sábado, 27 de septiembre de 2014

Encarnación de lo simbólico.

Música y belleza.


Descenso a los límites de lo mortal: conocimiento solo en la memoria, pues si hubiera podido reconocer sus pasos hubiera podido volver siempre convocando sus huellas. La memoria es siempre proyección parcial y subjetiva.  El poeta debe por terminar dejando de ser. 

El poeta no conoce de una vez para otra sus marcas, sus rastros, solo le cabe tañer, doloroso, su lira nueva.  Acaso un reconocimiento atisbado que, entonces, lo llevará al silencio; ya no necesita renovar su canto. En poesía, como en el arte, no existe la superación. Transformación y permanencia.