domingo, 9 de septiembre de 2012

"LA poesía nos da a conocer las ideas (platónicas) de lo seres mediante lo particular y a modo de ejemplo". Schopenhauer, como filósofo, realizaba una defensa de la filosofía, pues reservaba para esta la capacidad para enseñar la totalidad, el universal, la esencia misma. Creo, sin embrago, que la poesía es esencial en todo caso cuando es verdadera y que comparte la sustancia central con la filosofía. Ambas disciplinas, -el propio filósofo alemán lo advertía-, intentan descifrar qué es la vida. 

Brotan de la especie, devienen de la humanidad. Me imagino a Borges leyendo los libros del alemán memorizando pasajes que luego él escribió en libros como Historia de la eternidad. Este pasaje que subrayo de El mundo como voluntad y representación merece una lectura pausada: "El individuo está enraizado en la especie, y el tiempo en la eternidad, y, del mismo modo que cada individuo no lo es sino por el hecho de encerrar en sí la esencia de su especie, tiene también duración temporal únicamente por existir a la vez en la eternidad". 
Estas disquisiciones nos llevan a enjuiciar no solo la pertenencia a lo reseñado, sino que podríamos trazar analogías con el arte, con la literatura en concreto. Suponemos una esencia encerrada en cada poema, por ejemplo, una esencia que es la verdadera estación de la poesía. El poeta ha tenido que o ha logrado visionar o imaginar o poseer la reminiscencia de esa esencia. Luego trata de edificarla con la palabra y las convenciones poéticas. para ello, deberá aprender de la música y sus artificios. Si lograra, al menos, expresar una parte de esa esencia, el lector podrá evidenciarlo con el poeta.