jueves, 30 de mayo de 2013

HAY un camino en medio del bosque. Uno, dos, tres, cuatro troncos a la derecha. Y hasta ocho en la izquierda, asomando su portento y su figura. El camino se intuye húmedo y posee en su centro una leve hierba que crece. Todo es un punto de fuga que amarillea, que conduce a un confín, pero todavía, tenemos la vista en el inicio del camino. Ese camino ha sido la noche entera.
He recordado el sendero rilkeano en Duino, el que recorrí con M.C. sin dejar de asombrarnos  a cada paso, en cada uno de los enigmas que allí sucedieron. 

El camino invita a la meditación, también a contemplar su estado. Siempre el comienzo de una andadura es un símbolo y una exploración, quizás la lenta meditación del ser que somos. 


*** 

En algunas ocasiones, compruebo que hay lectores que no se enteran de nada o que se han enterado según sus intereses. El lector debe dejarse igualmente a un lado e intentar proyectarse en el individuo que escribió el texto, pues no de otra manera podrá pensar el mundo para hacerlo nuevo. 

*** 

Siempre las preguntas muestran la preponderancia del ego. Son peligrosas no porque en sí lo sean, sino por el propósito encerrado. No soporto una pregunta que no comience un diálogo fructífero, que no inicie un descubrimiento. Es ahí cuando, cual Sócrates, comienza la usurpación de lo desconocido. Lo demás son meras afeites y delectaciones. 

miércoles, 29 de mayo de 2013

HE PASADO el día con mucho miedo, con un terror intenso y deseseperante. Es la cercanía al límite de la luz y de las sombras, a la enconada consciencia que otorga la literatura. Es un abismo la vida entonces y me invade un desasoeigo que hasta el momento no he podido controlar ni razonar con nadie. me siento sombra u hombre vivo.
No creo que esa melancolía pueda ser comunicada a través de la palabra, pues estoy, cada vez, más convencido, de que el poeta es el que consigue atisbar los límites de comunicación y creación del verbo.
    
S
u
e
n
a
n los acordes de la Obertura de Lohengrin, de Wagner, pues esta música transita de lo hondo a lo hondo, de lo que todavía no ha sido razonado por la palabra hasta lo que todavía no ha alcanzado la cualidad de real, de lo que es.

Con la música evidenciamos ante nosotros que el mundo está todavía con el  velo del entendimiento sin descubrir.

***

El miedo tremendo de lo siniestro me conduce a Dante. Con él desciendo y me resguardo en el inframundo, en la tierra de la verdad y de la humedad palpitante. Existen seres de luz, de la claridad que habitan colindando con lo oscuro: es el caso de Virgilio en la Commedia. Se trata de una de las enseñanzas de Dante, pues él comienza a seguir al poeta después de decir lo siguiente: 

"Cuando vi a aquel en ese gran desierto
Apiádate de mí -yo le grité-,
seas quien seas, sombra u hombre vivo".


Es la naturaleza de la evidencia y del centro indudable del arte. Quien de él participa no teme; quien de él origina su creación, nada debe desear más que la armonía interna y silenciosa pacíficamente siendo.

martes, 28 de mayo de 2013

CUANDO las palabras salen de ti, de ti mismo, solo de ti, de tu encuentro con el mundo, no eres tú quien habla o escribe, es el alma de la realidad, la armonía templando tu espíritu. Una totalidad polifónica en tu medida monódica, la respiración templada del organismo con la respiración del mundo siendo una.  La presencia de los límites traspasados, luz de luz. Es el rito de silencio, el murmullo de la transparencia, el canto de la semilla, las contemplaciones. 

  

domingo, 26 de mayo de 2013

ESCRIBIR, en mi vida, se ha vuelto un trabajo a la intemperie, una labor que no entiende de circunstancias ni de condicionantes. Escribir mientras se vive, por entero y fortuitamente. Si antes lo hacía con cierta parsimonia, con la tranquilidad de las horas por delante, sin otros compromisos mayores, ahora E. y las labores cotidianas van cercenando ese espacio que, para uno, era casi sideral. 
Sin embargo, diré que es ahora cuando comprendo que escribir es una acción inaplazable, mucho más que en tiempos pretéritos. En estos meses se ha convertido no en una práctica, no en una manía, no en una necesidad: escribir se ha vuelto la vida misma, tanto como leer. 

Entre una actividad y otra media un matiz semántico poderoso. Mientras que la lectura virtuosa es siempre una acción trascendental y extraordinaria en la vida de alguien, escribir no lo es casi nunca y puede que nunca jamás lo sea. Anoto todo con E. golpeándome la cara, diciendo monosílabos incomprensibles y pidiendo mi atención, pero es ella misma la que ha trocado todo esto en una razón y una verdad insoslayables.

Hemos estado en Zahara de los Atunes y en Vejer de la Frontera. En Zahara una nube se acercó cuando estábamos en el Faro Camarinal: tenía barba y utilizaba unas gafas amarillas. Llegaba rodeada de rabilargos y salía de una casita verde o amarilla, no lo recuerdo. Nos dijo algo de la luz y de la alianza. Se fue pronto, pero sus palabras querían la esencia y deseaban la verdad.

 
 ***
M.C. nunca había catado ni el pargo ni el borriquete. Así que cuando le pregunté a la camarera qué pescado de pieza tenía frecso, no lo dudé. El  pargo poseía todas las delicias de un lomo blanco y fresco, bien hacinado a la plancha y acompañado por un vino de Sanlúcar de Barrameda, Castillo de San Diego; ese maridaje es todo un gozo para el paladar. Acompañó al pargo unas alcachofas a la plancha, de dulce, y unos taquitos macerados de atún que despertaron las marismas y el océano en nuestras papilas. E. nos miraba gesticular, beber...en un momento del almuerzo, le ofrecí un poco de pescado y lo degustó con alegría. Quiso más y eso me gustó mucho; me emocionó que E. reconociera la fresca intimidad de los productos naturales y verdaderos y el sabor de mar en su pequeña boquita.  

 

sábado, 25 de mayo de 2013

HOY mientras paseaba con los amigos de Utrera, M.J. e I., por Sanlúcar, atisbé el Coto de Doñana a lo lejos. Fue una suerte de reminiscencia que tasladó toda la memoria a la infancia. 
Mi infancia es toda de luz y toda de ríos. A lo lejos, lejanamente, pero tan cerca, se mostraba el Coto, la otra banda, como decimos los del lugar. Fue entonces cuando recordé y quise susurrarle a E. en el oído unas palabras de H. Hesse: 

 "Lo que poseemos no se deja ver y apenas tenemos conciencia de ello". 
 
Uno de esos momentos de conciencia se ejecutó esta tarde. Estaba entre amigos, con M.C. y E. ¿Sería la armonía del Uno con su figura de bruma?


viernes, 24 de mayo de 2013

LA naturaleza es la arquitectura visible de la causa original.

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Persigue la inocencia en cada verso.

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Lee en la noche el himno de la luz.

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No concibo otra postura para con la literaura que la humildad y la fidelidad. El amor, en cualquier caso.

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Dicen que un hombre contiene a todos los hombres, que un hombre es anécdota, pero también categoría. No lo creo así, la categoría tan solo la han marcado unos pocos individuos, alejados, silenciosos, solitarios que contemplaban la naturaleza como una arquitectura visble de la causa velada.  

jueves, 23 de mayo de 2013

LLEVO en la maleta del trabajo un libro. Divina Comedia, de Dante, se ha convertido en el texto analógo al texto que es el mundo, que leo en el mundo cada mañana. Imago mundi, este libro es un compendio de todas las escalas del ser, por eso su lectura debe realizarse con la claridad del espíritu y no de la mera erudición. Hay que poseer una predisposición para hacer de su lectura no un mero y frugal ejercicio, sino una verdadera creación. 
  
En ocasiones, cuando presiento que el día ha resquebrajado en demasía la vida, es decir, la esencia de la vida, lo abro. Necesito reconstiturme entonces, volver a edificar el ser. Con él brota de nuevo el deseo y la fraternidad.  Es un bálsamo inmediato, pues es un libro que transforma al individuo de la sombra a la luz. 

En el "Canto XXXIV", de Infierno,  puede leer uno el pasaje final teniendo en la memoria las páginas de La República, de Platón. Unos hermosos versos que dicen:

Mi guía y yo por esa ocualta senda
fuimos para volver al claro mundo;
y sin preocupación de descansar,

subimos, él primero y yo después,
hasta que nos dejó mirar el cielo
un agujero, por el cual salimos
a contemplar de nuevo las estrellas. 

No es casual que las tres partes en que se divide la Commedia concluyan con el mismo término: "estrellas". No son pocos los vocablos simbólicos y trascendentes que guarda este fragmento: "oculta", "senda", "volver", "claro", "mirar", "cielo", "contemplar", "estrellas". Conjugados todos forman una cabalística interpretación del espíritu humano y es por eso que, a poco que uno atisba dentro de sí la razón luminosa que se armoniza en las palabras, queda rendido y humildemente embelesado ante la belleza poética y la verdad revelada. 

Se produce una metamorfosis justa del alma, pues siempre queda la reminiscencia del centro indudable de la poesía. Un recuerdo fecundo que no posibilita para la creación, antes al contrario, sino que ayuda a discriminar la literatura de lo que no lo es. Es tal la claridad en este caso, tanta la naturalidad con que el juicio se configura... 

miércoles, 22 de mayo de 2013

S
     I
        L
           E
             N
               C
                 I
                   O
                      S
                        O
                           L
                              E
                                D
                                  A
                                    D
                                      C
                                        A
                                          U
                                            D
                                              A
                                                 L
                                                   D
                                                     E
                                                       L
                                                         A
                                                           L
                                                             M
                                                                A.

martes, 21 de mayo de 2013

EN el Tao Te Ching se encierran no pocas poéticas en cada página. Leer se ha convertido en una acción trascendental en estos días; cada tarde o a cada rato que abro un libro lo imagino como un momento mágico, como una acción épica, eso es, como una epopeya que estuviera viviendo. Releo con mucho detenimiento las siguientes líneas:

La virtud misteriosa es profunda y vasta
junto con las cosas retorna
y después alcanza la gran armonía con la Naturaleza.

En primer térnimo "virtud misteriosa": la escritura como la cualidad que señalaba J.R.J. para la poesía. Una vitud que no se enseña mediante la técnica, sino que anida y es connatural al ser, al mortal. Cuando un mortal posee ese don, esa inspiración, esa predispsición del espíritu lo llamamos virtud misteriosa, pues su origen nos es ajeno al resto por siempre. De ahí que el poeta verdadero busque un origen, un centro, su origen, su centro mismo, que solo él percibe como verdadero. No puede explicarse ni definirse, acaso sentirse. de la misma manera el poeta transmite energías siniestras y enegías viatles y límpidas.

Por otro lado, la poesía es un "retorno" a las cosas, esto es, a la realidad toda, terrenal y cósmica. Esto último impregnado de la realidad suprasensorial, la que nos penetra en cada respiración y está constituida por una música y una armonía.  Esta realidad es convivida entre el lector y el autor.

Así las cosas, el fin es la armonía con Naturaleza, es decir, con uno mismo, con su origen preclaro y el centro que lo define. Esa vuelta es un reconocimiento que pocos atisban, pues se necesitan la quietud y la contemplación. 

Por último, falta por mencionar que la esencia de la gran armonía está, a su vez, definida en el siguiente pasaje del Tao:

Lo miras
y no lo puedes ver.
Lo escuchas
y no lo puedes oír.
Lo usas
y no se puede agotar.

Si la literatura contemporánea contuviera al menos la intención de verdad y de pureza que anuncia el Tao, entre tanos otros textos de este cariz, seguiríamos venerando la Literatura de forma sagrada, pero no sucede así. Los textos se llenan de vanaglorias, de ridículas disquisicones, de rencillas que a nada llevan, incluso de protopoemas que es mejor deajr a un lado, por penosos. 

Es necesario, por supuesto, el tiempo de la Literatura.   

domingo, 19 de mayo de 2013

SERENO, con la tranquilidad de la noche, trato de leer y de escuchar el silencio hímnico de las palabras. Leer es una acción sublime, que despierta en el ánimo las escondidas emociones de la verdad y de la pureza que convocan la vida. El ruido de fondo es el ruido de la vida circundante, en la que viven en la caverna no solo viendo sombras y delirios, sino creyéndose ellos mismos la luz original. Esa es la mayor mentira, la más plena, también la más peligrosa y acechante. 
Sin embargo, es connatural de la literatura, como del resto de las artes, la claridad en sus manifestaciones. Esto se trasluce en la evidente presencia de un centro indudable de donde brota serena como de manantial, de donde su música es la música del mundo en ti mismo. En esa armonía, la atonía vital contemporánea de muchos que se piensan indispensables lo envuelve todo de la bella contemplación interminable del cosmos; pues esa atonía es mera hoja podrida y seca que cae al terruño hasta perderse.  


viernes, 17 de mayo de 2013

COMO lector, pues es esa la condición que quiero para mí y para la unidad de mi vida, tengo unas palabras de Kant como un salmo inexcusable al que acudo y con el que reflexiono. Son unas palabras que abren por lo menudo todas las dimensiones de la lectura para un lector. A saber: “Entre todas las ideas, la de relación es la única que no surge de los objetos, sino que puede establecerse sólo a mano del sujeto, porque es un acto de su independencia”.

Esas relaciones, como acción y creación independientes del hecho en sí de la palabra literaria, son el territorio en que deseo crear mi lectura. Fértil, húmeda, dimensionada por las formas y los cauces de expresión, avivada por el pensamiento y siempre, siempre rítmica estación de verdad y de pureza.

***

Suena Parsifal en toda la casa. E., cuando ve que me dirijo al equipo de música, comienza a mover el cuerpecito de un lado a otro y pone una sonrisa en la mañana. “Música”, le digo, “música” y ella sigue riendo y moviéndose de izquierda a derecha. Le sucede sobre todo con Mozart y Vivaldi, pero hoy, al comienzo de Parsifal ha danzado de otra forma, con otra entereza. 
Esto me ha dejado pensando en las significaciones ocultas para mí de la música y en la universal naturaleza de su materia: el sonido y el ritmo. E. vino al mundo ya con el sonido en su cuerpo, sin palabras, solo con la presencia del ritmo. ¿Estaría reconciliando ella esta mañana, pequeña y límpida edad, su vida con el mundo?

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El ser está en constante expansión, el ser del arte y del hombre que lo vive. Ars vivendi es un estarse en expansión diversa.  Lo razona Simmel con una pasmosa claridad en su palabra. El breve texto sobre Roma consiente una intensa relectura y una continuada reflexión. Simmel nos pone en claro la diversidad que somos aun necesitando la unidad que nos configura y asiste desde lo hondo: " así, como es deber de la moral crear, a partir de los intereses desligados y antagonistas, una unidad conciliada, así también uno de los motivos últimos de la satisfacción estética consiste en descubrir o crear una unidad a partir de un sinfín de impresiones, ideas y sugerencias en constante expansión.  


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Se titula "El alba", es un solo de laúd. Parece una garganta de la aurora sobre los collados y colinas acrecentando la luz y el infinito. 



jueves, 16 de mayo de 2013


LEO a George Simmel, Roma, Florencia, Venecia, con el deseo de penetrar en el misterio y el secreto de la belleza. Un libro es un instrumento adecuado para poder llegar a ese secreto. Para tal fin, el libro, como es el caso de marras, debe ser puro, verdadero en sí, por eso me alejo de todos los mamotretos que solo jalonan lo superficial y fugitivo. Quizás sea lo clásico, como suelen llamarlo, el único recoveco, en que  se atisbe esa naturalidad del arte. Escribe Simmel: 

“Hay una pretensión de verdad que afecta la arte, más allá de cualquier ley naturalista externa a él; una exigencia que ha de cumplir la obra de arte, aunque ésta emane exclusivamente de la propia obra de arte”.

He releído este párrafo en varias ocasiones para tratar de comprenderlo en su máxima profundidad. Lo he realizado ya que no hay un solo día en que no escriba y lea y viva de acuerdo con esa pretensión de verdad en el arte literario. No puedo entenderlo de otra manera sobre todo en estos años de penuria intelectual y de festín de vanidades. Los lectores se olvidan de que sus juicios deben partir desde una posición ética plenamente pura y verdadera. Tratar de objetivar el arte, como presencia indudable, desde la subjetividad es la tarea del lector.    

miércoles, 15 de mayo de 2013

VALÈRY dijo que la sintaxis es un valor moral. Esto mismo algunos lo aplican a los escritos políticos, periodísticos o culturales de la actualidad. Es posible hacerlo ya que la lengua todo lo crea y todo lo limita al igual que la ética, pero me quiero referir al valor moral de la sintaxis en la Literatura, pues es, en la creación literaria, el espacio en que la lengua se vuelve contra ella misma, se revuelca con sus taras y sus maravillas para intentar metamorfosearse en una nueva lengua. La lengua de siempre con los conceptos de nunca. 

Si el escritor no cabalga con ritmo propio en la sintaxis de una lengua puede sucederle dos cosas; la primera, que concluya, desde la vanidad, que la lengua necesita romper sus protocolarias reglas para poder decir más de lo que dice; la segunda, que la lengua es mero conducto de ideas y pensamientos y que poco importa su elegancia y estilo. Todos nos olvidamos de la tecera, el escritor no ha encontrado ni la musica de la lengua ni la música del ser que le inspira a tañerla. Solo cuando una lengua se encuentra ajustada su ritmo y a su música, presencias del misterio creador, el lector percibe que el autor fue lengua misma y fidelidad encarnada de la ética-estética.
Este afán de armonía se vislumbra puramente en la poesía. En la creación poética no existe la posibilidad de renuncias momentáneas al valor ético, no hay márgenes ni subterfugios a lo intrascendente para la significación del poema. Un poema es un valor ético-estético tal que lo anunciaba Juan Ramón Jiménez, pero también el lector debe mantener una posición ética y de valores morales frente al escritor y sus creaciones. Un lector es el espejo de ese valor anunciado por Valèry, la cueva, la bóveda en la que resonará, si existen, los acordes de los valores y los símbolos.

lunes, 13 de mayo de 2013

CUANDO me encuentro falto de estímulos acudo a Valèry: él testituye todos los que hubieran. Anoto en los márgenes, releo lo que hubere anotado antaño y vuelvo a leer sus Cahiers de hito en hito:

"el hombre solo es hombre en la superficie. Quitas la piel, disecas: aquí empiezan los mecanismos, entonces te pierdes en una sustancia insondable, ajena a todo lo que conoces y que sin embargo es esencial".

La materia insondable que cristaliza en el arte, en la creación humana de las formas estéticas que trasladan al mundo una posición ética frente a él. Un hombre, cuando escribe un poema o levanta una catedral, está ejerciendo un acto de humanidad: ofrece al mundo lo que es del mundo. En ese momento, deja su persona para ser en la totalidad, plural, en la armonía de la condición que lo sustenta. 

Con estas palabras de Valèry me sucede lo mismo que con las que escribió Keats a Benjamin Bailey el 22 de noviembre de 1817, a saber:

"Solo estoy seguro  del carácter sagrado de os afectos del corazón y de la verdad de la imaginaciónc-lo que la imaginación capta como belleza tiene que ser verdad ...así exista previamente o no". 

Leo palabras referidas a la esencia del mundo, tanto de las que anidan en el interior del hombre como de las que orbitan en los objetos y en las ideas. Unas y otras se muestran verdaderas, puras, sin atisbos de falseamiento. En todas ellas es necesario la limpieza de epíritu para apeciarlas, al menos, para haver batir su eco coral en nuestro estrecho entendimiento.  

ESCRIBIR, escribir  no es más que una marca de la existencia. Escribir demuestra que el hombre es en su consciencia, en el trabajo de la reflexión y de la creación.
Leer es el sustento para comprender los cauces expresivos: cuánto enseña Platón y cuánto Cervantes, nos muestran magistrales fórmulas de la creación. Y el hombre, el artista, en mejor decir, dirime entre la mera expresión connatural de su existencia y la creación; afluentes del espíritu, pero materias de distinto alcance con el resto de la humanidad.

Todo el día jugando con E. He tocado sus manos, he olido su cuerpo sin descanso, hemos sonreído cuando ella lo requería. La vida por delante, tan natural y grácil, que termino el día emocionado, cargado de emociones y con las manos repletas de pureza y existencia.
  

Sunny side of the street suena en el sótano mientras termino de leer algunas páginas de Stefan Zweig y de escribir en los márgenes algunas impresiones sobre Cicerón y sobre Haendel. Nunca he sido más pleno que en los márgenes de los libros.    

sábado, 11 de mayo de 2013

NOTA escrita en el margen de un cuaderno: me pregunto si los escritores, los que gustan llamarse así, han leído alguna vez a Platón o a Rilke o a Cervantes. Sí, muchos dicen que lo han hecho, pero con el tiempo tengo más claro que la lectura es una acción cualitativa de la consciencia y no cuantitativa. Hay muchos que leen mucho pero que, a la postre, han asimilado muy poco para su propio entendimiento.  También me pregunto si alguno, en cierta ocasión, ha puesto en duda su condición de poeta o de novelista o dramaturgo y si no ha realizado el ejercicio de tantear, desde fuera de su ego, las solemnes majaderías que dicen y escriben. La humildad es una matriz olvidada en la literatura actual y el ridículo una condición exaltada por los mediocres y siniestros. .   

jueves, 9 de mayo de 2013

LEER para vivir, como grabó Flaubert en la cabecera de la cama. Expandida, como una mariposa, la vida muestra sus recovecos de humildad y de decencia. Es en ellos en donde uno debe intentar habitar en cuerpo y alma, sobre todo si conoce la anchura del mundo precedente. 
Qué es uno si no nada, una inmensa minucia pasajera cargada de sueños y deseos que casi siempre perecen con uno mismo. Leer para vivir, leer por encima de cualquier otra actividad; pues la lectura es la alianza secreta que une al hombre con la materia de sus misterios. 

*** 

Recuerdo que Bergson afirmaba: "pensar es moverse en el infinito". La literatura debe expandirse por el lado del pensamiento, no de los axiomas cerrados y herméticos, sino por el de la exploración de lo velado a los ojos. Lo demás es materia sobrante, acciones banales que no suman nada beneficioso al fenómeno literario.

Parece una evidencia apenas uno los lee, pero los textos de Petrarca, Triumphi, son tan contamporáneos que me resulta casi una redundancia introducir en un diálogo una refrencia a esta obra. La vanidad, los problemas minúsculos que se plantean los artistas, sobre todo los escritores, las supuestas proyecciones de futuro. Lo expresa Petrarca con tanta claridad desde hace siglos...
Leer para vivir y para saber contemplar que el tiempo es el Tiempo, que la palabara poética es la Palabra Poética de siempre, la que únicamente se dedica a decir la condición del mortal con belleza y justicia.  Es en este territorio en el que el poeta debe libar. 

En ocasiones, se utiliza el adjetivo "clásico" con una carga semántica determinada  y para referirse a un escritor contemporáneo. Parece que se espera poco de ellos, de los que recurren al llamado mundo clásico. No entiendo, por contra, que el mundo de las letras sea clásico o moderno, sino que es un un continuo de símbolos y de visiones. Aglutinado, armonizado por lo poético, el lector no encuentra trabas temporales entre un autor nacido hace siglos y uno de nuestros días que conviva en el mismo centro indudable de la palabra poética. Es más, escasean los que aspiran a convivir fuera del tiempo material  y sí en la perpetuidad, pues para ello deben realizarse demasiadas renuncias. 
Creo, en todo esto, que el poeta, mediante una visión o golpe de luz, entiende las razones luminosas de la poesía y de su vida y sucumbe ante el arco y el umbral del verdadero ser. Hay otros que aun  siendo turbados terminan en el reino de la vanidad y de la egolatría, de la supremacía del ego. Humildad y paciencia y armonía en uno mismo con el todo. Ética y estética en plenitud. 



miércoles, 8 de mayo de 2013

RELEÍA algunos pasajes de Historia de la Belleza, de Umberto Eco, pero sobre todo me deleitaba con algunas pinturas que ilustran los textos y glosas del libro. Uno de los pintores que me sigue sorprendiendo cada visita a sus cuadros y cada contemplación de sus trazos es Rafael Sanzio. Natural y profundo. Sus pinturas encierran todas un símbolo polifónico. 
Existe un halo misterioso en sus creaciones, una enseñanza velada en cada una de las pinturas que surgieron de su entendimiento. La pintura de Rafael es un reflejo de lo que debiera ser el verbo en poesía. Murmullo de la transparencia danzando el rito de silencio.

*** 

 ser +{...} > vida, ego = L I T E R A T U R A



martes, 7 de mayo de 2013

EL lector que camina hacia el mundo de la literatura con humildad, sabe que el camino es interminable, que cada paso es un minúsculo impulso, que cada conocimiento es olvidadizo y volátil. El lector es prudente en sus apreciaciones, pues conoce la anchura y la verdad de la palabra. La palabra es tan verdadera para el hombre, le ofrece tal pureza cuando se revela como literatura que quien de ella hace abusos y desmanes, queda retratado con un rictus de mediocridad. 

Estamos en el tiempo de la verdad y de la penuria. Abunda, sobre todo, la penuria intelectual. Hojeo el último libro de A.M.M. y lo dejo con rapidez en el montón del que lo he rescatado. He leído un par de páginas, de párrafos, de apreciaciones que, si hubieran sido escritas por otro escritor, jamás se hubieran publicado.Es un libro de paso, de encargo, al hilo de lo eventual.  
Que poca altura intelectual en quien se alza como vate y francotirador y se deja llevar en la corriente del pensamiento sin reflexión, del pensamiento político y banal de los que se manifiestan con tres ideas manidas. El novelista a sus novelas, el pensador y filósofo, a sus ensayos. Y el que de los dos decida participar de la política que cambie de cauce expresivo. ¿Tan difícil es entender esto habiendo leído a Horacio, Quintiliano, Homero y Marco Aurelio?


Decía Platón que la palabra lleva al conocimiento de la cosa. Afirmaba de esta manera que la palabra debe ser portadora de realidades significativas, pues si la selección de palabras no es más que mero rubatteo y juego fónico termina por ser nada. Cuando esto sucede en una obra literaria no terminamos pr saber si la palabra lleva al conocimento de la cosa  si fue la cosa la que impuso esa exacta palabra. 

Es lo que le sucede a la literatura que piensa que llevando el orden sintáctico a un extremo, urgando en el sonido de términos rimbombantes y de adjetivos extravagantes está nombrando más que otro discurso aparentemente mas sencillo. Sin embargo, los escritores que han querido explorar y terminar con la sintaxis de una lengua al final han sido ellos mismos los que han desaparecido.
 
En definitiva, trato de expresar que si la palabra poética no es ella misma realidad bella, justa y verdadera no estará nombrando para siempre como ha nombrado la poesía desde sus orígenes. 






lunes, 6 de mayo de 2013

EL DIARIO, como hoja volandera, otorga a las palabra su verdadera relevancia. A las palabras que acometen el sufragio de lo vivido en una jornada. Qué día o qué horas han sido restauradas en la memoria es la materia de la prosa que impulsa, con el ritmo de un tic tac melancólico, qué hemos sido siendo. Esto mismo, me digo en alto, esto mismo que sucede casi sn advertirlo.

La escritura del diario solo permite la constancia y la incisiva presencia del mortal que delata su preocupación en cada sílaba. Ígneas deberían ser esas palabras para que, pasados los días, los meses, los años, los lustros, las décadas...permitan que el lector advierta la claridad y la pureza con que fueron concebidas.

De un tiempo a este parte, la Literatura delata la falta de lectores entre los escritores. Los escritores actuales leen poco y además leen sin tino. decía Emerson que había que ser inventor para leer como es debido, esto es, hay que crear como respuesta crítica, pues ningún otro acto permite la crítica verdadera. Decía que la falta de lectores provoca, además, que la tradición no sea revivida. 
La mayoría de cenáculos y de grupúsculos literarios dicen haber leído a Bécquer, por ejemplo, o haber leído con profundidad a Rilke o a Eliot o al propio Garcilaso de la Vega. Ni qué decir tiene que todos han releído a Jorge Manrique y, por supuesto, a san Juan de la Cruz. Pero,¡dónde está esa literatura en la literatura de ahora? 
Qué distinta sería la literatura contemporánea si eso fuera cierto, si eso hubiera ocurrido de raíz en sus consciencias y no fueran más que palabras volanderas de diario, bagatelas infames de los egos.   


domingo, 5 de mayo de 2013

CONFIERE el trigo al paisaje el sol taimado y derruido por las espigas. La luz cae declinada y tomando el cuerpo desde la tierra. Al paso de las lomas colmadas de verdes y amarillos agrícolas, se suma la cadencia del aire en los cuerpos del trigo. Un vaivén sonoroso, con cadencia de mar en calma. 


Estos días, el cuaderno se llena de versos, de sugerencias, de arranques. Parece que nunca ha escrito uno nada cuando la poesía se manifiesta. Es el rebrote del origen en cada palabra, en una palabra poética que cuando se torna verbo es carne y cuando la carne lo toma en consciencia se torna misterio y maravilla. 



Hay que escribir desde la literatura, desde el convencimiento. No puede el escritor principiar sus escritos con lo que no es la poesía, pues estaría tratando de dejar a un lado su propia ignorancia del hecho. Evadir el asunto o afirmar el asunto desde lo que no es -ya lo advirtió Platón- un método eficaz y puro de conocimiento. 


Cuánto daría uno por emborronar los cuadernos con operacines matemáticas que cerrarán, de una vez, el ejercicio literario, que establecieran unas causas y unas consecuancias manifiestamente constantes... pero, qué distinto todo en la palabra y al tiemp qué igual, pues la poesía es uniforme, es una y multifome a la vez.

Tan solo un puñado de palabras en un haz iluminado. Una pequeña colección, acaso un museo minúsculo de palabras verdaderas, acaso glosas, pero desde el centro indudable de la literatura. Esa es la acción del poeta en el mundo, el deseo de verdad, bien y belleza en cada una de sus acciones. 


 

sábado, 4 de mayo de 2013


ESTA tarde, mientras daba un paseo con E., se conjuró el comienzo de un poema:

Al dulce son del aire que sucumbe
[...] 

Lo había anotado en el "Cuaderno del caminante", el pequeño cuaderno rojo que nos acompaña a E. y a uno en cada paseo. Ella ya reconoce mi semblante cuando lo saco del bolso y comienzo a escribir como poseído por una extraña causa, por la misma que Aquiles sentía inevitable acudir a la batalla al compás de los sones de la guerra. Para ella se establece un pequeño ritual que a E. le lleva a mostrarse callada sea cual sea su rebelión con el mundo. Y eso me sorprende más que ninguna otra cosa, pues nunca antes entendí el silencio nutricio, el silencio que originan las musas, hasta ahora.  

Al llegar a casa lo vertí al cuaderno de marrón.  En este cuaderno aglutino los últimos e incipientes juegos con los versos. En esas páginas comienza ya a existir un ramillete de versos fallidos en el intento de decir qué es el hombre que los escribe. Un poema, otro, unas estrofas deslavazadas, el protocomienzo de un poema.    



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Había apuntado los nombres para establecer un croquis o algo similar a un pequeño plan de trabajo.

Dante: Inferno, capítulo de envidiosos, Río Cocito, Tolomea.


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Para estos tiempos de verdades y penurias, unas palabras de Herman Hesse:

"Nada hace tanto bien en estos momentos malos como entregarse a la naturaleza, no pasivamente y para disfrutarla, sino en forma creadora".





jueves, 2 de mayo de 2013

PUEDE leerse en un libro menudo, que leí cuando era niño y que, por diversas circunstancias, ha terminado hoy de nuevo entre mis manos. En él leí, hace ya décadas, el siguiente fragmento. Está subrayado con lápiz, con unas líneas que bordean los fondos de las letras y que muestran y reflejan al lector incipiente y sorprendido de entonces.Leía: 

"el secreto era saber que su verdadera naturaleza vivía, con la perfección de un número no escrito, simultáneamente en cualquier lugar del espacio y del tiempo". 

Ese número no escrito, sinécdoque de la armonía, es la búsqueda que late tras mis lecturas y los protoscritos que realizo. Pienso en una trama que va de la lectura a la escritura y a la vida. En ese trasiego se haya una incógnita que quizás contenga mi rostro.

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Ese número celeste se representa esta tarde en algunos poemas soberbios de Claudio Rodríguez. Ni Don de la ebriedad ni Alianza y condena suenan esta tarde. Está por delante, rezagado en la mesa junto a otros volúmenes, El vuelo de la celebración. Me estoy refiriendo a los poemas y en especial a los versos que transcribiré a continuación. Todos ellos me llevan a una hermenéutica profunda, de resemantización de mi propia palabra de mi propio ser. Son versos scomo del aire, puros, cristalinos, que no necesitan de más glosa más que los silencios que los bordean y en los que deseo vivir.

En el poema "Un viento" leemos:

"Dejad que el viento me traspase el cuerpo
y lo ilumine. Viento sur, salino,
muy soleado y muy recién lavado
de intimidad y redención, y de
impaciencia. Entra, entra en mi lumbre,
ábreme ese camino
nunca sabido: el de la  claridad".[...]

En el poema "La contemplación viva" leemos:

"estos ojos seguros,
ojos nunca traidores,
esta mirada provechosa que hace
pura la vida, aquí en frebrero
con misteriosa cercanía. Pasa
esta mujer, y se me encara, y yo tengo el secreto,
no el placer, de su vida,
a través de la más
arriesgada y entera
aventura: la contemplación viva.

En el poema "Música callada" seguimos leyendo:

"Madera de temblor, sonando en cada veta
fresca, de ocre dorado,
en cada nudo vivo, cerca al tabaco mate,
con su prudencia rumorosa, dando
un toque de aire puro. Y estoy dentro
de esa música, de ese
viento, de esa alta marea
que es recuerdo y festejo,
y conmiseración. Rumor de pasos,
con sigilo sorprendente ahora
en las estrías de este suelo, nunca
ciego,de castaño.
Y oigo de mil maneras
y con mil voces lo que no se escucha.
Lo que el hombre no oye. Y toco el quicio
muy secreto del aire, y va creciendo
la armonía, junto con el dolor.
Y oigo la piedra, su erosión, su cántico
interior, sin golondrinas
desdeñosas, sin nidos,
porque el nido está dentro, en el granito,
y ahí calienta, y alumbra, hoy en junio,
la cal viva.

Y por último, y entre tros versos señeros de pureza, "Salvación del peligro":

"Esta iluminación de la materia,
con su costumbre y con su armonía,
[...]
con la alegría del conocimiento,
[...]
Peligrosa la huella, la promesa
entre el ofrecimiento de las cosas
y el de la vida.

Miserable el momento si no es canto.