martes, 27 de noviembre de 2012

LLEVO dos días sin leer más que algunas páginas del Diccionario de Ramón Andrés, pasajes vespertinos y luminosos de Simone Weil, fragmentos de la Biblia y algunos cantos de la Commedia, de Dante.

Todos los diccionarios pueden ser leídos como una sinécdoque de la palabra, incluso como una galería de aproximaciones semánticas a la realidad. En todas, existe el límite preclaro al que debe acomodarse el escritor, pues la vanidad del poeta consiste en creer que su palabra sustituye al mundo. 


Bella historia la que recuerda R.A. de Angus Mac Ogg, "y con el tiempo, todos los enamorados  lo invocaron a través de los símbolos del círculo, el arpa, el cuarzo rosa y el roble". Pienso en esta historia de amor trasladada a la poesía. ¿No encierra una transformación cuando la poesía se acerca al poeta? La metamorfosis, si es verdadera, supone un verdadero cambio físico en el bardo. Una metamorfosis completa del cuerpo y el alma por siempre.


Deseo ser solo verbo, eliminar todo resquicio del sujeto. 


Una imagen portentosa de Simone Weil: "Cristo clavado en la Cruz, expuesto a las lanzas. No tener ya conciencia de uno mismo más que como de una cosa consagrada a la obediencia". 

¿Y qué ser humano entrega su vida a la obediencia sea cual sea el principio? Al fin, cuando uno no deja de explorar los límites, de trazar precisamente todo lo que lo frena para poder seguir escalando, como decía san Juan de la Cruz, consiste en entregar la ceguera a una obediencia. Eso mismo se llama fidelidad y, como si fuera fe religiosa, hacer de la fe literaria un dogma insoslayable en el que no cabe nadie más que la palabra y le hombre. Nada más. 

Porque pienso que Simone Weil, aun apegada a una determinada forma de religión, describe las cúpulas interiores del hombre. Leo y anoto: "Dios me ha creado como no ser que tiene apariencia de existir, para que renunciando por amor a esta existencia aparente, la plenitud del ser me aniquile". 
Escribo: "apariencia del existir, existencia aparente"...cuanto más clara voy teniendo la proximidad del centro, más alejado me encuentro.