miércoles, 13 de mayo de 2015

EN EL LECTOR se va conformando una idea y una materia de la poesía al paso de sus lecturas. El libro hace posible que un lector pueda evidenciar, desde el nacimiento del género, cómo se ha ido manifestando la poesía a lo largo de los siglos y, por tanto, qué es la poesía en el ámbito de la palabra. 
Sucede el caso con el resto de géneros literarios. A las preguntas qué es una novela, qué es una obra de teatro o qué es la poesía el lector que se atreva a tratar de edificar una respuesta no le queda otra opción que leer, leer, leer. Más tarde, la virtud y el talento y la gracia de los astros. 

¿Ocurre lo mismo con los creadores? Parece que la moda actual consiste en ser original, pero una originalidad que desemboca en un vacío enorme. Quiero decir, el empuje principal reside en ofrecer una propuesta estética (supuestamente) original pero que no puede serlo ya que no se enlaza con ninguno de los aspectos de la poesía, no establece vínculos, incluidos los contravínculos, con la llamada tradición que no es más que la historia de las manifestaciones de la poesía en la palabra. 
Nadie se imagina a un individuo que desea convertirse en pintor sin estudiar, practicar, observar los rudimentos básicos del oficio. Sí, ocurre esto en la poesía, hay quien oficia el cargo sin más ni más. 

Octavio Paz ya configuró una acertada expresión para referirse a estos propósitos, "la tradición de la ruptura". Sin embargo, la ruptura del Romanticismo, del Modernismo o de las Vanguardias encontraba su razón de ser justamente tras una lectura que analizaba los fósiles expresivos en que había quedado relegada la poesía. Esta ruptura no era más que la necesaria renovación de la expresión lírica para poder seguir diciendo los temas de siempre pero incorporando las nuevas posibilidades expresivas de la evolución de la lengua y de la realidad. ¿Cuál es la propuesta ahora? ¿Qué elementos de la poesía están presentes en los poemarios? 

Ante la falta de elementos fundamentales en un texto poético, los autores tratan de argumentar que su poesía quiere romper con lo anterior, nombrar lo nuevo. Probablemente,  cuando uno afirma cuestiones de este calado, no tenga una idea formada de la revolución que supuso la entrada de la poesía italiana en España gracias a Boscán y Garcilaso. Estos poetas les parecerán antiguos, caducos, especies de salón para la galería. Escribimos Garcilaso como Don Juan Manuel, Cervantes, fray Luis, Bécquer, J.R.J. o Borges. No nos paramos a analizar la poesía de otras tradiciones o la repercusión de poetas en otras lenguas en nuestra literatura. ¡Ah de Petrarca, Dante, Rilke, Hölderlin, Leopardi! 

Estos autores que señalo, mal que bien, proponen una posición ética ante el mundo anterior, con las concretas ejecuciones poéticas que los antecedieron. Consiste en el diálogo, en la relación intertextual, en la inclusión para la transformación, no en la mera ruptura vacua, que termina ahogada en su propia cámara hermética. 
En cualquier caso, estamos ante la manifestación no solo de la falta de lecturas edificantes, sino de la pérdida de las cualidades del lector. Porque, en el fondo, los autores que señalábamos anteriormente, fueron, sobre todo, excelentes lectores.