sábado, 6 de abril de 2013


HUXLEY dedicó un artículo a la selección de libros que haría si su biblioteca ardiera una noche. Me he parado pensar en ello, pues creo que hay verdad cuando llegan los límites. Huxley nombra a Homero, a Dante, a Shakespeare, a Donne, a Eliot, a Tolstói, a Balzac, a Stendhal, Bouvard y pecuchet de Flaubert, a Montaigne, a Pascal, ...todo ello para plantear una pregunta final a esta selección: ¿Qué nutre mi mente? Una buena colección de libros”. A la vista de los autores seleccionados, termino por pensar que la Literatura siempre ha sido una para que el ha tenido ojos y para el que visto desde fuera de sí. 

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Puede que estas notas no sean más que caprichos, pero estos caprichos van perdurando demasiado en el tiempo y en esta vida. Se acumulan por necesarios y el encuentro que me provoca el acto de escribir cada día me hace someterme a una disciplina que ya ha perdido todo halo de cerrazón. Es pura libertad, pura alegría escribir a pesar de que uno tenga consciencia plena de la poca altura y de la peor armonía de las letras.


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He soñado con un inmenso campo de trigo. A través de sus espigas he rodado mi mano suavemente, con la lentitud del aire, con la suavidad del alma. He paseado las palmas de mis manos por las crestas de los trigos, las he peinado al viento con el sutil magma de mi inocencia. Y me he contemplado insuficiente, me he creído, de una vez por todas, minúscula espiga entre la inmensidad.

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No hay nada más ancestral en el hombre que la memoria. Platón hizo de la memoria la forma de conocimiento. Por esto escribo hoy que la música provoca la revelación de la memoria en el espíritu como ninguna otra disciplina.

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El mejor poema de Cernuda, con total diferencia del resto, es el que comienza Si el hombre pudiera decir lo que ama…

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Algunas noches me quedo en la azotea de la casa contemplando el cielo, llenándome de noche. Me sitúo en las orillas del cosmos, ante las constelaciones. Es el preciso instante en que la medida de mi espíritu toma consciencia. Una miniatura quieta, una fugaz melancolía. Y a todo esto, en esta noche de insuficiencia, El clave bien temperado, de Bach, para reconciliar al hombre con el hombre, al hombre con el cosmos.