domingo, 10 de marzo de 2013

AMANECE, que no es poco. Contemplo cómo la luz del astro va tejiendo la medida de los objetos a los ojos. Cómo lo hace me resulta poético: natural, pausado, con claridad. Cuando la luz en la mañana comienza a edificar el mundo para el hombre, ya ha querido ofrecer lo profundo en la noche. Haz y envés, discurso y llama doble.
Entonces el hombre es Jano y sus ojos son el retorno de la claridad. Como la música, puede ser vista y escuchada sin sonidos, tan soo proclamando en la consciencia su figura. 

Así quisiera la palabra que escribo; una palabra que brotara en silencio, de las raíces sumergidas, desde lo profundo, hasta tornar la realidad en una figuración y en una ensoñación. Anhelo que la metamorfosis que proclama la palabra poética ocurriera sin aspavientos, pero removiéndolo todo para el que se enfrente a ella. Una palabra que nombre lo antiguo de forma nueva, verba que traduzca el sentir de un individuo, el parecer de un solo hombre en la consciencia colectiva del mortal. 
 Desde lo individual devenir en pluralidad, desde la pluralidad arrancar a lo individual su esencia.