sábado, 30 de mayo de 2015

ESCUCHO la música de Falla en las manos de Rubinstein mientras releo el Libro de Job:

"tu propia boca te condena , que no yo, 
tus mismos labios atestiguan contra ti.
¿Has nacido tú el primero de los hombres?
¿Se te dio a luz antes que a las colinas?"

El último verso es trascendental: la luz es concebida, no nos pertenece de origen. Es todo tan natural cuando es puro; tan simple y profundo al tiempo, tan verdadero y misterioso a la vez, quizás de tan claro tan turbio. De todo esto paso a la pureza en los versos musicales de Juan del Encina: 

"Paguen mis ojos, pues vieron,
a quien más que a sí quisieron"

Hace tiempo que no sé expresar mi indiferencia con la literatura actual, pues pareciera querer una cosa cuando escribo otra. Sin embargo, Valle-Inclán, en La lámpara maravillosa, escribió lo siguiente, texto que se ajusta a la cosmovisión que me invade de un tiempo a esta parte: 

Todas las cosas al definir su belleza
se despojan de la idea del Tiempo.