martes, 17 de marzo de 2015

IMBUÍDO en los Ensayos de Hölderlin anoto a cada página, casi en cada pasaje, las pisadas de algún revolcón que me suscita en el entendimiento. Las certezas las dejo para quien las quiera en la literatura. Nunca las abracé, antes al contrario, rehuí de los que desean estipular qué es un texto literario sin más ni más. Sobre todo de los que se dejan adular por los vítores de los contemporáneos y escriben para ser leídos por los que luego dirán qué grandes y buenos poetas son.  

Ahora bien, el centro de la poesía es indudable y ese estado del espíritu es un crisol inexpresable, también percibido de lleno y con claridad. Esa insuficiencia conduce al silencio gozoso, a la soledad nutricia de la palabra poética. En palabras del poeta alemán, el proceder del espíritu poético es un "ser-a-la-vez todas las cosas", un ser laminado por los tentáculos de la armonía y la naturalidad sucesiva.  

Hölderlin entendió y actuó con una clarividencia inaudita. En estos Ensayos podemos leer el siguiente pasaje que tengo para mí como un sermón bello y permanente: "Lo puro comprendido en cada particular temperamento está en pugna con el órgano en el cual ha sido comprendido, está en pugna con lo puro del otro órgano, está en pugna con el cambio". 

Estas palabras preconizan, ante su profunda expresión, la muerte de esa pureza en la poesía contemporánea. No hay pugnas, hay entregas. No hay actos de entendimiento individuales, hay grupúsculo. Los poetas están demasiado embelesados por esa pugna entre lo individual y lo permanente sin llegar a dirimir más que su propia orgía. No llegan a entender que la poesía bifurca el tiempo, las palabras, la realidad toda en una encrucijada finita que aspira a lo infinito. El propio Hölderlin dirá líneas más adelante:"Lo individual está en pugna con lo puro que ello comprende, está en pugna con la forma que hay a continuación, está en pugna, como individual, con lo universal del cambio".

Lo universal del cambio, he ahí la respuesta a la falta de certezas, pues el cambio pronuncia ese estado permanente del ser: un estar siendo hacia lo incierto. 

Lo finito es relacionan y unificante, límite y procedimiento, forma concreta que contiene lo imperecedero, estado natural del mortal que desea la permanencia. ¿En qué? No se sabe. ¿Para qué? No hay respuestas.