jueves, 30 de enero de 2014

EL texto se titula "El mejor amigo" y fue escrito por Juan Ramón Jiménez en 1935. En él podemos leer unas declaraciones excitantes, al menos, para quien ame la soledad sonora del encuentro con uno mismo. 

"Te prefiero,[...], para todos los días a cualquier otro amigo hombre. [...] me das la compañía y no me quitas la soledad (esto que también te digo tanto) y, al revés, me consientes la soledad y no me dejas sin compañía".

Se dirige a Platero y es un hermoso letargo lírico que desdobla al sujeto. Es una estampa de dimensiones estéticas plásticas, que desorbitan lo esperado por el lector: "Juntos oímos los pajarillos lejanos, olemos las rosas, bebemos en la fuente, callamos, comemos naranjas, sonreímos, miramos las nubes, nos revolcamos en la yerba; todo eso que dicen por ahí, en las reboticas, que no es propio de hombres". 

El poeta se proyecta, con afán panteísta, sobre la realidad toda, abarcando la realidad en todas las dimensiones posibles, ínfimas e inmarcesibles. Con el predominio de los verbos ("oímos, olemos, bebemos, callamos, comemos, miramos, nos revolcamos") el poeta despliega y agudiza las acciones humanas en apariencia menos trascendentales para revestirlas de solemnidad e importancia.   

Hay, por último, una expresión casi inapreciable por el lector y que tengo para mí como un giro propio del poeta moguereño, a saber: "os gusta también todo eso tan delicado que a mí también me gusta, y no se avergüenzan de ello . Lo delicado, Platero, ¡que problemita!".

El problemita de lo delicado que ha confundido a tantos poetas lectores que quisieron reducir a J.R.J a un barbudo exquisito, hiperestésico y no encontraban al enorme poeta, voz y epítome de la claridad en poesía. 

*** 

En un verso de Luis Rosales leemos:

"Y todo cabe dentro de la verdad"

Es una poética comprimida en un verso de reminiscencias bíblicas y que con tanto tino insertaba Rosales en sus poemas. Sin embargo, me detengo y subrayo un pasaje que entronca con Platero y yo y que, en resumidas cuentas, sugiere la realidad única a la que se refieren los dos poetas de formas tan distintas, a saber:

"[...]
Al llegar este instante he comprendido
que, a veces, es preciso descansar de vivir,
que todo vuelve,
que todo ha de tener, al fin, la estatura de un niño
[...]"


Quizás la poesía, me digo, es una forma múltiple del mismo origen. Transformación y permanencia.





miércoles, 29 de enero de 2014

EN una lápida, no recuerdo si en Mérida o en Roma, leí, hace años, lo siguiente:

Eram quod es, eris quod sum.

Yo era lo que tú eres; tú serás lo que soy.


martes, 28 de enero de 2014

LEO algunos versos de Las ninfas de Fiésole de Boccaccio y, tan pronto lo hago, revolotean al recuerdo las imágenes de los paseos por aquellas tierras italianas. Amor, amor es quien guía mis palabras...pareciera decir el sujeto lírico de este hermoso poema. Amor entendido como epítome del sucinto y recóndito lugar que entorna misterios cuando uno lo contempla, porque si algo es aquella tierra de lomas y cerros oliváceos, de higueras amoldadas a los márgenes del camino, del paraje donde las cañas, las altas cañas, encauzan su melodía al viento, si algo es, si algo son, repito, el trigo, la luz, las piedras milenarias, el río transido de memoria, es contemplación pura.

Emboscado en algunos versos que brotan, como savia, deshuesados y casi yermos, trato de someter las mañanas a la música y el silencio. En ellos estoy más que en ningún otro lugar, otro sitio, a pesar de su desfigura y trazo extinguido. No son nada estos versos mas soy todo en esa nada. Convocatoria, comunión momentánea que con ella misma basta. Y yo sobro todo.  Ser algo en nada. Con la sola presencia en el recuerdo, basta; la sola memoria que casi ya no reconoce lo que fue.    






lunes, 27 de enero de 2014

LO recuerdo hoy porque hace diez años que murió. Murió el poeta de edad, cuando la edad en su vida se hizo tiempo. Ranucio Tomassoni fue un poeta limpio, de honda palabra. Lo conocí en el sur, cuando tomaba los caldos de la tierra en que nací y sus ojos se perdían con el confín del Atlántico entrado al levante.
Con él mantenía una amistad fecunda y, con los años, se había convertido en una referencia para mí. Me fijaba en su porte, en su mirada, en sus versos, en el proceder estiloso de su acento mediterráneo que anhelaba la brillantez del sur.  Sus versos hoy resuenan con virulencia en la figura soñada de su presencia:

Antes seguí deseos y esperanzas;
ahora tengo un espejo ante mis ojos
donde miro y veo mi fracaso;
y todo cuanto puedo me preparo
para el fin de mi vida que es tan corta,
pues apenas fui niño y ya soy viejo. 

domingo, 26 de enero de 2014

UNA música, Corelli; un texto, La vida es sueño de Calderón de la Barca. Como suele ocurrir con las magnas obras artísticas, los lectores, los escuchantes piensan que ya lo han escuchado, que ya lo han leído. Una construcción sintáctica perversa y que simplifica demasiado la naturaleza de la obra de arte. ¿Por qué no, lo percibí, lo escuché? La acción y la consecuencia, qué y cómo; con un tiempo perfecto, cerrado en el pasado, quizás nos estemos acercando a sus propiedades con más acierto, pues  las obras de arte se manifiestan en el otro eventualmente; y lo que de ellas queda de forma permanente es tan solo esencia, recuerdo, aroma. Para humedecer estas reminiscencias, debe uno acudir a las mismas fuentes en las que hundió sus horas de aprendizaje.  

Uno y otro verbo tan solo marcan el comienzo de una relación entre un individuo y otro gracias a una forma artística que los enlaza. Existe, además, un territorio nonato para el uno y el otro, el de las significaciones, esto es, música-texto, autor, lector, significaciones. Este último paradigma crea un razonamiento del mundo que ni el autor ni el lector conocen hasta que se produce el encuentro formal. 

***

Cuando el que reseña un libro o critica una obra o escribe la lectura de otro texto lo hace por otros valores que no son los literarios su texto expele un olor insoportable a podredumbre... tanto como el que desprende el sujeto que reclama que hablen de él. 

***

"Decir que sueño es engaño;
bien sé que despierto soy
¿Yo Segismundo no soy?


La galería de ensoñaciones de un hombre que va siendo una diversidad.  Estamos ante uno de los logros estéticos del arte barroco: la realidad es poliédrica, observable desde los más diversos ángulos. Esa postura conlleva una deformación del mundo, en mejor decir, de la mirada sobre el mundo.  Es la misma interrogante retórica que utiliza Leopardi en el delicioso poema "Il passero solitario":

[...]
"che di quest´anni miei? che di me stesso?"
[...]


Y, en un juego intertextual, cuando comienzo a releer a Petrarca (cosa que realizo a diario, como terapia poética, pues este poeta está junto con Dante en el parnaso personal del que derivan todas las sugestiones poéticas de mi tiempo, del sujeto que escribe estas líneas) me encuentro, decía,  en ese relectura, con los versos siguientes que emparentan y transfiguran en eco la obra de Calderón:

[...]
"Quanti son già felici morti in fasce!
Quanti miseri in ultima vecchiezza!
Alcun dice: "Beato chi non nasce!".

[¿Cuántos murieron, al nacer, felices?
¿Cuántos en la vejez míseros fueron!
¡Dichoso el que no nace!, dijo alguno.]  




  

sábado, 25 de enero de 2014

EL trasunto ficcional en que se proyecta Dante, es decir, el yo lírico que protagoniza la Commedia, se encuentra con tres animales al comienzo de la obra, a saber: una onza, un león y una loba. Simbólicos todos, encarnan las tentaciones iniciales de las que debe huir justo antes del encuentro con Virgilio. La lujuria, la soberbia y la codicia en grado sumo se atraviesan en el camino fragoso y salvaje en que se encuentra inmerso tras la ensoñación. 
El personaje ficcional vislumbra, en ese camino, una figura que se caracteriza por el silencio. Un hombre demediado, que fe mortal y que ahora no lo es.  Con los ojos cargados de lágrimas conmina a Virgilio que lo rescate de dicha afrenta y mencionada estación de su vida. 
Virgilio es la razón luminosa frente al desiderio del mortal. Estamos por tanto en los comienzos del umbral, en el rito iniciático de la obra y, por supuesto, del que la la está leyendo en estos momentos en que tú mismo lees estas palabras. 

viernes, 24 de enero de 2014

LA esterilidad es el estado natural del poeta. Por eso la escritura es un hecho excepcional siempre.

jueves, 23 de enero de 2014

LO tenía anotado en las guardas de una edición de san Juan de la Cruz. Está escrita a lápiz, con letra menuda y una caligrafía que evidencia que la situación (que no recuerdo, que no logro establecer, que no importa en realidad un punto en esta secuencia) no era muy favorable a la escritura sosegada.  Puede leerse:

“Valéry solucionó el problema de las poéticas: `Hay certidumbres inexplicables´”.

Esto mismo me hace recuperar el libro de Valèry que más aprecio, Cahiers. Recuerdo las semanas en que devoraba, -como decía Boswell del Doctor Johnson-, caninamente las páginas del escritor francés. Siempre prodigiosas en el fondo y la forma y ante todo estimulantes, altamente beneficiosas para muscular el intelecto pues lo hace transitar por recovecos que antes no habían sido pensados de la realidad. 

Un estímulo impropio es la poesía. Dice Valèry que estar solo es estar con uno mismo, y que esa acción es siempre ser Dos. Dualidad que Platón mencionaba desde el comienzo de sus pensamientos entroncando con las pretensiones de los presocráticos por establecer las dimensiones del mortal; de la misma forma que el pensamiento oriental se desarrolla en una fuerte confrontación entre uno y otro y la fusión de esos contrarios. 


El individuo es un espacio de posibilidades, un tiempo para el encuentro del uno y el Todo. De esa comunión es posible que algunos mortales propongan experiencias estéticas: el arte. O que nunca tengan la capacidad para desarrollar lo estético aun habiendo tenido notables experiencias éticas y de pensamiento. El propio poeta francés decía: "La posesión del lenguaje está en relación recíproca con la fuerza del pensamiento". 

miércoles, 22 de enero de 2014

AYER, por la tarde, escuchaba "La canción de la tierra" de Gustav Mahler. Mientras sonaba, releía algunos pasajes de Thomas Mann, sobre todo, de las disquisiciones de Tonio Kröger sobre las diferencias en la sensibilidad ante el mundo. Bellezas extrañas las dos, la música conjuraba una secuencia de celestes destellos, armonías mixturadas desde el espíritu exasperado del compositor. 
Mann, por su lado, volcó en este relato buena parte de lo que después sería la mágica escalada a la montaña y, sobre todo, el personaje de Doctor Faustus, Adrian Leverkühn. Tonio es un germen que nació con hechuras de plenitud. 

Un poeta me afirma que acaba de visionar un libro, que todo él está en una visión. ¿No es eso, acaso, suficiente? El poeta en la claridad. El poeta dando brazadas en la perversa forma de la palabra. ¿No será la palabra el encuentro con el caos? 

El sendero de Rilke, en Trieste, era armonía. Su recuerdo, fogonazos de aquella comunión. Recuerdo que nos perdimos por unos momentos junto al acantilado: nunca habíamos estado más plenos y situados. 

En Almería, por la noche, junto a la orilla, dos cuerpos. Se besaban, se amaban, desaparecían en los reflejos del satélite y volvían a aparecer. 

Los senderos se bifurcan hasta expandir el tiempo y el cuerpo en jardines secretos de la noche. 


martes, 21 de enero de 2014

"TAMBIÉN vosotros soñáis con vuestro origen, ¡oh moradores de la tierra!", exclama filosofía al poeta. Metáfora de los dioses presocráticos, Boecio condensa en Filosofía la causa y el origen en una combinación estética portentosa. Prosigue ella misma: "Medita, pues, si los hombres pueden alcanzar el objetivo que buscan por los medios con los medios con que pretenden conseguir la felicidad". Advertencias, apóstrofes de una evidencia superior y tan necesaria para el hombre actual. No hay en Boecio la consolación tal cual sino la necesaria virtud de entender al hombre fuera de sus propios lastres. Leamos: "¿Cómo no concluir que es falsa y engañosa la apariencia de felicidad que transmiten?". 


Hoy es Anton Bruckner el que aroma la mañana. Anoche terminé de leer el relato de Thomas Mann, "Tonio Kröger". Tenía anotaciones en los márgenes que mostraban mi torpe lectura de hace años. Son el rastro de uno de los individuos que he sido y es una huella sospechosa, ¿tanto como la de ahora? Probablemente, el continuo no nos permita la contemplación en su totalidad. 

Uno, dos, tres versos en el papel. Nada más.




   

domingo, 19 de enero de 2014

AQUÍ estoy y estoy en la tarde. Los lomos de los libros son mi paisaje: colores, tamaños, grosores, aritmética desgarrada de la belleza. La diversidad de los libros, sus temas y demás fantasías, las fábulas encerradas en cada página, la música perdida en los poemas que están guardados en la sombra. Todo es un confín a mis ojos. La música de Bach encera la contemplación, el silencio lo atraviesa todo, sin consuelo, sin condolencias, sin nada más que el silbo de la soledad nutricia. La soledad sonora, la músicas callada. 


sábado, 18 de enero de 2014

EL desasosiego es la consecuencia de las contemplaciones. Uno comienza a ahondar en sí mismo, a replegarse como un gusano en metamorfosis para tratar de desplegar unas alas, inmensos alientos del alma. El cuerpo, la cabeza, las extremidades se hacen de otra materia, de la misma materia, con forma dispar. 
Así la literatura, la palabra bella, justa y verdadera. Una verdadera consolación ética para el mortal es lo que propone el verbo, en su principio de razón y de luminosa esencia. Del dolor y la razón. El  encuentro entre el dolor y la razón como epítomes de la condición humana. Finitud y trascendencia. 

Solo el mortal que contempla el final de sí mismo, que atisba el límite, lo trasciende con la razón.      

viernes, 17 de enero de 2014

SI tuviera que escoger, en estas semanas, estos días, a un escritor, diría: "Boecio", como hace poco hubiera pronunciado el nombre de Cervantes o hace años a Montaigne, pues todo es cambiante, máxime el aire que esparce a la contemplación estética. Boecio encarna en estos días la consolación en la literatura y el pensamiento.Una verdadera comunión estética que trasciende sus versos, sus palabras hasta imbricarse en una profundidad desconocida para mí hasta ahora. Es, quizás, la paz y lar armonía de lo bello, la participación momentánea y puntual de la belleza que, para un mísero mortal es vislumbre y trastoque de su corta condición.  

jueves, 16 de enero de 2014

LEO a la intemperie, entre un griterío y un tumulto; alguien se me acerca y me pregunta si puedo leer entre tanto ruido. Lo miro con la felicidad contenida de saber la respuesta y de tener la confirmación de aquella acción. La lectura es acción humana, no pertenece al ocio ni al tiempo libre. Es vida y virtud. Leer es revolución. Rito de silencio. 



miércoles, 15 de enero de 2014

SIGO con los versos de Petrarca, releyendo vorazmente. Como sucede en la parábola bíblica, la tempestad en calma, el espíritu se complace ante lo contemplado. Palabra en armonía sin amarres temporales, sin anquilosamientos, antes al contrario, fértil, inconmensurable y rítmico verbo incendiando el significado del corazón. 

martes, 14 de enero de 2014

CUANDO la poesía brota y aparece, se muda todo en su color y en su esencia. Una tremenda mudez para el resto de palabras; una tan alta y caprichosa orfandad, que quedo en aleteo y en abismo. Suficiencia. Rito de silencio.

domingo, 12 de enero de 2014

NECESITO escribir en esta bitácora el verbo leer. Es el que da vida y sentido a la escritura, la estirpe nutricia de toda letra, palabra, enunciado que se edifique al calor de una idea o una propuesta estética. En estos días, leo un libro soberbio de Richard Tarnas, La pasión de la mente occidental. Las novelas me aburren, son tediosas escrituras que quieren dirigirse a un divertimento vacuo sin ningún contenido estético con el poder de la palabra y sus formas de relación. Los libros los escojo sin pensar ya en el supuesto género que las acoge. Observo más virtuosismo en este ensayo de Tarnas, en cuanto a la estructura y la técnica, que en otros textos supuestamente narrativos. ¿Quién recuerda la lista de las mejores obras narrativas del 2010, por ejemplo?

Sí recuerdo, ahora, en la mañana las páginas que Tarnas le dedica a Petrarca y cómo asimilé lo que analiza este autor del italiano; así como la necesidad, en estas décadas, de que se produzca esto mismo. Me refiero a una reeducación de Europa a través del trato directo con los textos que han configurado lo que somos, el corpus de nuestra identidad ética y estética. Algunos autores ya han brujuleado esta dirección como un cauce necesario para configurar la nueva literatura. Para hablar de nueva literatura debemos tener presente la existencia de un declive. ¿Existe o son ilusiones vagas de un leve lector? Considero esta una etapa de transición, de tanteos, de reconfiguración de la literatura. Observo, además, el ímpetu de los autores por querer convertirse más en afamados ciudadanos de turno que en excelsos creadores solitarios. Quizás, en esta falta de autoridad, de modelo, de paideia literaria resida el marro de los escritores nacientes. 

Me llegan los libros del poeta catalán Enrique Badosa. En concreto, Cuaderno de las ínsulas extrañas, Historias de Venecia y Mapa de Grecia. Voy leyendo los poemas de este último título mencionado y alcanzo a creer que hay mucha verdad literaria en sus versos. El poema que principia el volumen mencionado es un delicado manifiesto estético. Adquirí la primera edición, en Plaza&Janés, del 79, y pienso en la poesía reinante de esas décadas en confrontación con estos textos. El poema titulado "Los límites de Grecia" funciona como obertura de los temas y motivos que atraviesan los poemas posteriores en forma de topotesia:  

[...]
¡Y toda Grecia es centro de luz!
Y más que nunca pregunté, pregunto
qué comienza y qué acaba en la belleza. 



  

jueves, 9 de enero de 2014

TODO está resguardado por una cháchara constante, una hojarasca que trasluce solo la condición humana miserable y deja apartada a los ojos la belleza constante. 




miércoles, 8 de enero de 2014

MIENTRAS tomo el último sorbo aterciopelado y caoba del pal cortado que me acompaña, E. agarra dos libros de la biblioteca. Uno es de T.S. Eliot y otro de Leopardi. Los coge, pone uno encima del otro y le llama la atención el color blanco y el parecido que los dos volúmenes presentan. 
E. ya comienza a construir sus primeros enunciados. Siempre que coge un libro me mira para comprobar que no corro hacia ella para decirle que debe dejarlo en su sitio. En este episodio, ella se adelanta y me los da. Con su dedo señala un verso que tengo subrayado en color azul. "To be conscious is not to be in time". 
El otro subrayado que sorprende a E. es el que tengo junto a algunas anotaciones en el poema de Leopardi intitulado "El pensamiento dominante". De buena gana lo transcribía por entero dada su excelencia, al menos para mi criterio, pero me quedo tan solo con los que se enredaban en os deditos de E.:

"Cualquier hermoso rostro me parece
casi fingida imagen
que a tu rostro imitó. Tú, sola, fuente
de toda donosura;
tú, la sola belleza vedadera".

A ella, sin embargo, cosa natural, le fascina que le entone el poema de Darío: "la princesa está triste...". 

martes, 7 de enero de 2014

DE la película  me ha fascinado todo. Hacía tiempo que no íbamos al cine pero, sobre todo, que no vivíamos en una sala las excelencias del arte cinematográfico. La grande bellezza de Paolo Sorrentino rescata lo mejor de Fellini, al menos, lo que más nos conmueve y emociona del autor italiano y presenta su propuesta estética con un alarde de inteligencia sobrecogedora. Lee la tradición en el mundo contemporáneo. La pudimos ver en versión original, con lo que la película nos conmovió aún más dado nuestro deleite compartido por la lengua de Leopardi. 
Quisiera poder escribir descarnadamente, ofreciendo la omnímoda y vacua forma de vida de los hombres y la anhelante sensación de ser acometidos en el espíritu por una fuerza  insondable, turbadora, que nos empequeñece a cada instante. Eso es lo que hay en la película, la frivolidad de los días de hombres eruditos y cultos junto a sus miniaturas ante la belleza, la gran belleza como búsqueda. El remolino de la mundanidad mixturado con lo sublime, eso es ser hombre e Italia, en sí, es uno de los lugares en que mejor se pueda evidenciar esto mismo en la consciencia de un hombre.   

La música ceremonial, la fotografía excelente de una ciudad no solo amada sino vivida en el tuétano; pues Roma es la ciudad que sigue siendo esto mismo que ofrece la película. Están congraciados los días antiguos con este cine moderno. Salimos de la sala embelesados.  No existe hilo argumental instituido, la película está formada por escenas, situaciones, relatos enlazados, tan solo, por la vida de Gambardella (interpretado por Toni Servillo insuperablemente); esa edificación me causa fascinación y, así, estuvimos dialogando sobre esta y aquella escena, sobre este y aquel detalle, ora un gesto, una palabra, ora una música, una calle, la luz de Roma, que es una luz distinta al espíritu.    

Todavía prosiguen asomando por la memoria algunas de esas escenas; las vuelvo a proyectar  en el interior y todo me parece un carrusel hipnótico de imágenes y músicas  que demuestra que todavía es posible emocionar puramente.  

lunes, 6 de enero de 2014

ARISTEIA como el refugio y el sentido profundo de todas estas palabras. Estas líneas que se acumulan y acumulan son glosas a la realidad contemplada, imaginativas secuencias verbales que ahondan solo en algunos aspectos de lo que sucede; ensanchamiento de lo que sucedió y lo que pudo haber sucedido sin amarres temporales. Una desnudez que transita los espacios del "valor" como fuerza en sí misma. 
Esa podría ser la causa de que alguien decida desembocar en la escritura -y no quede leyendo perpetuamente-. La existencia de un valor o una causa que mueve, areté, y que proviene de una conjunción ajena a nuestra consciencia. Con el tiempo, el escritor se propone conocer las dimensiones y la naturaleza de ese principio. Es esa búsqueda el camino de la literatura y, por tanto, el sujeto debe mantenerse irreductible en su camino sin caer en los cantos de sirena, ni en las penínsulas extrañas, ni en los halagos ni las felicitaciones pasajeras. Su carta de naturaleza pertenece al origen y a él debe dirigirse para encontrarse definitivamente. 

Es el tiempo de congraciarse en la intimidad, con uno mismo, escuchando los ecos despampanantes que acontece en nuestro pecho. La literatura es emoción, vivencia transmitida, una catarsis que debe impregnar la composición; nada de regodeos individuales y piruetas. Si esto no se consigue tan solo estaremos expresando, sin más ni más. Entre la expresión y la creación existe el vacío del talento individual.   
Un combate personal y de permanencia vivido en una sola vida desde una posición integral.  

domingo, 5 de enero de 2014

UN texto que se suma a otro texto; una idea que deviene en otra idea, un acontecimiento verbal en todo caso que incita al pensamiento y que surge del pensamiento. Palabra y realidad, ética vertida en la armonía del verbo.  
Al igual que el filósofo se pregunta qué ama cuando ama o qué es cuando está siendo, el escritor trata de revertir el cauce del tiempo que le toca para levantar las enaguas de lo permanente. Para esa acción solo cuenta con la palabra para expresar y comunicar, he ahí el primer nivel de ficción al que debe someterse. Desde ese punto, todo lo que vaya aconteciendo en las palabras pertenece únicamente al mundo ficcional. 
Ese mundo puede poseer relaciones más o menos explícitas con la realidad del escritor, pero no son en ningún punto necesarias. Esta es la grandeza de la literatura frente a otras artes, la palabra, pues  en el momento en que comienza a  ser escrita o pronunciada se hace independiente del autor o comunicador aun poseyendo una clara personalidad que la ha configurado. 

     


sábado, 4 de enero de 2014

CON Marco Aurelio la lectura se amolda a un sosiego inusitado. Pareciera habitar uno en los moldes de una estación de perennidad, de palabra y advertencia profundas. Tenía subrayados muchos pasajes en el ejemplar, líneas completas, fragmentos por entero. Incluso había anotado un conato de verso o de poema trunco que comenzaba "Esto fue todo lo que soy".  
En efecto, en el Libro II., 2, escribe esto mismo Marco Aurelio: "Esto es todo lo que soy: un poco de carne, un breve hálito vital, y el guía interior". El guía se mantiene como un concepto percuciente durante el resto de la obra. Es más, ese guía es el que provoca la escritura de Meditaciones, el que templa y armoniza las disquisiciones entre cuerpo y el alma. 

Otra de las fascinaciones que mantengo con este autor está ligada al absoluto convencimiento de que la muerte consiste en una disolución de elementos que responden a la causa y armonía de naturaleza: "y nada es malo si es conforme a naturaleza". 

El último tiento me conduce al Libro IV. El escritor condensa su pensamiento en breves sentencias, apotegmas que desprenden un alud de estoicismo deslumbrante.  Epicteto, transmutado de Platón, en la palabra de Marco Aurelio: 

"Eres una pequeña alma que sustenta un cadáver"


El guía es lo que hace inconmesurable la obra de San Agustín, Confesiones y lo que proyecta sus pensamientos y experiencias hasta la actualidad: "¡Ni se te ocurra ser vana, alma mía, ni ensordezcas el oído de tu corazón con el griterío de tu vanidad!". 

Pero, cuando reviso estas líneas que principian un nuevo año, que inciden en las mismas lecturas de siempre con ojos nuevos, me pregunto, en una voltereta ficcional, ¿qué escribo cuando escribo?  

miércoles, 1 de enero de 2014

COMIENZO el año escribiendo en el cuaderno de color rojo, con el pequeño bolígrafo que compramos en Roma y abriendo estas letras a una meditación. Si bien toda la escritura me resulta una metalepsis absoluta, mixtura de vida y ficción, en que las líneas de una se entrecruzan y confunden con los trazos de la otra, declaro mi fe por la lectura. Una fe plena en la lectura como el único resorte para poder convivir en el mundo de la palabra. 
Desde esta credencial, el lector debe tomar en serio los libros sobre los que ejecuta esta acción vital para poder  prender en la consciencia, en la reflexión cotidiana, los artificios de la profunda mirada sobre el mundo. La lectura prepondera el Tú sobre el yo; diluye el ego en cada una de las sílabas que comienza a descodificar. Su mente comienza a desprender de sí todo anclaje y la vanidad, ante la admiración de los leído, se vuelve humildad. 
La literatura ofrece un vidrial para los ojos; un cedazo por el que la palabra sufre una traslocación de significados. En esa anchura significativa el mundo se dimensiona en estaciones y relaciones inauditas para el hombre. Leer es vivir, vivir de forma plena y, por supuesto, más humana que la cotidiana acción rutinaria. 

Así la escritura. Los dedos comienzan su orquestación: la mano dirige los pequeños trazos, el brazo se mueve al compás ternario y binario de las palabras, la espalda, el cuerpo por entero termina realizando un baile cuando un hombre se sienta a escribir. La música interna de esa danza de la escritura recorre los pasadizos de la mente, es la memoria de lo leído mezclada con la capacidad y el talento. De Apuleyo destacan su enorme capacidad de transcribir lo leído de forma nueva; así de fray de Luis, de Dante, de Rilke o de Thoman Mann. Autores sometidos a la convivencia en su mente de lo leído-vivido y la pauta inexplicable de la creación. Una respuesta, una motivación, la necesidad, el impulso, el voltaje...formas de pronunciar el comienzo de una danza, de la escritura. 
Música y memoria, la literatura rescata los días especulares del hombre para el reflejo permanente de la semilla inmortal.