría, de un episodio eventual a la permanencia. Por tanto, las obras literarias (artísticas, en general) establecen un mundo referencial que, aunque devenga y comparta elementos tangibles, edifica una rueca de significados independientes. Al decir el mundo "en otras palabras" el mundo es otro. En este sentido, las creaciones que tratan de hincar sus raíces en la realidad misma terminan ahogadas y con la desaparición de la realidad misma. 

El arte es la dimensión razonada del artista que halla la cueva prenatal de sí mismo. 

viernes, 12 de agosto de 2016

Gran abismo

"GRAN abismo es este ser humano[...]!", escribe San Agustín en Confesiones, en el Libro IV. Este es un libro palpitante, con el que el lector queda vibrando y conmocionado. Las ideas proliferan hasta germinar en pensamientos profundos que van más allá del mero discurso religioso, de la doctrina. La doctrina, en este libro, es el propio ser humano, las dimensiones por las que debieran discurrir su mente y su experiencia vital para poder entenderse. De esta forma, puede leer uno pasajes como este, que pertenece a Contenido sobre lo bello y armonioso: "Y volví mi atención a la naturaleza del espíritu. Y la falsa creencia que tenía acerca de los seres espirituales no me permitía vislumbrar la verdad. Y me impactaba en los ojos esa fuerza de la verdad. Y yo apartaba mi mente palpitante de la realidad incorpórea hacia contornos, y hacia colores, y hacia abultadas dimensiones. Y porque no podía ver eso en mi espíritu, pensaba que no podía ver el espíritu".  

Este texto transgrede su época y enlaza con épocas pasadas y posteriores, pues está dirimiendo entre qué es y desea ser el mortal, cuáles son los límites primarios que aparentemente nos establece naturaleza. Pero, sobre todo, cómo, desde la naturaleza espiritual, connatural a nosotros, podemos lograr ensanchar nuestra consciencia. 


jueves, 11 de agosto de 2016

Medrano, fábula y signo

En el Renacimiento existieron los llamadoós "poetas de imitación". De todos ellos, Medrano me provoca una admiración tremenda y singular. El sentido de imitatio en aquellas décadas ha llegado cargada de falsos sentidos hasta nuestros días; colapsados los artistas actuales con el afán de originalidad, con el que cualquier cosa es poesía, debe el lector entender las circunstancias culturales en las que otros autores encontraron fundamento y nutrición literaria. 
Ese es el caso de Medrano, poeta que enseña la música del idioma desde la ambición semántica y clásica de Horacio. A este autor le podemos sumar a Torcuato Tasso y fíjense ya que si el maridaje es plural y de temáticas.
La poesía de Medrano ofrece un crisol del pensamiento platónico junto al cristiano, epicúreo y estoico. Este autor es capaz de conciliar un pensamiento de Boecio con un pasaje de Job. Así consigue un discurso poético plural, que entronca con fuentes culturales diversas, incluso paradójicas pero que, en el sentido de la lírica, ofrece una síntesis de privilegio para el lector. Un lector que deberá desentrañar los significados que se mixturan y que, por tanto, denotan relaciones intertextuales cuyas significaciones ni siquiera el autor llega a controlar ni a establecer. Y, claro está, el cedazo de fray Luis de León. Qué dos poetas tan poco y paupérrimamente leídos en la actualidad. 






martes, 9 de agosto de 2016

AMARILLO FULGOR

AMARILLO fulgor se titula el último cuaderno que he comenzado a escribir a mano. Comencé en febrero de este año y el título, como es costumbre, está escrito en la portada en letras de molde. 
La primera nota que hice en ella no la recordaba y, esta misma mañana, al leerla, me he quedado extrañado con esta manía grafómana de anotar y escribir. las palabras a las que me refiero es un verso de Góngora: "anima el fresno al fresno". A continuación, escribií: "El acero del fresno". 
¿Qué hubo en ese encuentro entre un lector y Góngora? El cuaderno tan solo se convierte en el lugar de apariciones del lector que trata mostrar su huella misteriosa, tan misteriosa que ya es irrecuperable por siempre. Porque leer lo que un lector escribe guarda la misma significación que leer un libro, nunca llegaremos a atisbar, aun siendo nosotros mismos, lo que quisimos leer en esas palabras. 

A todo esto Umberto Eco lo llamaba "sobreinterpretación" y puede que este acto sea el fundamento y la nutrición de los lectores. No dejamos de sobreinterpretar lo que pudo, lo condicional de las palabras, los tiempos subjuntivos, los futuribles. No nos conformamos con el relato mismo de lo sucedido sino con las posibles significaciones del mundo edificado en el papel. 

Amarillo fulgor del dulce octubre,
arrimas con pasión el instrumento
a la lengua furtiva de la tarde.
Pierdes todas tus hojas en invierno
y ahuyentas las serpientes con tu cuerpo.
La miel que exudas verde te convierte
y danzan las melíades cantando
la florida presencia de los soles    
[...]



lunes, 8 de agosto de 2016

La fascinación báquica del sur

AGOSTAR, en vendimia, en el campo de la albariza por el que paseo, consiste en predisponer la tierra al nuevo ciclo. Quizás esta definición, para un experto, se escapa de su sentido más recto, pero es así cómo el campo seca las hierbas alrededor, la maleza y termina por concentrarse en sí mismo, magro ya de todo proceso, para el nuevo idilio con el resurgimiento. 

Una suerte de Tierra Baldía como T.S.Eliot en la que comienzan a sucederse las mismas transformaciones de naturaleza, pero desde la renovación. La circularidad de naturaleza es una evidencia de que el tiempo del mortal es una excepción en esta realidad. Nuestro lineal paso es tan solo una sombra figurada de lo que somos. Por eso observo el campo, lo contemplo, en todas sus estaciones, sus edades para tratar de verme reflejado en sus eventuales tierras yermas que serán, de nuevo en su ciclo, viveza y vid, fascinación báquica del sur. 




domingo, 7 de agosto de 2016

Posesión de tu presencia

Suena el tiempo detrás de tus pisadas
y toman posesión de tu presencia
más allá de los pasos perseguidos;
está el tiempo en tu carne y en tu consciencia
de la lengua impregnada en lo invisible.
Como música sin sonido tocas
solo el perfil y el sueño de las cosas
profundas; huyes ya en llamarada
hacia ti mismo, ser sin ser, sin tiempo
en el arco tañido de la muerte.

[…]   

jueves, 4 de agosto de 2016

Da gracias a Apolo

HOY he vuelto a casa con la última edición de Viaje del Parnaso y poesías sueltas (Espasa-Galaxia Gutenberg) de Cervantes. Lo primero que he hecho es cotejar qué fuentes son las que sirven de fundamento a la edición y qué criterios han utilizado los editores para sus propuestas y selecciones. 
Toda vez que he cumplido con el mínimo de rigor de una edición de un libro de estas épocas, he comenzado a leer como si fuera Borges, imaginándome la ceguera absoluta de todo lo visible, pero tratando de alumbrar los recoletos espacios de mi consciencia. Claro está que ante todo, un libro de Cervantes ofrece siempre un prólogo iluminador y perspicaz. Lo transcribo literalmente, como Menard, para que prólogo comience a ser otro en tu lectura, lector amable: 

"Si por ventura, lector curioso, eres poeta y llegare a tus manos (aunque pecadoras) este Viaje, si te hallares en él escrito y notado entre los buenos poetas, da gracias a Apolo por la merced que te hizo; y si no te hallares, también se las puedes dar. Y Dios te guarde".   

martes, 2 de agosto de 2016

La tempestad del individuo

En La tempestad de Shakespeare, dejando a un lado la fascinación que me provoca la alquimia, la magia y el misterio de Próspero, existe una cosmovisión compartida con mi amado Calderón de la Barca. Puede que, en estos versos, se encuentre la semilla de lo que indico: 

"De igual materia somos 
que los sueños y nuestra breve vida
[en un sueño se cumple]
cabe en un sueño".

En marzo de 1968 lo escribía José Ángel Valente en su mejor libro, sus diarios. Y no apuntaba nada más; dejaba el pasaje, a lo Valéry, y el blanco que separa un día de otro en el papel. 

***

Con el tiempo todos van mostrando sus caras verdaderas: pasiones, preferencias, ideas, realidades personales. Pasan los años y son pocos, muy pocos, los que quedan. Sobre todo, los libros, las emociones figuradas en la memoria, las acciones y el recuerdo blanco de la escritura. 
Hasta estos días siempre he actuado desde la limpieza moral. He renunciado a provechos personales por mantenerme firme en mis principios y fidelidades; acaso por edificar la sólida permanencia de lo que somos. 
No ocurre eso alrededor, lo frecuente son los cambios sin sentido, las anomalías en las decisiones y, sobre todo, las repercusiones de la egolatría sobre los demás. Cuando repercute en lo propio la persona  reacciona, muestra sus fauces, alarga la mano y arrea con lo que se ponga por delante. Así es pero me cuesta tanto aceptar que alguien no se mantenga en el principio que no puedo concebirlo.  

... Al preguntarme por la categoría de los individuos que me acompañan siempre pienso en la sentencia de Rabí Najman de Breslav: "Nunca preguntes el camino a alguien que lo conoce, porque entonces no podrás perderte".