domingo, 18 de mayo de 2014

TERMINO de leer el libro de Kingsley sobre Parménides. He anotado en los márgenes, como es costumbre, he escrito la lectura. He subrayado caudalosamente, en ocasiones, he metido en un cuadro párrafos completos y los he memorizado. El libro muestra las huellas de un lector fascinado a cada paso de este libro y, sobre todo, del motivo que lo sustenta, el poema de Parménides. 
Con el tiempo, los libros que me parecen libros verdaderos son aquellos que no agotan en su lectura sino que instan a leer otros volúmenes de los que deja rastros, huellas, ecos. Con este pasa esto mismo, pues he releído el poema de Parménides al tiempo que las páginas de Kingsley; lo cual me ha servido para discutir algunos asertos, para situarme ante la palabra reveladora y, en cualquier caso, para aquellos que toda literatura posee en su esencia, la transformación y la permanencia.