sábado, 14 de abril de 2012

CON la escritura de un diario, un hombre va trazando, aun sin advertirlo, los hechos inconexos de una vida. Al tiempo, los lee como si hubiera existido una trama que los hubiera ido trenzando. Cuando el señor comienza a leer, al cabo del tiempo,  todos los escritos, como si hubiera una relación entre ellos, como si hubiera sido su propia vida la que ha urdido la composición de esas palabras, descubre que todo lo que imaginó que estaba escribiendo sobre su vida, no le pertenece y que tan solo cuando se ha convertido en lector ha comprendido la soledad que lo acompaña.