sábado, 31 de octubre de 2015

LOS diarios producen fascinación en quien los escribe, pues conoce de la parca utilidad de los mismos al tiempo que los siente como una adenda necesaria y confabulada para su vida. Cuanto más vacía y recoleta, cuanto más solitaria y enfrentada al abismo la vida del escritor más pura y tonificada será la mirada sobre la  otra vida en el diario. Se producen vidas paralelas entre las páginas en blanco del diario, las escritas y por escribir, y los recuerdos de la vida latente. Entre una y otra se sitúa la esencia de la literatura; rehuyo de toda aquella vida amparada en uno de estos dos extremos: nunca la soledad plena puede ser narrada, nunca la vida literaria desemboca en literatura. 

Así las cosas, el escritor de diario, no el que tiene el diario como mero entretenimiento más, sino el que vuelca en el mismo el largo decir de sus días, termina por ser un personaje ficcional al completo. Los recuerdos del diario, acaso los pasajes que se narran en él, dejan de tener vigencia en la memoria viva del individuo que las escribe. La literatura termina por suplantar lo que hubo ocurrido cuando, en paridad, sucedió otra cosa cualquiera. Como Aristóteles afirmaba en su Retórica, la poesía se encarga de contar lo que hubiera sucedido, pero, más aún, la conjunción de las realidades, lo que sucedió y lo que hubiera sucedido. 

No es la literatura ni el diario de un individuo la ramplona estación que contiene un diario. Un diario, recorrido en su totalidad, consiste en establecer un hilo de Ariadna que dirija al lector hacia la imagen verdadera, reflejada, del paso de  un individuo en la tierra. 

lunes, 26 de octubre de 2015

SUCEDE en el otoño y continúa hasta la primavera: época de cultivo. Las lecturas se suceden como un carrusel de aleluyas. Poemas, prosas, lectura en silencio de añil. El mundo comienza a conformarse con las propiedades del aire que golpea la concordia del corazón. La rítmica estancia en el mundo es ya un abismo: un y dos y tres...es cadencia de sombras. 

La mayor parte de esos textos líricos van a la inexistencia: escribir es decapitar la letra en el blanco. Con las prosas, sin embargo, tengo más empeño en ordenar que en volver a edificar. Trato de encontrar en ellas el hilo de Ariadna que las cruza, el hilván invisible que otorga sentido. Amontonadas, dispersas, son un archipiélago que traza una imagen última: el canto de la semilla. 

La escritura es un rito de silencio, pertenece a la estirpe del asombro. Ordeno, clasifico, como afirmaba Borges, ordenar una biblioteca es ordenar el mundo, así con las letras de uno. Una travesía quizás demasiado personal, tildada de una pátina a contratiempo, sin embargo, como afirmaba Coleridge, la literatura es un acto de fe.    

sábado, 24 de octubre de 2015

YA no quiero más bien que solo amarte,
ni más tiempo ni sueño que esta vida
junto a ti que de tanto desearte
no la siento ni breve ni vencida.



Una sola unidad de expresión de Quevedo encierra más poesía que muchos de los libros de literatura contemporánea. Eso se debe, en gran medida, a que la mayoría de autores han dejado de leer textos de otras etapas por esnobismo, por moda o, simplemente, por ignorancia supina. Así las cosas, la sensible audición interna de un poema del poeta de marras enciende al escritor por de dentro. A poco que lleve dos, tres versos comprende la factura de la composición y la capacidad creadora que funciona en el edificante texto literario.
Existe, en este tipo de composiciones, una música del idioma y es, precisamente, esa música del idioma la que no soy capaz de registrar en las lecturas de textos contemporáneos, antes al contrario, lo que se llamaba "el oído" es, más bien, una ausencia total de ritmo en la poesía.
Algunos achacan este falta a la influencia de literaturas de otras tradiciones escritas en lenguas extranjeras; otros, a la influencia de hipertextos que no solo proceden de la tradición poética; así, entre alguna que otra genial invención, se justifica esta elipsis que tanto empobrecen los textos.
El ritmo no es solo una cuestión relativa a la sustancia fónica, silábica, métrica o versal, estamos ante el ritmo en un sentido lato: léxico, semántico, estructural.

Estas líneas han nacido tras leer, como decía al comienzo, que a poco que uno lee a Quevedo advierte la hondura y la singularidad de su palabra: "Músico llanto en lágrimas sonoras", músico llanto...
SENTIRLO todo como si fuera nada. Percibir la falsa estación del individuo en este mundo. Ser algo en nada, murmullo de la transparencia. Lo demás, griterío del ego.

lunes, 19 de octubre de 2015

LA literatura, es decir, la lectura supone una conversión, una transformación en el individuo que, toda vez que se experimenta e incropora al diario, lo torna todo en una lenta meditación. he pasado estos días atravesando Andalucía, de Cádiz a Córdoba, Granada, Almería. he visto la luz del mediodía en las alta cumbres de Granada, pero también la melancólica lengua de otoños revocados en la ásppera corteza almeriense. Córdoba era un estertor de soles y serrallos, de polifemos señoriales que atravesaban la nubes palpitantes. 
En todo ese viaje he estado fuera del tiempo del viaje; como en un relato, los sucesos de la historia no coinciden con el tiempo del relato: tengo para mí que nada de esto ha sucedido más que en mente. Hay un desgarro, una estación sentimental, profunda, en toda caminata, en todo tránsito. Débil, fragmentario, pero sujeto a una inexcusable fidelidad, los ojos quedan transmutados en la claridad de la noche sosegada. 


sábado, 17 de octubre de 2015

Avenida Madrid, aquí, en Granada
te espero, Federico, con la copa de luz sobre tu cuerpo como vino transparente que lucha con el tiempo.

Amaneces, Granada, con el cielo claro y sereno, lento en el despiece de la primera luz hacia mis ojos.

[...]

domingo, 11 de octubre de 2015

CENTELLEANTE, la literatura es el espacio en que se encuentran la voluntad estética y la armonía del lenguaje. 


El escritor atrapa, en pequeñas esencias sonoras, el encuentro en lo concreto y lo abstracto, lo individual y colectivo, testifica la manifestación de lo universal en la figuración individual. 

jueves, 8 de octubre de 2015

¿PUEDE EL ARTE provocar consecuencias terapéuticas? Así lo creo en estos días, vivamente percibo la terapia armónica del arte. Es fácil y perceptible, consiste tan solo en respirar el mundo en tu respiración, en armonizar el mundo en ti mismo, en entender que nada eres, acaso éter, murmullo de la transparencia, en este suceso incomprensible del cosmos. 

Concorde, el corazón puntúa tu secuencia en el mundo.


Siempre que leo a Paul Valéry me invaden unas ganas tremendas de dejarlo todo para dedicarme al todo. Quizás va llegando el momento en decidir a qué pertenezco, si al rugido inmisericorde de la sociedad o a la recoleta vida de anaqueles. 

LAS realidades adquieren la dimensión que cada cual quiera otorgarle. 

martes, 6 de octubre de 2015

LOS METALES en Parsifal revientan
la tesitura de lo estable en esta sala;
contrapunto de sueños y griales ocultos,
vorazmente la música predica el testamento
de Buda, el caballero de la mesa redonda.

[...]

Wagner confirió a la música la alzada de totalidad pretendida. Había leído a Schopenhauer con atención y detenimiento; interesado por las filosofías orientales, esto es, por las cosmogonías y las revelaciones intrínsecas en el individuo, compuso durante más de veinte años Parsifal, obra de paso, de la noche a la luz, de la transformación evidente en el ser.  

sábado, 3 de octubre de 2015

MAÑANA a todo gris, casa tomada por la marea otoñal de lo caduco.

A poco que uno reflexiona sobre los intereses ajenos, sobre lo que importa para los demás, sobre lo que forma parte de los diálogos entre los individuos cae en la cuenta de que quizás las propias obsesiones, los demonios personales no dejan de ser una reducida y escuálida manera más de estar en el mundo. Puede que todo lo que uno vive como sustancial no sea más que tangente perdida, puede que todo lo que uno trata de relucir para dar razón a sus días no sea más que eco fugitivo, nota a pie de página, carta suelta de una baraja que nunca existió. Y así los días, las horas, el tiempo desmenuzado con el vasto instrumento de la conciencia. 

Por este motivo, cada una de las creencias individuales que concierne a los mortales debe ser vivida en la alcoba de cada cual, sin más ni más, como deseaba Alonso Quijano. En ese recogimiento no cabe el crecimiento de ninguna egolatría, ni vanidad; tampoco de la indeseada insatisfacción por el escaso éxito social. Escribir y leer se convierten en ejercicios coronarios, sístole y diástole,  que nada necesitan para poder ser plenamente. 

Se acerca uno a las manifestaciones de los otros con el respeto más absoluto, sin quedar volcar en ellos lo que uno piensa o cree o defiende. Observa, contrasta, escucha...las contemplaciones, es decir, las sucesivas figuraciones de lo que deseamos ser sin dejar de ser.  







viernes, 2 de octubre de 2015

PUEDE que Rilke y Hölderlin llegaran a escuchar el sonido de una sola mano dando una palmada, como deseaba el koan zen. Siempre consideré que la filosofía se emparenta con la poesía en la reflexión de la lengua, del decir, de lo no dicho, del abandono del lenguaje y del ser en todo caso. 
Aristóteles nos definía como "el ser de la palabra" a diferencias del resto de mundos vivos; Platón, en el Cratilo, no soslayaba el enigmático asunto de esta cualidad tan singular y tan desasosegaste al tiempo. 

Esta misma disputa que naturaleza desarrolla en los mortales es la clave de la lectura de la Divina Comedia de Dante. la clave o una de las mismas. Cuando el lector llega al canto 55 de "Paraíso" comprueba cómo el poeta y el alter ego del susodicho dejan de tener fe en la palabra. Quedan cercenadas sus visiones, sus emociones, lo que acontece ya dentro de ellos mismos. 
El círculo comienza a cerrarse: del balbuceo del niño al balbuceo de la luz. Lenguaje y silencio, fragor de la música que asoma para desplegar otros motivos lindantes con la armonía. 

Llamamos armonía a los sucesos limpios del alma en el mundo, con el cosmos.