sábado, 8 de junio de 2013

ASÍ los días, así la vida. Gris el cielo de esta mañana y tan gris todo excepto E. que da lecciones de qué es la pureza. Ayer estuve todo el tiempo agarrado a E., la olía, la besaba, la amaba. No la dejé sola ni un minuto y cuando, por la noche, la llevé a la cama, estuve mucho tiempo acostado a su lado. Esta mañana, dormía y respiraba, y en su repiración, se anunciaba una música, la música de la noche. 
  
Bajé al salón y agarré el libro de Simmel junto al I Ching. Los leí, los subrayé, trataba de encontrar una suerte de lectura alquímica que mostrara las direcciones en el jardín de senderos que se bifurcan. Recuerdo entonces que uno de los poemas de Jorge Luis Borges que más me han apasionado siempre es el que se titula "Para una versión del I King":

El porvenir es tan irrevocable
como el rígido ayer. No hay una cosa
que no sea una letra slenciosa
de la eterna escritura indescifrable
cuyo libro es el tiempo. [...]

Escribe Borges estos versos con una intensidad singular, que el el lector percibe nacida del alma, como si hubieran brotado esas sílabas para decir la verdad que atesoraba el argentino.

[...]Nuestra vida 
es la senda  futura y recorrida.

El I Ching muestra, incluida esta nueva etapa milenaria, que las verdades del corazón y los impulsos que lo dominan son los mismos en uno y en otro extremo del mundo. Dice C. G. Jung que este libro tiende a contemplar la realidad desaprobando nuestros procedimientos causalistas. Prosigue afirmando: "el momento concretamente observado se presenta a la antigua visión china bien como un acaecimiento fortuito que como resultado claramente definido de procesos en cadena concurrentes y casuales".

Esta apreciación y esta contemplación del mundo está muy cercana a lo que uno entiende como lo poético: una confluencia de acontecimientos que establecen una presencia de la verdad, de la belleza y de la justicia. Culmina Jung: "la cuestión que interesa parece ser la configuración formada por los hechos casuales en el momento de la observación". 

De este modo, tratando de desvincular el razonamiento de las causas estéticas y éticas, de todo lo que acontece, voy encontrando en el mundo otra paz, otra estancia menos cerrada y conclusa. En este razonamiento no me topo con conclusiones finitas, antes al contrario, campos abiertos se muestran a los ojos; trigo, girasoles que cada año mostraban el sendero y que ciegamente contemplaba  interminables a mis ojos. Es, en esa ilimitada figuración, donde proyecto mi ser, donde el cauce del pensamiento comienza a encauzarse. No hay hombres, individuos, solo esencias. Es el río de Heráclito, el umbral de Parménides, el daimon, el infinito de Leopardi, el ángel de Rilke, la Commedia de Dante, la noche de san Juan de la Cruz ...momentos estelares del alma manifestados en la palabra y en la consciencia. 
  
El propio Jung lo aclara en un párafo ejemplar: "En tanto que, cuidadosamente, la mente occidental tamiza, pesa, selecciona, clasifica, separa, la representación china del momento lo abarca todo, hasta el más minúsculo y absurdo detalle, porque todos los ingredientes componen el momento observado". 

Para la poesía y para la vida, el momento observado es un todo en que actúa hasta lo desconocido para nuestra razón. Me detengo en el I Ching para leer -agrandando el propio concepto de lectura- Tui/ Lo sereno, El Lago. En este punto, la alegría se manifiesta en lo interior, en la firmeza y fuerza internas que se muestran con dulzura a lo externo. El dictamen es claro: Lo sereno. Éxito. Es propio de la perseverencia. Hexagramas que fecundan una extraña participación del Cielo y de la Tierra en lo creado.       

*** 

Naturalidad en la poesía y claridad. Es un credo que uno adopta para tratar de hacerlo personal. Fue el modo de los hombres renacentistas, de los que consideraban el arte como un fruto nacido de la tierra misma. El arte considerado un fruto que ha brotado natural y que ha sido contemplado en su justo momento de verdad y de belleza. Dice Simmel al referirse a la belleza de Florencia: "Uno entiende por qué aquí surgió el Renacimiento, tiene la primera sensación de que toda belleza, todo el significado al que aspira el arte es un ente surgido de la apariencia natural de las cosas y que los artistas del Renacimiento, incluso los de mayor estilización, tenían razón al pensar que solo copiaban la naturaleza".

La apariencia natural de las cosas es el principio de la poética, ¿cómo consegurilo con la palabra?