viernes, 28 de febrero de 2014

HOY la noche es Chéjov. Hacía tiempo que un autor no me provocaba tal revuelo de inquietudes y de ideas que brotan sobre la prosa de ficción. La noche es Chéjov, la madrugada quizás un alud de nevadas y de paseos por la escala secreta de la ficción. 

E. ha preferido esta tarde escuchar a Chopin y no a Mozart. Sin embargo, entona, poseída por la emoción, las primeras notas del minuetto de Beethoven, "mi fa fa" , exclama mientras sonríe. 

De Chéjov, la brevedad del fruto narrativo, pero, sobre todo, la intensidad y la fuerza locutiva. La configuración de los personajes con parquedad de recursos lingüísticos me han recordado la fastuosa exposición que visité en Sevilla con pintura impresionista rusa. De aquella exposición contengo en la memoria trazos, alumbramientos de pura emoción. 

E. pensaba que hoy volveríamos a bailar y a danzar y a su sonreír mientras yo trataba de entonar con el ébano del instrumento las escalas que casi ya me saben a melancolía. 

Ella con Chéjov en una sola melodía. Hombre demediado, vida y ficción, McGuffin esencial que proclama el devenir de los días. 

jueves, 27 de febrero de 2014

LEO, extemporáneamente, a Vila-Matas, Kassel no invita a la lógica: en el coche, mientras espero a E., en la madrugada, en las visitas al baño, cuando desayuno, almuerzo o ceno o en cualquiera de esos instantes que, durante el día, parecen sucedáneos y se dejan sin aprovechar y sin hacer nada. El hombre, como dijo Baroja, es un hombre de acción, "la lucha por la vida", claro está, es el lema de los que observamos los días rebosantes de sucesos que, al margen de todo, nos invitan a recluirnos. 

Quizás este escrito sea un McGuffin en este diario, un recurso, una argucia,  para que pueda avanzar en la escritura sin atender, todavía, a lo que parecía haberse anunciado al comienzo. Y, como es obvio, no voy a escribir sobre Vila-Matas, -no sé si lo habrán advertido-, sino sobre un texto de Chéjov que se titula "Ideas impropias".

Estas "ideas impropias" del autor ruso es una analogía con los McGuffin de Vila-Matas (perdonen que vuela a citarlo a pesar de que no vaya a escribir sobre él). Consisten en una transformación de la realidad a partir de la reflexión de un personaje. Un profesor de lenguas antiguas, ejercitado en el ejercicio de la extemporalia, esto es, en verter al ruso los textos latinos y griegos, decide plantear razonamientos ilógicos, inadecuados a los textos que tiene por delante. De esta forma, piensa en sustituir el significado de un verbo por otro, de un adjetivo por otro, del género gramatical y de todas aquellas inapropiadas cualidades que , de suyo, les hubiera correspondido. 

El texto de Chéjov y de Vila-Matas conviven en esa forma de entender la literatura desde la ficción misma, desde la poética de la ficción en el mismo texto. Llamada metaliteratura por la crítica al uso, considero que en este territorio la obra literaria posee todavía inagotables posibilidades expresivas; todo lo contrario a cuando está sometida a renovaciones de estructura, voces narrativas, juegos temporales entre la trama y la historia o cualesquiera de los procedimientos que, avanzado el siglo XX, la novela alcanzó y desarrolló con excelencia. 

Habrá, por tanto, como afirma el maestro de lenguas antiguas de Chéjov o el propio personaje de Vila-Matas con los McGuffin del comienzo, que introducir en el texto razonamientos que expandan las dimensiones significativas de las palabras.   

miércoles, 26 de febrero de 2014

CHÉJOV dejó un escrito único, originalmente literario. Se titula "¿Qué es lo que más se da en las novelas, relatos, etcétera?". El resultado del artefacto literario siempre me ha recordado a George Perec; o, en mejor decir, siempre he pensado que Geroge Perec había leído este fragmento como fórmula modélica con que encauzar su propuesta estética. No podemos olvidar que, en el escrito de Chéjov no pasa nada: no hay trama, ni fábula...pero sí ficción y un autor que, con la necesaria presencia del lector activo, terminan por edificar un texto literario.  

El texto de Chéjov es Borges igualmente. Borges, Perec, Chejov e, incluso Flaubert, -pero antes, Cervantes-, quisieron hacinar en sus narraciones cómo las palabras conforman la concepción de la realidad o, lo que es lo mismo, cómo concebimos la realidad a partir de la nominación de la misma.

Dado el caso que tenemos por delante, el de Chéjov, quiero decir, el de Chéjov, pero también el de Pérec y el de Borges y el de Cervantes, incluso el de Apolodoro, con su Biblioteca,  sin olvidarnos de Lewis Carroll o Cortázar, lo más fructífero será leer con detenimiento y pausa el escrito de Chéjov. Pero, ¿qué propone el escrito de Chéjov?

Una sucesión de nombres adjetivados, bien complementados; un río sucesivo de nombramientos que, a la postre, revienta los límites de la realidad y los somete al de la ficción. ¿Es, por tanto, el de Chéjov un texto de ficción? Puramente, como suelo decir en las últimas semanas. Nombrar, sin más, sin que suceda nada, ninguna historia entre ellas, es literatura. 

Aunque, claro está, los que siempre manifiestan su perturbación y llegan incluso al suicidio sonoro de la palabra, al ahorcamiento ágrafo de la realidad, son los poetas. 
    

martes, 25 de febrero de 2014

PAUL es de esos señores que siempre tienen  respuestas para cualquier inquietud. Lo leo y me sosiego:
"Mi vida no tiene nada de extraordinario. Pero mi manera de pensar en ella la transforma". Gran Valéry, autor imprescindible para uno, texto lúcido en cada página, pero, ¿cómo no iba a escribir bien un señor que pretendía concebir su vida con ostinato rigore, con regularidad de solsticio?

lunes, 24 de febrero de 2014

HOY, náuseas. Tan solo oler a E. y danzar con ella mientras tocaba el clarinete me ha reconfortado. Náuseas de  desasosiego, vitales. Lloros. 

***
Una vez un poeta le escribió a otro: "La soledad le servirá de refugio y hogar incluso en medio de relaciones muy extrañas; y, desde la soledad, encontrará usted todos sus caminos". Este mismo poeta afirmaba: " Viva usted ahora las preguntas". El poeta es Rilke.  

domingo, 23 de febrero de 2014

ESTA es una extraña forma de vida, la del que está consignando sus días con unas palabras que no pertenecen a lo cotidiano y que, además, proponen una secuencia ordenada, corregida y que queda en una forma definitiva. Es todo lo contrario al devenir de la rutina y de las palabras que la conforman. Giros, secuencias que tan solo sirven para comunicar una necesidad, dar una orden, manifestar un acuerdo. La literatura, sea cual sea su género, debe siempre perseguir la expresión (del ser) y la estética (una sola forma para siempre).  
 
Esta extraña forma de vida puede ser igualmente ridícula e, incluso, obscena. Cuando no responde a los criterios de verdad, justicia y belleza, y solo hay una vanidad incontrolada  o un egotismo exacerbado. Es una lucha que todo escritor y poeta mantiene, una dicotomía que enfrenta al sujeto a sus propias convicciones. A veces pienso en la caricatura de uno cuando se coloca frente al papel y comienza a escribir, ¿qué mermada ensoñación me acoge? 
De la fortaleza de su propuesta vital y estética dependerá que, antes o temprano, caiga en el envoltorio de la vanagloria. Ars vivendi es la tabulación que, los antiguos que vivieron literariamente, nos han dejado como ejemplos; las vidas y las obras de los que alguna vez alcanzaron a escribir literatura.  

Y solo en el silencio y la soledad, como vengo escribiendo en este diario secreto desde hace años, puede el poeta y el escritor al menos la paz consigo mismo. Esa paz individual es la concuerda la armonía que nos ampara.

***

 Todo discurre, desde hace unos meses, por unas maravillosas ansias de apartarme de todo. Alejarme de la poesía, pues soy mísero al tantearla. Quizás, entregar al abismo de la palabra, sin más.

***

Recuerdo la lectura de Libro del desasosiego de Pessoa. Es un libro de paradigmas, en el que uno puede encontrar aristas y ángulos diversos de qué es escribir. Al menos, para uno, su lectura fue mineral y enriquecedora, pues me mostró, a las pocas páginas, que la literatura es una manifestación insondable, tanto como lo es el individuo que las pergeña.  

Agarro el volumen de Leopardi, el Zibaldone que una vez compramos en Milán, el libro que guardo con tanto celo y cuyo italiano me deleita en tantas ocasiones. Comienzo a leer estas líneas de Leopardi desarrolladas con su particular estilo sintáctico y, por tanto, de ideas:  

"Gli uomini che nel mondo sono stimati e son tenuti da quanto gli altri o da più degli altri, lo sono per l´ordinario in quanto coll´uso della socità essi si sono allontanati dalla natura lor propri e dagli abiti naturali dell´uomo generalmente, ed hanno in se oscurata e coperta la natura, o sanno, sempre che vogliono, coprirla. [...]
Voglio dir che la più parte delle qualità che negli uomini ottengono stima appo il mondo, o sono totalmente acquisite e pernulla naturali, anzi spesso contrarie alla natura lor propria o generale; ovvero sono talmente svisate del naturale che per naturale non si ravvisano, epiù che sono svisate, più per l´ordinario, si stimano". 

sábado, 22 de febrero de 2014

LA acción es parecida. Se arroja uno al papel y comienza a escribir en el diario. Qué lo motiva ni siquiera lo sé, pero sí puedo asegurar que siempre es un afán de verdad y de belleza. Cosa distinta es que eso resulte con el cuerpo y la fragancia de la literatura y que no termine, como es habitual, en adefesio, incluso en una grotesca estampa sin más. Es cierto que la mayoría de las palabras son solo sombras, los ecos proyectados de la figura de quien las escribe. 

Escribir y pensar, pensar y escribir. El autor posee dos consciencias frente a la palabra. La primera consiste en leer el resultado y en confrontarlo con lo que antes había hecho. De esta reflexión casi todos los pensamientos son impuros, están cargados de vanidad y de falsedad. Para los autores que solo se vuelcan en este proceso, es crucial la importancia de un receptor concreto al que, sin quererlo, están escribiendo. La segunda es quizás la escritura verdadera. Es la efímera consciencia del estar escribiendo, estar componiendo, del gerundivo suceso de la creación, sin saber qué. El receptor no importa, lo que no quiere decir que la obra sea subjetividad al extremo, incomprensible,  y nada más. En este cauce la única claridad que percute en la mente del creador es la de la insuficiencia. ¿Insuficiencia de qué? A esta pregunta han tratado de responder las poéticas pero, por encima de ellas, la Filosofía. Qué habita las palabras. Pensar y escribir, escribir y pensar.     

miércoles, 19 de febrero de 2014

ME ACOMODO las gafas bicolor que estreno desde hace unas semanas. Agarro un libro, Al faro, de Virginia Woolf. Comienzo a leer: revolución.

De Parménides me agita cualquier palabra, cualquier pasaje de su Poema. No me extraña que Heidegger o Nietzsche condujeran sus atenciones a leer con detenimiento y reflexión las letras de que conforman los fragmentos allegados hasta nuestros días. Un pasaje que tengo subrayado y que casi recito de memoria es el siguiente:
Fr. 9.
"Pues bien, cuando ya todo denominado luz y noche
quedó, según sus capacidades, en esto y en aquello,
todo está a un tiempo lleno de luz y noche invisible;
de ambas por igual, puesto que nada hay que no sea parte de una o de la otra".

La luz y la noche invisibles, las fuerzas contrarias que atraviesan el día a día y que, con más sensibilidad, percibo a cada momento, el poder de las yeguas desbocadas cabalgando fábulas.

De Pietro Citati ha anotado uno ciertas líneas en este diario. Lo recuerdo cuando estuve absorto durante semanas con su volumen titulado La luz de la noche. Ahora, su biografía de Leopardi ocupará, de nuevo, un lugar de excepción en la pila de libros que me acompaña.

martes, 18 de febrero de 2014

ACTA est fabula...el final de la obra ha llegado, está aquí. Estas son las palabras después de conversar con un amigo y de contemplar en sus ojos una claridad inusitada, que atravesaba los objetos y la carne.
...es un ir desnudándose, un danzar de la edad de la rosa.

domingo, 16 de febrero de 2014

DISFRUTO con la nueva edición de la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora. Recuerdo que, la primera lectura de este texto consistió en una prueba de resistencia inciática. No dejé de leerlo movido por el gusto estético y conceptual de la composición, sino porque no concebía que un estudiante de Filología pasara por la universidad sin haber leído el texto. Justo cuando terminaba los estudios y comencé a leer sin red, motivado únicamente los intereses propios y alejándome de las recomendaciones de los profesores que solo buscaban el beneficio particular, Góngora volvió a ocupar, en la biblioteca personal, un lugar preponderante. Ahora, pasados los años, un conocido realiza una nueva edición de un texto y de un autor que, por los vericuetos de la vida, mantuvo una estrecha y fundamental relación con el Conde Duque de Medina Sidonia. 
Ayer estuvimos en Palacio, en el de los Medina Sidonia. Entrar allí es someterse al juicio de las épocas pasadas. Volvimos a asomarnos al mirador, antaño zona de defensa que desemboca a la llamada Cuesta de Belén, y volvimos  a contemplar el Coto de Doñana ayudados por el amor y la grisura de la tarde. Nos caían algunas gotas de agua pero no les prestamos atención alguna. Muchas veces hemos ido allí, a contemplar la cadencia del río, del cielo, de la desembocadura y ahora lo hacemos, además, pensando en la ficción poética con la que Góngora impregnó, sobre todo, Soledades. Llevaba el volumen en el bolso, lo abrimos y leímos algunos pasajes mientras por competir con el frío y la lluvia era todo oro bruñido al sol de la lírica.   

Afirmaba Hermann Broch, admirado por uno tanto como narrador como poeta, "la poesía es la más extraña de todas las actividades humanas". Como es conocido, este autor fue aprisionado en Altaussee y fue, en esas semanas de prisión, cuando concibió su afamada La muerte de Virgilio.  Las páginas iniciales de esta novela, de esta summa literaria (pues en ella hay drama, lírica y narrativa) las tengo por uno de aquellos arranques que enaltecen a un texto literario. Brindisi, el poeta enfrentando sus ojos a la costa, la muerte, la fiebre, los días, el mar hipnótico, la fuerza militar, el retiro, los versos que pretende arrojar al caldo de las llamas...una panoplia de imágenes sucesivas que perturban sobremanera al lector hasta conseguir una catarsis. Sin embargo, en esta mañana que releo algunos poemas del autor nacido en Viena, recito en silencio:
[...]
"Oh, lenguaje, descriptor para sí mismo indescriptible, que busca
empujando hacia lo indescriptible"
[...] 

Este poeta afirmaba, por lo demás, que la poesía es una actividad irracional del hombre y como tal debe conjugar el raciocinio de la palabra misma con lo irracional del pensamiento que la mueve. Sea cual sea su naturaleza, Broch consideraba, y esto explica muchos aspectos de su obra, que la actividad poética es "la única que sirve para el conocimiento de la muerte". 

sábado, 15 de febrero de 2014

ES así: se produce, se conforma y llega a tus manos. El libro finalmente es una mapa de circunstancias que establece una forma y una disposición. Ayer, mientras J.S.M. volcaba sus ojos en un lugar irreconocible para mí todavía, pensaba en el miedo y el estupor. Quizas no se notara el tembleque de mis manos y quizás alejé la emoción infante de quien todavía no se reconoce cuando le llega a sus manos un libro de poemas. 
Por otra parte, junto al miedo perenne, El umbral de piedra no es más que una estación, un acto de fidelidad por mi parte al silencio, una acción verbal nutrida de la soledad, en la noche, en respuesta a un pulso secreto y a un confín. No hay en él ninguna concesión ni dádiva intencionada. 
En estos casos, las única palabras que consigo consignar son se gratitud. 


En las últimas semanas, me invade un impulso que nunca antes había estado presente con tanta fuerza. Día a día, la idea de escribir una narración, de volcar las palabras para contar, puramente, narrar, se va imponiendo. En estos casos se interpone una cuestión filosófica, ¿qué narrar? Siempre me pareció una falta a la literatura narrar las banalidades y las miserias del hombre, pero quizás, en ello, esté la medida de lo que uno puede llegar a ser; y, en todo caso, supone un ejercicio de exorcismo y de espanto para que el espíritu quede más sosegado. 

De las ediciones de Dante, a la que le tengo más aprecio es a la de la B.A.C. El volumen retiene  el paso de los años y el papel biblia  que los conforma amarillea pletórico. En él están las obras completas, desde La divina Comedia, pasando por Vida Nueva, El Convite, La monarquía, Sobre la lengua vulgar, hasta La Monarquía, Disputa sobre el agua y la tierra, algunas cartas, églogas y rimas. Existen, y las poseo, otras traducciones mejoradas, contemporáneas, mejor trabajadas y con un texto de referencia más solvente, pero este volumen permite algo que los demás no: pasear por la galería de espiritualidades del Dante. 
Comienza leyendo algunos pasajes de la Commedia y, de pronto, un soneto a una desconocida Liseta. Mi fascinación reside en que, sea cual sea el tramo de su palabra, siempre hay una constante de verdad, justicia y belleza poéticas. 





jueves, 13 de febrero de 2014

ME voy conformando con pocas cosas cada vez. Una palabra nueva de E.; su sonrisa de lapislázuli cuando trato de imitarla y ríe y me acaricia y levanta mi sombra de puro contento; observar la lluvia y percibir la humedad del tuétano de la tierra; contemplar y alejarme de las infidelidades a la poesía; leer mucho, todo lo que pueda, leer y releer la literatura y estudiarla, para así pensar que el tiempo no acaba nunca; besar y amar con determinación de siervo herido en la noche; dialogar con el que no entiende de logos para no faltar, al menos, al principio de consciencia de verdad y justicia; mantenerme fiel a la soledad y el silencio, únicos espacios favorables para la estética; también, fidelidad en la amistad, pero, ¿de cuántos amigos hablamos realmente?; como dije antes, leer y releer, como sístole y diástole coronarios; últimamente, tratar de ser profesional en el trabajo al máximo nivel de exigencia, porque entiendo en ello una consagración ética con los demás; comer con delicadeza de siroco; beber buen vino sin más ni más; escribir en este diario que roza el delirio por mi parte y cuyas ramas ya desconozco y pienso, cada vez más, que son inservibles y que están desnortadas; ser siendo y tener la consciencia percuciente de que la vida se derrumba con sucesiones de difuntos en las que pensamos que permanecemos; evocar en las ruinas la extensión de lo que fuimos, porque en el deseo puede encerrase la medida de la eternidad para el hombre.    

***

Literatura es todo texto que convoca a la belleza en sus hechuras y las actualiza en una forma para siempre. 

  
-¿VIVIR?

-Una fastuosa ilusión.

-¿ESCRIBIR?

-Surcos delebles en el tiempo.

-¿ENTONCES?

- En lo que somos, mortales,  jamás podremos advertir la polifonía de lo real.



martes, 11 de febrero de 2014

PARA el mortal, el dolor es siempre pregunta, el placer, respuesta. En la poesía no existe el placer para el mortal, siempre es dolor lo que siente, lo que percibe, pues nunca la poesía habita en el hombre que la consigna en una forma y en una aritmética. Esa es la maldición del poeta, la posesión ensoñada de la poesía. 
LA vida de un escritor es inmenso laberinto hueco. Nadie conoce sus dimensiones ni nunca nadie acompañará al sujeto que lo edificó a recorrer sus cauces y galerías. Cada vez más, soledad y silencio nutricios. 

sábado, 8 de febrero de 2014

SE sucede la lluvia. Su tintineo en los cristales trae el rumor del lino. Gris, aterciopelado, el cielo es un montículo en lo alto que inunda los ojos, los hace restallar de pura contemplación. 

En la mesa, libros. Observo el retrato de Giacomo Leopardi que asoma en la portada de la edición de Zibaldone di pensieri. Levemente esquinado, la rectitud de la pose del poeta me agrada, así como la sinuosa sonrisa que dibuja sus labios. Una nariz pronunciada, el cabello desmelenado y ralo, pero, sobre todo, los ojos...esos ojos cargados de infinito. 


jueves, 6 de febrero de 2014

EN la secuencia titulada "Madrigal", el sujeto lírico expresa a Platero una idea altamente lírica: "Hay, Platero, bellezas culminantes que en vano pretenden otras ocultar". El texto, leído de principio a fin, confronta tres imágenes que terminan  siendo la visión poliédrica de la belleza literaria: una mariposa que, concebida junto a su sombra, es dualidad; el estado de ánimo que vuelca el sujeto al contemplarla y, por último, la propia poesía vivida y encarnada. 

El platonismo del texto resulta sutil tras una lectura inicial, pero edificante en sucesivas relecturas. La mariposa va siendo, a la luz y en las sombras, ser cambiante. Metamorfosis misma que, a pesar de esto, jamás abandona el centro indudable de la poesía, el jardín que se menciona: "Toda se interna en su vuelo, de ella misma a su alma, y se creyera que nada más le importa en el mundo, en el jardín". Esa mariposa es la epítome del silencio y de la soledad connaturales al "poeta verdadero", de ahí la identificación con su vuelo. Volar en solitario para la mariposa es como el "deleite del verso" para el poeta. 

Por último, como siempre pensé que Platero era "la sombra" del sujeto que proyecta J.R.J. en el libro, es decir, otro alter ego del ser ficcional en que se desarrolla toda la naturalidad y la comunicación impropia de los mortales en relación con la naturaleza, estamos ante la contemplación de un ser desdoblado, la mariposa, por otro que igualmente se hace así, hombre demediado. Un juego especular que se concita en un breve pero intenso texto que apunta hacia la poesía "pura y sin ripio", es decir, hacia la poesía que armoniza la palabra y el silencio con la naturalidad y el vuelo de una leve mariposa en el jardín.

Me ha recordado esta lectura a los versos del poema de Rubén Darío que dicen:

En mi jardín se vio una estatua bella 
se juzgó mármol  era carne viva
un alma joven habitaba en ella
sentimental, sensible, sensitiva.  

martes, 4 de febrero de 2014

PASÉ la noche sin dormir y la aproveché para escudriñar la noche misma, los entresijos de la duermevela. Al principio caí en un laberinto ensoñado, de luces y rincones sombríos; con el tiempo, el tiempo en la noche es transfiguración, una luminosa consciencia se hizo llama y encuentro. desde ese punto, ningún recuerdo en la memoria fue posible en la memoria.

Dice un señor que él es "escritor" y que lo propio de un escritor es expresarse en todos los géneros literarios. Entiendo, después de su afirmación, que él se considere un "escritor", ningún escritor deja de ser un escribidor cuando así se considera. En este galimatías que escribo tengo por seguro que el que se siente escritor está ensanchando las dimensiones de su yo, de su ego, de la vanidad y que el escritor puro siempre se siente lector, que es la condición del tú, esto es, de la otredad y de lo cambiante. 

El señor que se siente escritor pasa a sentirse gran escritor y acumular, en las faldas de su egolatría, todos los elogios y también todas las miserias. Por otro lado, el lector y la condición de lector siempre implica un estar siendo, una poliédrica estación del ser.