TODA escritura es la construcción de la conciencia humana. Como en el Cratilo de Platón, dar nombre es
despertar al espíritu hacia las músicas de los sueños y las fábulas. Por eso
mismo, la poesía, el nombre dador y transformado, debe estar escrito desde esa
consciencia. La historia de las lenguas consienten la historia de sus
espíritus. Es más, todas conforman la historia del espíritu de la humanidad. Con Hegel, el lenguaje es “la visible
invisibilidad del espíritu”.
Sin embargo, en el mismo ejercicio del lenguaje, en la edificación racional de la palabra existe un oscurecimiento y una dispersión de lo natural. Entre una y otra, entre conocer y reconocer, el círculo sonoro de la palabra poética. En términos de Hegel, "oímos nuestro ser".