jueves, 26 de julio de 2012

EN un verso de El cristo de Velázquez, escribe Unamuno lo siguiente:

carne que se hace idea ante los ojos

Anoto en los márgenes del volumen, algunas reflexiones que sacuden mi pensamiento. La síntesis que presenta de la dualidad del hombre es válida para cualquier otra disciplina, por ejemplo, el arte mismo. ¿Qué es si no un poema encarnadura de una idea, vivificación de la idea ?
Esto mismo, me hace releer otros poemas del autor en que profundiza en las relaciones hermosas pero inquitentaes entre la palabra y la idea. Recuerdo los versos de Credo poético que de suyo despliegan una poética que despierta mi interés :

Piensa el sentimiento, siente el pensamiento

Y la naturalidad en el decir de la poesía, ese magma perpetuo en las grandes voces líricas, la naturalidad entendida como la propia naturaleza de la voz singular:

No te cuides en exceso del ropaje,
de escultor y no de sastre es tu tarea,
no te olvides de que nunca más hermosa
que desnuda está la idea

Como las esculturas inconclusas de Miguel Ángel en que se advierte una visión y una sugerencia, así la palabra poética. Paradójica, acaso, la tarea del poeta es la de conciliar los contrarios, la de hacer que los objetos promulguen sus categorías, en transformar las ideas en realidades advertidas. El poeta como anillo becqueriano:

no el que forma da a la idea es el poeta,
sino que es el que alma encuentra tras la carne,
tras la forma encuentra idea

La belleza de la creación lírica como el encuentro abisal entre la idea y su forma, la armonía de un canto escindido por el alma del poeta en el concierto armónico que las envuelve:

el lenguaje es ante todo pensamiento
y es pensada su belleza


Todo es nibela y tanteo, búsqueda de razones luminiscentes en la oscuridad blanca de la consciencia. Pero siempre con una verdad viva en la boca, siempre con la verdad y la poesía conjugadas en la tierra húmeda de la noche:

sujetemos en verdades del espíritu
las entrañas de las formas pasajeras
que la Idea reine en todo soberana
esculpamos, pues, la niebla