sábado, 4 de junio de 2016

Heráclito lee en Burnt Norton Four Quartets de Eliot.

ABRE uno el libro de Eliot y antes que nada, Italia, la cultura grecolatina, la voz prístina de los presocráticos. "Burnt Norton" no es más que un espacio simbólico, una suerte de Florencia en Dante, de La Mancha para El Quijote o de Dublín para Joyce. Antes que todo esto, de ese enclave que provoca una armadura musical y semántica, están las palabras de Heráclito. Un diapasón tremebundo por el que lector debe afinar su proceso de lectura. 
Heráclito reside en las estancias de la memoria muy unido a Borges; creo que Borges ha sido, 
-tomando la maestría de Quevedo-, el poeta en nuestra lengua que ha mantenido una relación más contrariada con el filósofo, más rica, de amante entre lírica y pensamiento. 

Así: Heráclito, Italia, Grecia, Borges, Dante...condicionantes que se agolpan en la lectura y que devienen de la memoria como lector. Podría decirse que esa es "mi" lectura a sabiendas de que las formas de leer el texto son múltiples, diversas, válidas. Los autores que menciono me han enseñado a leer, a saber leer mejor, con atención a otros procedimientos de toda índole. 

"East Coker" es la siguiente estación: "En mi principio está mi fin", "in my beginning is my end"; "A mitad del camino, y aún más,/ por el camino todo, en una selva", "In the middle, not only in the middle of the way/ but all the way, in a dark wood, in a bramble". Sucesivamente "Las dry salvages", "llevamos un río dentro", "The river is within us" y, finalmente, "Little Gidding", "No dejaremos de explorar/ y el fin de nuestra búsqueda será/ llegar adonde comenzamos/ y el lugarconocer por primera vez", "We shall not cease from exploration, and the end of all our exploring/ will be to arrive where we started/ and know the place for the first time". Versos como salmos, expandidos en el diálogo entre tiempo y ser, en la propia esencia del decir griego, de la palabra de umbral que mantenía Parménides. 

Recorre uno estos lugares del imaginario, como si fueran antorchas estos versos, a través de las palabras que remiten a otros autores; y, con ello,  el lector debiera transformarse, no instalarse en la mera superficie. Leer a Eliot es una invitación a la lectura transversal, plural y original de la literatura antigua. El lector se somete a una transformación, en esos parajes propios de la lírica de Eliot, hacia la condición de nuevo lector, por ende, de nuevo individuo.