viernes, 30 de mayo de 2014

AQUÍ estoy y estoy en la mitad del camino. Siento, desde hace unas semanas, un afán y un estupor de reconducirlo todo soberanamente. La vida va siendo esa sentencia inexpugnable e invisible que nos vive, pero existe una fisura, ante el reino de sombras, por donde poder vislumbrar y acometer la resistencia silenciosa. Leer vivamente, escribir la lectura es una de esas acciones, acaso una noble convicción la del que somete sus días a la lectura. Afluentes de la causa primera que llamamos amor o semilla y que se manifiesta en lo interno y en lo externo, en lo que cada cual piensa y hace.   

miércoles, 28 de mayo de 2014

SI pasados los años, alguien, -uno mismo, que será otro-, quisiera recoger todas estas palabras en un haz para darle sentido o quizás para buscar en ellas la causa primera que las generó deberá pensar en la pureza de espíritu, al menos, en el empuje inequívoco de que la limpieza ética es condición indispensable para que la estética alumbre. 
Si pasados los años, alguien, - E., por ejemplo-, escudriña entre estos asertos, entre estas líneas tratando de encontrar algún rastro de quien fui me conformaría con que adquiriese la imagen, en su memoria, de un hombre bueno, amante de la belleza y afanado en hallar la verdad luminosa del arte a cada momento.   


domingo, 25 de mayo de 2014

sábado, 24 de mayo de 2014

TODO lo que importa
está en calma, crece
en equilibrio y se alimenta
del silencio. Un árbol,
el deseo, un libro,
las sombras. Lo apremiante
es una estación pasajera.
Siempre hay que estar
más allá,
lindando en el límite
de la cosa en sí. En ese lugar
[...]

viernes, 23 de mayo de 2014

jueves, 22 de mayo de 2014

martes, 20 de mayo de 2014

SIENTO una pena profunda y diáfana como nunca antes la había vivido. Esta mañana, me he dedicado tocar todos los objetos con las yemas de los dedos, lentamente, acariciando cada infinitud de la materia. Luego, he cerrado los ojos, me he tendido en el sofá y he comenzado a escuchar el ritmo permanente de latido del corazón. Acordado con él, su ritmo binario se ha hecho de mí y he dispersado todo lo que parece que soy en sus ritmos. No sé cuánto tiempo ha durado la estación, si horas o minutos, pero tengo para mí que el tiempo no opera en estos ejercicios. 

Parménides ofrece la imagen de un iniciado para poder viajar desde el comienzo. Un iniciado que ya ha muerto antes de morir, que sabe cómo morir para poder hacerlo y llegar a la sabiduría conscientemente. 
Aire herido cuando la palabra suena y se convierte en onda. 

"Son las palabras espejos mágicos donde se evocan todas las imágenes del mundo. Matrices cristalinas, en ellas se aprisiona el recuerdo de lo que otros vieron y nosotros ya no podemos ver, por nuestra limitación mortal, aun cuando todas las imágenes y todos los verbos sean eternidades en el seno de la luz, como explicaba el mago Apolonio de Tyana. Para el iniciado que todas las cosas crea y ninguna recibe en herencia, la luz es numen del Verbo. Las palabras en su boca vuelven a nacer puras como en el amanecer del primer día, y el poeta es un taumaturgo que transporta a los círculos musicales la creación luminosa del mundo", son palabras extraída de La lámpara maravillosa de Valle-Inclán. Las recito en voz alta, de memoria, repitiendo algunos pasajes con cadencias dispares. 

La poesía verdadera conduce a los ocultos lugares del saber. 


lunes, 19 de mayo de 2014

COMO los granos de arena que E. sostenía en la mano esta tarde, como esos granitos casi invisibles siento mi vida. Se esparce hacia el viento, en la lengua de la luz. Y me voy perdiendo en ella, sin ser nada, ser algo en nada, tan solo danzando el rito de silencio, escuchando el murmullo de la transparencia. 

Quizás todo va siendo ya del otro costado: mi cuerpo, mis recuerdos, lo que nunca pude advertir como mío pues nunca lo pensé. No entiendo ni creo en los años, pero sí en la formación de la consciencia con el ritmo permanente de armonía. Quizás, decía, comience, desde ahora, el tiempo de la claridad y con ello deba ir abandonando labores que cercenan lo inmediato. Lo hago pensando en E., en el contorno de su vida brotando como fuente y como manantial insoslayable.

*** 
Tres, cuatro, cinco lectores acaso de este diario. Todos inmensos, fundamentales, suficientes. A lo mejor, desde ahora, voy dejando de escribir en este Trópico que se aproxima a los siete años ininterrumpidos de escritura. Digo en este espacio pero no en el espacio en blanco. Y puede que le envíe estas notas en silencio, subrepticiamente, a esos tres, cuatro o cinco lectores suficientes.









domingo, 18 de mayo de 2014

TERMINO de leer el libro de Kingsley sobre Parménides. He anotado en los márgenes, como es costumbre, he escrito la lectura. He subrayado caudalosamente, en ocasiones, he metido en un cuadro párrafos completos y los he memorizado. El libro muestra las huellas de un lector fascinado a cada paso de este libro y, sobre todo, del motivo que lo sustenta, el poema de Parménides. 
Con el tiempo, los libros que me parecen libros verdaderos son aquellos que no agotan en su lectura sino que instan a leer otros volúmenes de los que deja rastros, huellas, ecos. Con este pasa esto mismo, pues he releído el poema de Parménides al tiempo que las páginas de Kingsley; lo cual me ha servido para discutir algunos asertos, para situarme ante la palabra reveladora y, en cualquier caso, para aquellos que toda literatura posee en su esencia, la transformación y la permanencia. 

sábado, 17 de mayo de 2014

QUÉ condición tan extraña y esquiva, tan poco armónica, la del hombre. Llevo unas semanas tratando de observar a unos y a otros, los de un entorno y los de otro distinto, para conformar una idea de qué somos en el fondo y cómo actuamos. Todo es lo mismo, la misma naturaleza esencia del individuo moderno.
Las conclusiones son nefastas y, para mí, tremebundas; me sumen en un estadio de vacío absoluto que solo redimen la presencia de M.C. y de E. Todo alrededor pareciera un abismo insondable de tremendas vanidades; cada cual, a lo suyo, sin más, cercenando cualquier atisbo de aprecio personal, de presencia de amor, de compañía más allá de las evidentes incompatibilidades. Cuanto más mediocre más altivo, tanto más ególatra.  

Huyo de ello y me resguardo en la piel de la inocencia para liberar, en lo posible, eso mismo que en mí está, pues hombres somos todos. Rehuyo hacia la armonía y la armonía solo la rescato en la belleza de la palabra poética, en el latir de E. en el sentir de M.C. en la piel del mundo, del submundo que late y percute hacia el justo estar de la placidez en la soledad y el silencio. 

Sigo libando lentamente en los versos del nuevo florilegio. Diente a diente, paso a paso. Quizás la palabra poética termina por encontrar la cadencia de la lentitud dinámica, de la pluralidad monódica, de la célebre totalidad en el uno. 

jueves, 15 de mayo de 2014

DESDE hace unos días E. tiene la costumbre de dejar uno, dos o tres libros encima de la mesa del salón. De tal forma que, cuando llego del trabajo, me mira y me indica que los acaba de dejar. Hasta ahora había preferido la zona de la biblioteca dedicada a la novela e lengua extranjera: Zweig, Hesse, Mann, Broch, Bove entre otros tantos han visitado esa palestra eventual que E. le ha creado. Sin embargo, hoy me ha dejado una sorpresa que me ha recordado los años en que compraba libros en librería de lance como quien descubría tesoros y misterios inexpugnables.
Uno de ello es el libro de Marco Denevi titulado Ceremonias secretas. La edición que manejé y que hoy motiva estas palabras lleva un prólogo de mi admirado Alberto Manguel, así como la selección de textos. Cuando la he dejado en la cama he comenzado a leer los relatos que tenía subrayados "Ceremonia secreta", "Un perro en el grabado de Durero titulado `El Caballero, la Muerte y el Diablo´" y "Eine kleine Nachtmusik".      

Traigo a la memoria cómo adquirí la afamada novela de Denevi Rosaura a la diez y la grata sensación de estar leyéndola sin más miramientos que los de la construcción literaria de un texto narrativo. Esto y tantas otras acciones que se interponen entre los libros, los momentos de lectura y de vida que aglutina cada portada de la biblioteca, incluso, cada página de los libros que nos rodean. 

Sin saberlo puede que aveces hagamos o digamos palabras o acciones que procuren en los demás un terreno fértil para proyectar la memoria y el deseo. Quizás en eso mismo consista la literatura y quizás esa sea su naturaleza prístina. 

miércoles, 14 de mayo de 2014

QUEDAN cinco minutos para que unos números convencionales marquen el término de una jornada y abran el comienzo de otra. Unos números establecidos en horas, minutos, segundos que, como ahora, vuelan y pasan -raudos, sin advertir nada, transparentes, pues son entelequia, no existen más que en nuestra invención-. Unos, otros, hasta que incluso este diario adquiera otro hueco estanco para determinar el tiempo que nos queda. 

martes, 13 de mayo de 2014

DE NUEVO aquí. Leyendo, leyendo. Anotando, pues escribir es todavía una gusanera de emociones contrarias. Anotando aquí, escribiendo acullá. Abro un volumen de Thomas Mann, acaso el novelista que últimamente más me emociona y me colma de placer ético y estético, y leo algunos de sus párrafos majestuosos. Luego a Víctor Botas, al poeta que de tan singular debiera haber callado justamente y haberse recluido, si la vida lo hubiera permitido, en sí mismo. Sin más voces ni más ecos. Y también a Kingsley y con este me entorno de misterios, de contornos que precintan la razón primera. Releía anoche la Biblia, "Job murió colmado de días". Recuento los días conmigo, en mí, con las sílabas prendidas de la lectura. Hoy, ahora, al recuerdo,  siento un clamor de inocencia en que quisiera estar por siempre.   

domingo, 11 de mayo de 2014

“PONER la vida en aquello que no se puede alcanzar de ninguna manera. Que es imposible. Que es una muerte. Y eso es lo que hay que hacer", afirma Simone Weil. La transcribo, con lentitud y la he vuelvo a leer incansablemente. Encuentro en este aserto una razón objetiva de vida y de entrega hacia el fondo de mí, hacia donde nunca nadie podrá dirigirse.   
En efecto, "poner" implica la acción de la voluntad personal. Y se pone nada más y nada menos que la vida, la vida toda. ¿El fin? Incognoscible. ¿El camino? Quizás la muerte misma, pero seguir viviendo hacia ese atisbo, ese indagatorio sistema del ser que contiene un origen inhabitado pudiera ser el paradigma del ser para el mortal. 

Corrijo algunas poesías. Pienso en canciones, formas estróficas clásicas, temas, en la anchura de la lírica pasados los siglos. Versos sueltos que quisieran remontarse hasta confabular poemas aparecen desde hace unas semanas. Otros tan solo amenazan con desaparecer y diluirse con la suerte torpe de mi ingenio. La mayoría jamás llegan. El resto no fue nunca ni lo serán. ¿Qué misterio el de la poesía? -me digo sin recelo, con contundencia. Pero, también, ¿qué misterio uno mismo soportando este trágico meditar?







NACIERON de tu ausencia
y de tu nombre gira este bruñido,
-el salmo en transparencia,
la tierra y el sonido-,
los versos de este sueño consumido.
[...]






jueves, 8 de mayo de 2014

RECORDAD por qué morimos parecieran decir todos los poetas verdaderos.

ALMAS liberadas, suscitando la navegación por el tiempo sin marras. YACER mientras se vive, persiguiendo establecer el recuerdo de la muerte en la vida. 



¿SE atrevería un incipiente estudiante de música a componer sin nociones de composición? Para ello, tal Adrian Leverkhün, no bastan las buenas ideas, las magníficas pretensiones o los insondables deseos; ni haber leído mucho sobre músicos y teoría musical, ni siquiera haber escuchado, a lo largo de una vida, las obras inconmensurables de la música (toda aquella digna de ser añadida a este membrete); tampoco la supuesta sensibilidad y la grácil vanagloria. Cualquier músico honorable, cuando comienza a desmenuzar una partitura con el movimiento de sus pupilas, sabe si con ella y en ella habrá música en acción o no. La gran abstracción significativa depende de la técnica compositiva. Para los genios, una manera simple de razonar la música hasta su momento; para la mayoría, los únicos resortes con que poder crear.  

Lo mismo sucede con la poesía y con las demás artes. La experiencia lectora es la única que otorga un baremo y una sopesada mirada sobre el texto literario. Leer es realmente lo que hace la literatura, la acción que convierte la literatura en lo que es. Si hubiera toda una biblioteca repleta de libros pero sin lectores, ¿existiría esa literatura? ¿sería posible que los escritores sucesivos pudieran escribir? No es necesario conocer todo cuanto se ha escrito, eso es una falacia, tan solo y al menos las cimas de la expresión poética de los temas esenciales. Se confunden en estos tiempos la expresión con la creación, la frugal palabra con la permanencia, el escaparate con la soledad. 




El encuentro con la belleza, la gran belleza, conlleva tiempos de parálisis, pues el murmullo de la transparencia toma de golpe una forma armónica que supera toda articulación y raciocinio. 




martes, 6 de mayo de 2014

UN día, otro día; y otro, otro...otredad sumada, cuando el resto somos nosotros mismos.

Hoy no me apetece escribir ni mu, nada, ni la punta. Do re mi fa sol .

L
e
o

Juego

L
e
o

Juego

L
e
o

Vivo

L
e
o

lunes, 5 de mayo de 2014

YA está rubio el trigo coronando
la mañana. Sobre las lomas,
cercando los viñedos,
el dorado nacer de los trigales;
y su música almidonada;
y su anchura de mar en calma.
[...]

sábado, 3 de mayo de 2014

UNA de esas batallas internas que uno desarrolla a diario es alejar todo lo que lo contemporáneo diluye del pasado. Lo contemporáneo no hace más que empañar, cuando es falsedad e ignorancia, el pasado; por contra, cuando lo contemporáneo es lúcido, restablece el ser lo antiguo en el mundo actual. Pienso definitivamente que, en el caso de las letras actuales, nos encontramos más cerca de lo primero que de lo segundo. Esta definición y este entendimiento detonan una ética que amuralla toda relación vanidosa, patética y ensimismada de la literatura. Habrá etapas, periodos, décadas en que los lectores tengan que conformarse con eso mismo, con ser lectores virtuosos y, en la que los lectores, si es que los hubiere, tengan la ética estética de no escribir y además pensar que lo que escriben es fundamento.     
Para quien lea estas líneas, si no es que mueren o son calcinadas antes de tiempo, dentro de unos años, podrá pensar a lo sumo que esto ha sucedido siempre. No lo sé, como tampoco sé qué hago yo mismo escribiendo estas impresiones. 
Leo un párrafo de Stravinsky y en el rubatteo toda la mañana: "Vivimos en un tiempo en el que la condición humana sufre hondas conmociones. El hombre moderno va camino de perder conocimiento de los valores y el sentido de las relaciones. Este desconocimiento de las realidades esenciales es sumamente grave porque nos conduce de modo infalible a la transgresión de las leyes fundamentales del equilibrio humano". 

El equilibrio humano, la armonía, bien pudiera haber escrito el ínclito músico. Se está refiriendo a esa permanencia que se transforma en cada periodo pero que es innegable a pesar de su metamorfosis. Indica la acción primordial para que eso pueda producirse: el conocimiento de las realidades esenciales. Sin el conocimiento de esas realidades es imposible que la literatura de cualquier tiempo pueda manifestar el ser de una época, de un individuo en una obra literaria.  

viernes, 2 de mayo de 2014

NO es aporía ni silogismo, tampoco una mera paradoja sin más, ni siquiera una boutade contemporánea no tener claro qué fue antes si la poesía o el poema. Quizás, como en las disquisiciones filosóficas, debiéramos dejar de utilizar términos de clasificación temporal como ese "antes" que utilizo a consciencia y hablar de la literatura como un todo orgánico, sin principio ni sin, que nació ella misma de sí misma, de un solo principio que comparte el resto de manifestaciones en cualesquiera de sus convenciones y géneros y que, cuando se parte de este designio provoca eso que denomino el centro indudable, esto es, la inexplicable razón perpetua, evidente, sonora, real de la literatura en la literatura. Creo que tras casi siete años escribiendo en este diario he tratado de responde a la misma pregunta, a la cuestión que ayer me abordaba cuando comenzaba a vivir. 
Es la cuestión palpitante en la literatura para las líneas en que uno trata de desentrañar el qué de la literatura. El escritor, dejando a un lado su labor creativa, de soledad fructífera y silencios armoniosos, siempre tiene por delante un misterio. Participa del mismo, él se convierte en bifurcación de ese misterio y se convierte en vaso en albatros, en voltaje, en pálpito, en ser demiúrgico. Sea cual sea esta naturaleza, es provocada por una transformación de la palabra. Ese misterio es el de la génesis de la creación literaria. Y es misterio porque es extraordinario, informe, indescifrable, poliédrico y permanente más allá de las épocas y etapas de la humanidad; es misterio porque va revelándose en cada sílaba, palabra, sintagma, enunciado, párrafo, texto independientemente de los demás, relacionándose con los demás, dialogando, reescribiendo, en todo caso actualizando en cada manifestación qué es la Literatura.   
Pareciera que es connatural con el devenir de su evolución el hecho de crear -no de expresar, comunicar-, sino de la creación literaria. Entendida así, la literatura es un verdadero misterio presente a diario en quien se coloca con un papel, su cuerpo, un artilugio punzante para escribir y va evidenciando la naturaleza proteica de las palabras para ir más allá, cargar de sentidos múltiples sus significados y provocar, para colmo, placer, entretenimiento, gozo u ocio activo en otro ser, otro individuo, que denominamos lector.



jueves, 1 de mayo de 2014

SIENTO una profunda melancolía de no sé que causa, qué origen. Una extrema conmoción que me hace llorar, llorar de ríos que se van, de mansedumbre desbocada, de armonía vicaria que se superpone a todo y que trasluce mi insuficiencia. 

Podría afirmarse que hoy he vivido: hemos ido a la playa de Roche, muy temprano; E. se ha bañado conmigo y me ha dado mil abrazos y besos; hemos observado unas gaviotas; nos rodeaban espinos, romeros, acantilados, piedra al viento y hemos visto cómo un conejo se agazapaba ante el ruido de nuestros pasos; el sol ha brillado sin estulticia mas con soberbia; hemos construido, en la arena, la metáfora de nuestras vidas. Hemos almorzado juntos y E. ha sonreído generosamente.  
Cuando E. se quedó dormida, abrí el libro que llevaba en la maleta. Leí poco, porque mientras trataba de ajustar un parecer y otro con la lectura, no dejaba de azuzar en el pensamiento la idea que se ha convertido en bucle y espiral. ¿Será esa la profunda melancolía, la cauda?
Medito, por unos instantes, y pienso en la relación entre los términos "poesía" y "poema". ¿Hubo poesía antes del primer poema o la poesía es la suma de las manifestaciones concretas de los poemas?