domingo, 8 de junio de 2014

BORGES recuerda que Bradley creía que el momento presente es aquel en que el porvenir se desintegra en el pasado y que, por tanto, el ser es un dejar de ser. Desde este presupuesto, el hombre es un territorio de intensiones temporales. Quizás esto pueda razonar el sinsentido que el tiempo, su concepto, supone para nosotros. Si ser mortal es ser un ente mortecino en naturaleza, también lo es que poseemos una consciencia inmaterial que de esta proporción insuficiente nos mantiene precavidos.  

El hombre puede alcanzar lo infinito si limpia las puertas de la percepción. Con la poesía cuerpo y alma vienen a conjuntarse en una sola cosa; a vindicar la naturaleza primera del individuo.  Sea el cuerpo porción y conjunción del espíritu, pueden tomarse como una anatomía unitaria y receptora. Todo poema verdadero brota de esa armonización. No se dirime el bien y el mal, lo uno y lo otro, sino que todo es una fusión de contrarios, pues todos ellos son.  

He recordado, tras leer algunos poemas de Borges y ciertos pasajes de Historia de la eternidad, los siguientes versos de William Blake. La tarde ha seguido su curso hacia la morada de la noche y en dirección al umbral de piedra que existe en su seno de luz. 

To see a World in a Grain of Sand
And a Heaven in a Wild Flower,
Hold Infinity in the palm of your hand
And Eternity in an hour.