jueves, 30 de agosto de 2012

RECUERDO, en muchas ocasiones, los comentarios que vertían los eruditos acerca de los males y de los disparates que supuestamente había escrito Hegel sobre la literatura y las artes. Hoy me doy cuenta de que no lo habían leído, como a tantos otros escritores; o que, si lo habían hecho, no se habían, burdamente hablando, enterado de nada. La lectura de las Lecciones de estética de Hegel es una de esas confrontaciones con la permeable existencia como lector. La orquestación con que está diseñado ese pensamiento acerca de las artes y de la litertura, claro está, supuso un remozamiento de muchos de los conceptos románticos tan vituperados en este país nuestro. Esta tarde leo con alegría las páginas que le dedica Steiner a Hegel, páginas elogiosas, que recuperan la verdadera esencia del discurso hegeliano y, sobre todo, las conexiones que mantienen sus palabras y su admiración con poetas como Hölderlin. ¿No es, acaso, bello este fragmento de "Eleusis", poema de Hegel dedicado a Hölderlin?

[...]El sentir se diluye en la contemplación;
lo que llamaba mío ya no existe;[...]

[...]hundo mi yo en lo incomensurable,
soy en ello, todo soy, soy sólo ello.
Regresa el pensamiento, al que le extraña
y asusta el infinito, y en su asombro no capta
esta visión en profundidad.
La fantasía acerca a los sentidos lo eterno
y lo enlaza con formas) ..."[...]

Este poema al completo sintetiza, después de una lectura profunda, pausada, escrita, la mejor lección de Hegel a las letras, más allá de fenomenologías posteriores, de vocablos enigmáticos igualmente y de todos los que nunca leyeron a Hegel, pero tanto hablaron de él.

***

AFIRMA Steiner algo que entronca con las razones luminosas de las que hababla María Zambrano y también Antonio Colinas. Pues el lector Steiner escribe: "La ficción es la antítesis, a modo de canto de sirena, de las verdades racionales".

Hegel quería dar el nombre al espíritu para que despertara de su sueños y sus fábulas. Deseaba nombrar el mundo a la manera del Cratilo de Platón para que pudiéramos obtener una realización del mismo, el afamado geist, el hacer real la literatura en este caso. Así, verdad y ficción vendrían a ser el haz y el envés de la misma cosa, de la misma realidad que ha encontrado la armonización más adecuada a su presencia. La palabra, por tantro, niega la vida, pero da la vida; niega el resto del paradigma de formas, pero escoge, selecciona, hace realidad una sola en plenitud. El propio Hegel lo declamó con más claridad:
"el lenguaje es la visible invisibilidad del espíritu"
***
A estas palabras, Steiner trata de colocarles una suerte de colofón personal. El lector-Steiner afirma: "La historia del lenguaje, la vida del lenguaje son al mismo tiemo la historia y la vida del espíritu humano".
***
HEGEL solía, con frecuencia, utilizar una fórmula explicativa de su ideario, a saber:
"nos oímos ser"
En tres palabras, al menos en la traducción al español, Hegel vuelve a sintetizar toda una vertiente filosófica de poética o de poesía del pensamiento. De esta forma, "nos" advierte como lectores que él mismo es una pluralidad, que existe una categoría del ser, del individuo a la que pertencemos todos los mortales. Si "nos", obviamente "oímos", pero la semántica del vocablo nos conduce a la acción del espíritu, a la ejecución armónica, órfica, del "ser". Para oír, y quizás, pudiéramos traducirlo en español por "escuchar", el individuo debe estar en silencio y en soledad. Es en esa condición de alejamiento de uno mismo, en ese instante de desasimiento, cuando nos convertimos en la pluralidad (nos), nuestros sentidos musicales comienzan a concertar con el cosmos (oímos) y nos vertemos, nostros mismos, en el río fluyente del "ser" que poseemos dentro y tan fuera.