jueves, 20 de septiembre de 2012

LEE uno esta tarde  algunos poemas. Me sorprende la delicadeza tan extraña que poseen los versos iniciales de Razón de amor con los denuestos del agua y el vino:

Qui triste tiene su coraçon
benga oyr esta razon.

Sucede que hay poemas que, más allá de los recursos utilizados, logran contener por siempre la presencia de la poesía, anidarla, al hacer de la forma puro concepto. Esa presencia, formalizada en palabras, termina por conducir al lector al mismo origen en que comenzó el autor. Ese espacio compartido es un centro y cuando se descubre el habitante debe quedar respirando el mundo en él.