jueves, 16 de abril de 2015

¿EXISTE una subjetividad objetiva? Puede que la percepción del arte se instale en una objetividad establecida desde lo que no podemos analizar y racionalizar; de ahí que, cada cual, comience en su subjetividad. Habrá tantas subjetividades como individuos que alcancen el territorio objetivo del arte.
¿Se puede mostrar alguna experiencia de esa objetividad? Coleridge quiso ilustrarla con las siguientes palabras:  
"Si un hombre atravesara el paraíso en un sueño y le dieran una flor como prueba de que ha estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano... ¿entonces qué?". 

Lo que resulta imposible y vacuo es querer que nuestra subjetividad sea objetiva si nunca encontramos esa flor, no en la mano, sino en el profundo sentir del espíritu.  

En estas batallas dialécticas me encuentro como un niño: perdido, desbordado, humillado por mi incapacidad de dilucidar nada en algo.
En el fondo, me siento triste y pienso, las más de las veces, que debería callarme, quedarme quieto y sonreír sin más. Sin embargo, estas disquisiciones me avivan a proseguir leyendo, único ejercicio que ejerzo en libertad plena, a leer y a contemplar. Sístole y diástole de una vida en busca de armonías, palabras y silencio todo enraizado en el crisol oscuro y cristalino de lo hondo.