domingo, 30 de septiembre de 2012

SÉNECA  se dirige a Polibio en De consolación con los siguientes términos: "manos mortales, ¿qué cosa podrán hacer que sea inmortal?". Estas líneas las enlazo, en un salto semántico, con las que cierran el Libro séptima, De la pobreza, en la que podemos leer lo siguiente: "Las riquezas, los honores, los mandos y todas las demás cosas que por opinión de los hombres son estimadas, abstraen de lo justo".
Opinión de los hombres, doxa que denunciaría Platón, alejan de la esencia. Todo alejamiento es una perversión que se vuelve incontrolada, que construye lo que nos envolverá en la confusión y la vanidad.  Nada de esta actitud pertenece a las artes, pues los grandes artistas supieron ser lejos de sí mismos, supieron dictar su muerte en la vida y el pensamiento artístico. Ser hombre pensado, ajeno, desposeído de todo y crear movido por un misterio insondable que no escogemos. ¡Ay de los que se creen poetas, ay de los que piensan que su nombre vale algo en un papel, ay de ellos!  


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LA obra literaria debe contener un espíritu que la impulse desde la verdad de su existencia. Esa sustancia impregna la obra, las palabras, las ideas que laminan los versos o las prosas. El lector virtuoso sabrá apreciarlo con rapidez, pues el arte convocan las almas en lo bello. 

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E. me enseña, cada día, el mundo. La realidad es mirar la realidad: entendimiento. E. y A. nos enseñan, como filósofos estoicos, desde el origen de la vida, pues ellos lo contienen todavía. Nos lo muestra a los ojos y eso es maravilla. Es vita nuova, lo que M.Z. llamaba el culmen del arte, pues se mixturan las formas de expresar el mundo en una sola voz. 

sábado, 29 de septiembre de 2012

RECUERDA C.A.M. cómo Séneca recomendaba a Lucilio la soledad y el retiro como los fundamentos de la sabiduría. Todo alejamiento de la multitud era una actividad virtuosa; y cuanto menos te necesite la multitud más fructífera serán tus palabras donde deben serlas: en el tiempo que no envejece. Y de Séneca a Montaigne con el cedazo de la vida transmutada en palabras y en literatura. 

jueves, 27 de septiembre de 2012

miércoles, 26 de septiembre de 2012

TRATA de advertir Rilke, al final de la Elegía séptima, la tarea esencial del poeta. La compara a la piedra de las catedrales que ha modelado el cantero y que termina en la serenidad y la armonía de la piedra en el aire como un conjunto, como un todo. El poeta no debe desviarse de su tarea; si eso ocurre, su condición, si es que alguna vez la tentó, dejará de ser. Y él mismo con ella, pues la poesía es dadora de la muerte trabajada por la vida.

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EL poeta no debe conformarse con juzgar los sentimientos, tiene que darle forma: la palabra.

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EN la palabra están los límites de la vida y de la muerte; incluso de lo que se no se ha nombrado. El silencio está nimbado de un silabeo iniciático que resuena en lo profundo e individual.      

lunes, 24 de septiembre de 2012

ESTE año, lingua latina. En medio de tanto desastre, de tantos compañeros apesadumbrados y quejumbrosos, se siente uno privilegiado,  poseído por una extrañeza que nadie comprende. Entro en las aulas con una gran motivación, viviendo lo que mencionaba Curitus como el tópico del mundo al revés. Cada mañana vislumbro el mundo, con Virgilio, con Horacio, con Catulo y, en ocasiones, con Tito Livio. 

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HAY lectores inteligentes, que miran el texto con soltura, cargados de experiencia lectora, pero hay otro tipo de lector, el lector que comparte la consciencia con el autor. Ese lector es el lector necesario, el que descubre la obra como nunca antes lo había hecho nadie. Este lector posee el privilegio del descubrimiento y ,además, de la creación, pues apertura en el propio texto nuevas dimensiones semánticas que no residían en la intención del creador inicial. 


domingo, 23 de septiembre de 2012

HOY le he ido mostrando el mundo a E. poco a poco. Ella se mostraba asombrada de su pequeñez y de su infinita presencia, es decir, de la paradoja que habita en cada uno de nosotros. Ha durado unos minutos: primero ha visto una a roja, después un b azul, posteriormente una d marrón...así hasta la z. Nada existe, para los occidentales, fuera de esa tabla, el alfabeto. Al terminar de mostrárselo,  he comprobado que esa es nuestra consciencia del mundo desde el nacimiento. 

sábado, 22 de septiembre de 2012

COMO un códice medieval repleto de secuencias monódicas y polifónicas, como un códice secreto e íntimo que reproduzca, con otro lenguaje, lo que sucede dentro de uno. Eso es un diario y esa es la escritura subyugada a la vida de un individuo. Una serie de secuencias musicales cifradas, escritas en concordancia con una armonía que nos desvela absolutos y plenos al sonarla. Es una extrañeza y una continua labor que no tiene resultados ni pretende dirigirse a nadie más que al hombre. No hay florilegios, ni escritos pensados para que alguien puede deleitarse con ellos; tan solo la colocación de sílabas, palabras, frases, enunciados y textos que, juntos, aun sin haber tenido el mismo principio aparentemente, todos contienen dentro un origen, el mismo que nos hace humanos. 
El lector es una bóveda en la que resuenan los compases estipulados por otro hombre, el escritor. Los dos son las figuras testamentarias de la palabra y en los dos debe producirse la cadencia de un poso, un poso infinito, de maravillas celestes y reflexiones profundas. Todo texto poético que no conduzca más allá que del mero entretenimiento, de un pasajero disfrute, caerá ipso facto en el olvido. La poesia es memoria permanente de lo que somos, la palabra es nuestro lugar de apariciones. Sucede que la palabra queda elevada y superada cuando soporta la musicalización. La única convención que así lo ha entendido desde siempre ha sido la lírica, la única que expresa lo que es un hombre para decir lo que son todos los hombres.   
Por estos motivos, pienso que un diario no debe ser más que una sucesión de secuencias, unas monódicas, otras, polifónicas, todas impregnadas del ánimo de un espíritu permanente y habitante de un espacio sucesivo, en el centro de la noche, en el lugar en que ese códice se deshace y solo suena en su interior, pero ¿dónde reside el ser?  

jueves, 20 de septiembre de 2012

LA poesía contiene para el hombre todo lo que es, ha sido y será. Es, como palabra en esencia, el límite conocido dador del misterio.


LEE uno esta tarde  algunos poemas. Me sorprende la delicadeza tan extraña que poseen los versos iniciales de Razón de amor con los denuestos del agua y el vino:

Qui triste tiene su coraçon
benga oyr esta razon.

Sucede que hay poemas que, más allá de los recursos utilizados, logran contener por siempre la presencia de la poesía, anidarla, al hacer de la forma puro concepto. Esa presencia, formalizada en palabras, termina por conducir al lector al mismo origen en que comenzó el autor. Ese espacio compartido es un centro y cuando se descubre el habitante debe quedar respirando el mundo en él.  


martes, 18 de septiembre de 2012

"EL arte no puede no puede consistir en el contagio psíquico, porque este es un fenómeno inconsciente y el arte ha de ser todo plena claridad, mediodía de intelección".
Estas palabras pertenecen a la Deshumanización del arte, de Ortega y Gasset.  Llevo pensándolas toda la tarde; poco he escrito en el cuaderno con ellas. No un contagio forzoso ni la transmisión de artificios avenidos de la inconsciencia, sino la claridad misma, la esencia misma. ¿No va encajando todo, verdad, en su armonía? 

domingo, 16 de septiembre de 2012

LAS lecciones de los grandes espíritus suelen ser una gran sinécdoque de la mortalidad. En este caso, las palabras pueden equipararse a una poética extensa e incluso a un poema que trate el tema. Escribe Marco Aurelio en el Libro IV, 35 de sus Meditaciones: "Todo es efímero: el recuerdo y el objeto recordado".
Y quizás Marco Aurelio, agazapado en sus labores bélicas, preocupado por la mundana estación de sus ejércitos en el terruño conquistado, estaba nombrando el centro indudable: "Ninguna acción debe emprenderse al azar ni de modo divergente a la norma consagrada por el arte". A esa norma, a la esencial plenituid de la soledad y del silencio, a la norma establecida por la armonía de naturaleza, debo el canto y la existencia.
 
***
ACABABA de leer a Marco Aurelio, hace ya algunos. Estas líneas son de aquellos años de enfervorecidas lecturas en la madrugada, mientras estudiaba para la licenciatura y leía, por otro lado, aquellos libros que realmente motivaban mi escritura y que eran tan ajenos a las preocupaciones de profesores. Hace ya más de diez años que escribí un libro titulado Labilidad de lo humano, un libro con todos los errores que un pseudopoeta puede cometer. 
Hoy han aparecido en un viejo ordenador que había estado en un rincón de la casa. Guardaba, sin saberlo, un eco especular, pues allí estaban los poemas. Realmente, podría decir que los versos presentan esa dicción de pubertad, de atropello que hace que la música y el ritmo no terminen de fluir ni de pertenecer a un individuo que los entona. Sin embargo, nada de eso me importa de ellos, no los leo con ese afán de perfección formal, pues admito sus penurias como mías, sus torpezas. Sin embargo, la idea que palpitaba en algunos de esos versos me han llevado a transcribirlos en el Diario, en esta continua corriente heracliteana que tanto me ocupa y que tan llenas están de vida y literatura. Son un pasaje más de un espíritu, no por ello, marginaciones a conciencia.
Hoy todo se ha vuelto a restablecer, con Marco Aurelio, tan efímero como su recuerdo:
 
[...]
Así pensado, en esencia,
si somos sucesión
en lo perecedero, si la luz
volviera siempre con su canto
de posibles destierros en la tierra,
de noches sin la noche, desgajadas
y prietas,
como tomando un cuerpo entre las manos
que nos diera la medida del mundo,
¿ a qué insistir, entonces?

Si la belleza no se acaba
en sí misma,
¿no destila su aroma a los hombres
la eternidad?

sábado, 15 de septiembre de 2012

EL ritmo de la palabra poética responde a un acorde, es estimulada por una armonía que proviene del cosmos. El poeta responde con la palabra encendida a ese estímulo. Recuerda el poeta A.C. unas líneas de Zibaldone, de Leopardi relativas al fin del arte: "non è il bello, ma il vero, ossia, la imitazione della Natura". Lo lleo, lo verdadero, naturaleza. No la belleza, sino lo verdadero que brota de la imitación de naturaleza. ¿No es esto mismo lo que Hölderlin afirmaba? La poesía es una, todo, y se inclina en cada espíritu, pero siempre en lo verdadero que, al fin, es belleza natural.  

viernes, 14 de septiembre de 2012

E. es la piel del mundo y sus ojos estacionan en los cuerpos con un afán de belleza. Ella establece la medida de la pureza y ella es verdad, sinceridad, sonido trascendente que concilia más allá de lo contemplado.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

EN una de esas tardes de febrícula, observaba una serie de objetos que estaban repartidos en el salón de casa. Tenían formas parecidas, un formato muy similar presentaba cada uno de ellos. Se unían alegremente en un corifeo de silencios; verdes, rojos, anaranjados, de gran dimensión y minúsculos. Parecía, a veces, que formaban, en una pila, una columna dórica y, en otras, que enarbolaban un alabastro cubista. Incluso advertí una cariátide enorme y sonriente.  En varias ocasiones, pude agarrar uno, abrirlo y sentir el aire que sus filamentos empujaban al sacudirse contra el aire. Expelían un olor a vida, a soledad nutricia, a fervor de silencio. Tenían unos lomos muy ajustados a sus cuerpos que anunciaban un enunciado breve, en demasiadas ocasiones, enigmático: Cuestiones naturales, Cuadernos, Vida, La casa de la presencia o El nacimiento de la tragedia. Los leía todos como si estuvieran escritos entre signos de interrogación y las anotaciones que presentaban en los márgenes de sus páginas las tuve como signos escritos en la piedra.  
La fiebre me impedía emparejar esos enunciados formales con sus conceptos, con el mundo al que referenciaba. Eran universos paralelos, ajenos, inadvertidos que, sin embargo, propugnaban una fascinación profunda, un bienestar que me empujaba, como una fuerza teleológica, hacia un no sé qué con balbuceos y sueños en la noche. Eso es, todo estaba envuelto en una noche de la noche, en la blancura febril del signo de la vigilia. Fue entonces cuando recordé aquellas palabras que me impulsaron a escribir unos poemas, la vigilia es el estado del mortal. Nunca había tenido tanta consciencia y al tiempo había soportado tanta embriaguez como en esos minutos. Al fondo se escuchaban unas voces en armonía pura, como si fueran esas musas que rodearon el nacimiento del caos. Ahora sé que allí estaban los libros, estaban E. y M.C. y también entiendo, con los ojos imbuidos en la melancolía, que el universo más enorme e inexplorado vive junto a mí, en mí, cada día y siempre en esta vida.      

martes, 11 de septiembre de 2012

VUELVE uno a tomar formar parte de esas acciones diarias que en nada lo definen, pero que tanto restan a la vida. Un desasosiego, un verdadero montículo de insensateces me rodea cada mañana: acciones sin sentido, palabras vertidas sin más, miradas que terminan por confundirse con el puzle que pende justo detrás de mi silla con la escena de un cazador de conejos. Vuelve uno a formar parte de ese paisaje cansino de oficina, a participar en las pequeñas estrategias para que esto y aquello termine de la mejor forma posible. Y lo hace uno como método de subsistencia, con la pericia de un náufrago que se sabe vencido y que solo tiene este mundo por delante. 
Pienso en Pessoa, cada mañana, en sus zancadas, en su caligrafía, en su meditación de cosmos en un cuarto de quienes entregan su vida a una zafia y vacua actividad. Todo lo humano termina por ser ajeno para mí, todo lo humano que no lleve un impulso de eternidad, de traspasar la inmediatez desasosegante. Leo, escribo, trato de anotar en los márgenes para poder vivir, vivir a pulso y tratar de mirar, cuando llego a casa, a E. y a M.C. cargado de dignidad y de honradez y, sobre todo, con los bolsillos rebosantes de sueños y noches. 

 

domingo, 9 de septiembre de 2012

"LA poesía nos da a conocer las ideas (platónicas) de lo seres mediante lo particular y a modo de ejemplo". Schopenhauer, como filósofo, realizaba una defensa de la filosofía, pues reservaba para esta la capacidad para enseñar la totalidad, el universal, la esencia misma. Creo, sin embrago, que la poesía es esencial en todo caso cuando es verdadera y que comparte la sustancia central con la filosofía. Ambas disciplinas, -el propio filósofo alemán lo advertía-, intentan descifrar qué es la vida. 

Brotan de la especie, devienen de la humanidad. Me imagino a Borges leyendo los libros del alemán memorizando pasajes que luego él escribió en libros como Historia de la eternidad. Este pasaje que subrayo de El mundo como voluntad y representación merece una lectura pausada: "El individuo está enraizado en la especie, y el tiempo en la eternidad, y, del mismo modo que cada individuo no lo es sino por el hecho de encerrar en sí la esencia de su especie, tiene también duración temporal únicamente por existir a la vez en la eternidad". 
Estas disquisiciones nos llevan a enjuiciar no solo la pertenencia a lo reseñado, sino que podríamos trazar analogías con el arte, con la literatura en concreto. Suponemos una esencia encerrada en cada poema, por ejemplo, una esencia que es la verdadera estación de la poesía. El poeta ha tenido que o ha logrado visionar o imaginar o poseer la reminiscencia de esa esencia. Luego trata de edificarla con la palabra y las convenciones poéticas. para ello, deberá aprender de la música y sus artificios. Si lograra, al menos, expresar una parte de esa esencia, el lector podrá evidenciarlo con el poeta.      

sábado, 8 de septiembre de 2012

DEBERÍA aprovechar mi estado febril, el malestar generalizado y la gastroenteritis aguda para establecer un paralelismo entre esta situación y la que me sacude cuando leo un libro que se anuncia de poemas y no llega ni a suero fisiológico. ¿Qué decir? Nada. ¿ Retortijones? Todos.  

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UNOS versos de Leopardi que acaban de congraciarme con la costa napolitana y con Pompeya. Unas líneas de Schopenhauer, que es Platón y que, por tanto, es la esencia. Unas lineas de Scholem sobre la cábala, probablemente el laberinto que visitó Borges en sus sueños. Y unos párrafos de Doktor Faustus, la gran novela de Mann que tiene a la música y al arte como paradigmas de reflexión y que, de nuevo, es Schopenhauer y, por supuesto, Platón.  





jueves, 6 de septiembre de 2012

LA fiebre me ha tumbado. Siempre que padezco algún estado febril leo el mismo libro, el mismo pasaje, pues creo que fue escrito justamente en esa circunstancia. La muerte de Virgilio, de H. Broch: "Nada puede el poeta, ningún mal puede evitar; se le escucha únicamente cuando magnifica el mundo, pero no cuando lo representa tal como es".

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SEA cierta o no, me interesa el germen de la composición de las Variaciones Goldberg, de Bach. El encargo del conde Hermann carl von Keyserlingk para que se las interpretase Goldberg durante sus episodios de insomnio es verdaderamente una manera poética de concebir la génesis musical de una de las piezas musicales que confieren al mundo un orden de bellas auroras sucesivas. 

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EL poeta emprende el silencio. En él se anega de soledad. Entre él y el mundo, una música: el ser.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

BASTAN unas pocas páginas de Shopenhauer para congraciarse con la especie.Si decíamos que Nietzsche procuraba en El nacimiento de la tragedia sustraer, con su estilo enfervorizado y enérgico, la esencia del arte, Shopenhauer lo hace con un estilismo más cercano al mundo romántico, rozando, en ocasiones, la gracia de convertir el fondo en la forma, la idea en las palabras justas que utiliza para ello.  
"No solo la filosofía, sino también las bellas artes trabajan en el fondo para resolver el problema de la existencia. [...] esta esencia es lo único que tiene interés para el intelecto como tal, es decir, para el sujeto puro del conocimiento emancipado[...] por eso, el resultado de toda concepción puramente objetiva, es decir, también artística, de las cosas, es una expresión más de la esencia de la vida y de la existencia, una respuesta más a la pregunta: ¿qué es la vida?". 

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HOY se me ocurre que la poesía es lo que en todo poema propiamente es.

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ES obvio que los significantes limitan los conceptos para su entendimiento. Un concepto, una idea, no posee ningún significante anexo a su naturaleza, es una arbitrariedad la que se produce entre las palabras y las ideas.Pero es cierto que nombrar, en el uso común,  es una determinación siempre. Este es el supuesto por el cual el poeta debe tañer las palabras para vincularlas no a las determinaciones primerizas, sino a los universales. la poesía es una exploración del ser.

El problema del poeta es que conoce con prontitud el límite de su tarea y acaso, su imposibilidad. De ahí que el poeta excelso sepa conformarse con una sugerencia de la esencia que trata de nombrar. Shopenhauer utilizó una cita de Goethe que resume y sintetiza todo ello de forma poética y profunda: 

"¿Y si finalmente no es posible indagar la naturaleza?"

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INCLUSO en esos párrafos dedicados a lo accesorio Shopenhauer me deleita: "Lo que en cada una de las artes que caracteriza al mamarracho es el juego arbitrario con los recursos del arte sin un conocimiento real de sus propósitos. Eso se muestra en esos soportes que no sostienen nada, [...]". 
¿Se puede definir mejor el estado de la poesía actual que con estas palabras? ¿No nota uno con demasiada frecuencia ese vacío, ese desconocimiento, esos propósitos hueros, esa vanidad por encima de la esencia? 

martes, 4 de septiembre de 2012

AEQUAM memento rebus in arduis servare mentem. 

La libertad sintáctica del latín ya advierte que la lengua latina poseía una inherente elasticidad para expresar el pensamiento o que el pensamiento poético venía como de molde a la disposición de las palabras, pues si traducimos este verso de Quinto Horacio Flaco, perteneciente a sus Odas 2 y 3, al español actual podríamos obtener varias versiones honrosas. Quizás, el término que mejor se adapta a mi lectura es "ánimo" y no "mente", como traducen algunos traductores. Escribo la lectura al margen, en el margen que es mi centro; el centro que es invisible; lo invisible de la soledad y el silencio. 
El eje vertebrador de la secuencia se dirige a la serenidad del ánimo frente a situaciones adversas; la esencia que recuperó fray Luis cuando, escribiendo sobre Francisco de Salinas, dijo:  "el aire se serena". Es el aire como el ánimo el que se serena per se, el que, movido por una concordancia externa que se hace interna, se aísla del sujeto en que habita. Es el ser, ni más ni menos, y el poeta tan solo tendrá una reminiscencia de ello, el eco del vuelo del ser alejándose, la sombra fugitiva de transformación, el eco coral del universo dentro de sí.  
ASPIRO a comprender el mundo como E., que lo observa de golpe, como un conjunto armónico e inamovible.

lunes, 3 de septiembre de 2012

DE la inmensidad vengo,
a la inmensidad voy,
he escuchado en las sombras,
es nadie lo que soy.

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EL lector y el escritor viven en los márgenes del texto, es esa la franja que oxigena sus acciones. En ese espacio en blanco se produce un diálogo silencioso, individual, plenamente solitario entre el lector y el escritor. Es, desde esa magnitud de la blancura espesa, desde donde el lector debe reverenciar la importancia de la palabra, pues la palabra solo nace de un pálpito ígneo que termina como carboncillo en un papel.    

domingo, 2 de septiembre de 2012

EN el inicio de Naturales quaestiones, de Séneca, se encierra una porción suficiente e inmensa de conocimiento: "Es claro que doy las gracias a la naturaleza no precisamente cuando la contemplo bajo el aspecto que es común a todos, sino cuando me he introducido en sus penetrales, cuando aprendo cuál es la materia del universo". ¿No es esto mismo la materia de la poesía?
La "naturaleza" para Séneca está muy ligada al concepto de phisis para los griegos, sobre todo para Arístóteles. Ese origen primigenio que otorga armonía y sentido. A él me dirijo cuando escribo, sea prosa o verso y de él sé que me alejo cuanto más ligado a mí procedo con la escritura. escribo "dirijo", "alejo", en primera persona, como una especulación insondable.
El propio Séneca lo advierte unos pasajes después: "¡Ah, qué despreciable es el hombre, si no consigue elevarse por encima de lo humano!". 

Séneca no ceja de escudriñar esa materia profunda de la naturaleza, del cosmos; en ocasiones, con sus pensamientos logra acercarse a la poesía, al pensamiento que adquiere la forma estética de la belleza rítmica, acompasada. Es cierto que, cuando las ideas se expresan con belleza dicen mucho más, al menos, en principio, de lo que pudiera decir una sentencia desplegada en una enrevesada sintaxis. El pensamiento, como la poesía, debe aproximarse a la claridad de lo complejo, a la pluralidad de lo uno, a la velada luz que desprende la noche de la noche. Con Seneca, Libro II: "Todo lo que cae bajo nuestro conocimiento, o puede caer, el universo lo contiene". la poesía, igualmente, se expande como el mar, eleva el horizonte, punza como un astro encendido en la  consciencia cuando se hace pensamiento. A lo mejor toda poesía verdadera es pensamiento y todo pensamiento verdadero es poesía.   

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EN el sueño (la luz velada), con la embriaguez (la aparente oscuridad), el poeta construye un castillete al universo. 

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LA poesía va minando al poeta de resonancias y de certezas. Las resonancias son las que lo llevan, en ocasiones, a la duda permanente. Las certezas, la que lo templa con el fuego de su fragua para hacer de sus ideas estados  indudables. Cosa distinta es que el poeta se vuelva hacia sí y resuene, prendido y alado, las ecos esenciales de la materia poética.