sábado, 31 de marzo de 2012

EN 1953, JRJ dictó un seminario de doctorado sobre el Modernismo. La lectura de esos apuntes ofrece al lector una poética juanramoniana, pues en JRJ, la poética es múltiple y diversa, una suerte de centro sobre el que giran distintos astros y satélites. Quiero decir que los escritores, cuando meditan y reflexionan sobre la literatura, propenden a explicarse a sí mismos. En el caso de los grandes escritores, cuando comienzan a abordar un aspecto de lo literario, es innegable que están ahondando en qué es la literatura en su literatura y qué ofrece su literatura en la gran corriente de la Literatura. Si el escritor es digno y muestra fidelidad, tomará consciencia de su incapacidad de inmediato, de su corta propuesta estética y de sus marros éticos.  

El viernes 27 de noviembre de 1953, JRJ dedicó algunas horas a declarar sus pareceres sobre temas generales e ideas que seguían siendo, a pesar de su edad, obsesiones imperturbables. Entre sus declaraciones, podemos leer los siguiente: "Es lo indecible. Dios, amor, la belleza, la poesía son inefables. No se pueden describir con exactitud. múltiples definiciones -ninguna precisa-. Cosas que se explican por símbolos o aproximaciones. La razón es para la ciencia, la filosofía. La poesía no es esencialmente razón sino pasión o rapto -inefabilidad-. Solo puede describirse por alusiones. Lo absoluto es lo inefable, que no se puede definir". La cosa misma, la palabra, su palabra, la rosa, el himno, el decir oculto.  

No puedo sentirme más en armonía con estas definiciones que intentan aclarar qué sustancia la palabra poética. JRJ atina, como de costumbre, en dirimir entre la razón de la ciencia y, acaso de la filosofía, y la razón de la poesía, pero, ¿no es esta dicotomía la que explica María Zambrano en El hombre y lo divino con la razón luminosa? 

Para el escritor el tiempo está atravesado por sus lecturas. Las lecturas se van seleccionando y trenzando para intentar comprender una esencia y construir un entendimiento.  
Hay poetas que participan de la literatura, pero hay poetas que son, ellos mismos, la poesía.

jueves, 29 de marzo de 2012


COLOR de yerba oscura, color de fuego en la noche, de aire de encina. Palabras, palabras, la soledad del mar llena de sol. Una bóveda celeste que figura un jardín de cielo.

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LAS palabras de Hermann  Broch en su bella y hermosa obra La muerte de Virgilio: “un campesino que ama la paz del ser terrenal”. Virgilio había sido expulsado de su origen, sustraído del apego al terruño. Se encontraba en el sueño de la muerte; era sueño ya, todo él, de la muerte; eran un signo en su frente los brazos del sueño del destino. Aun así, en esa limítrofe situación de vida y de muerte, persistió en el centro indudable. Puede que, al morir, Virgilio se hiciera ceniza y humus de ese centro al que debemos recurrir de continuo y del que jamás debemos apartarnos.    

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RECUERDO lo que apuntabas de JRJ. Quizás, la muerte es la última soledad y por eso, su cercanía, su existencia ya en nosotros, su encarnadura, es la soledad gozosa. 

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SÍ humaniza, pues la palabra es lo único que nos hace humanos. Y si la palabra es trascendida por los otros, otorga vida, vivifica lo pensado.  

miércoles, 28 de marzo de 2012

NATURAM expellas furca tamen usque recurret, dejó escrito Horacio en una de sus Epístolas. Es la actualización de la transformación y de la permanencia, de la estancia y la vuelta inmóvil. Somos una sucesión de lo mismo, una continua transformación que no advierte su inmovilidad. Es por eso por lo que la creación edifica sobre la misma tierra cada vez y siempre, impregnada de la tierra que vuelve y retorna allí donde hay fertilidad. La fertilidad de la palabra reside en el entendimiento y el respeto de la palabra poética.   

A veces, se encuentra uno con alguien que encarna el espíritu griego del apego a la tierra, la añoranza antigua de sentir en las manos el vibrar y la humedad de la tierra. Esos individuos de privilegio, que viven transmutados por las ideas antiguas, son seres fascinantes, que desprenden un halo de pureza y claridad. No cabe más que dialogar con ellos, abrirse a ellos, para que su conocimiento y cosmovisión invadan nuestro corto entendimiento. En ese intercambio, se hace inevitable repensar el origen y cantar la alabanza de estar en el mundo junto a ellos.  

Todavía recuerdo los pasos y las palabras. He podido dormir poco debido al cansancio, a un terrible cansancio del alma, pues hubiera estado en ese tránsito por décadas, toda la vida...cuánto cuesta apartarse del lado de la luz.  El tiempo se anula y se reconcentra y aparece una claridad en la espesura del bosque que anuncia una aurora, una luminosa melodía que contiene los ecos de Orfeo, los ecos que señalan el tiempo del círculo y del retorno a la oscuridad de las raíces.   

   

martes, 27 de marzo de 2012


LO primero, la luz en los ojos del cielo raso y velado del horizonte. El cambio de cielo lo interpretamos como un símbolo que amparó las horas posteriores. El paseo por un dédalo ensoñado, sin rumbo; con el norteo de la poesía era suficiente. Al fondo, Platón jugaba con unas figuras: estuvimos toda la tarde siguiendo esos reflejos.

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DESPUÉS de hablar de poesía siento una irreprimible necesidad de silencio y reflexión. Enjuicio lo que dije, sopeso los errores y, sobre todo, comienzo a apropiarme de las enseñanzas de los demás, de los que cada vez son menos para intentar incluirlas en mi propio imaginario. 
La lectura es el encuentro de la enseñanza en solitario; el diálogo nos humaniza, pues necesitamos del interlocutor válido para que se produzca, nazca, el conocimiento.
En la lectura y en un puñado de individuos que se cruzan en la vida, puede uno, acaso, encontrar el fuego dialógico del conocimiento. Para ello, debe estar y ser abierto al aprendizaje, desasirse del yo, de las limitaciones del individu, pero  cuántos ensalzan su ego por encima de todo, incluida la palabra. 
Llego de Barcelona como de un trance, un pasaje fortuito, pero grato y cargado de emoción. Se esboza en mis labios una satisfacción por haber mantenido la fidelidad y el respeto a la poesía, que es la palabra en estado musical, por haber danzado conjuntamente alrededor de lo poético para celebrar su existencia. Quizás sea eso lo único que consiga en esta vida.    

domingo, 25 de marzo de 2012

HAY una veladura que se discierne con la aurora. En la amanecida del sueño y la consciencia, la palabra es fértil conocimiento.

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EL silencio es una franja del origen que habita en nosotros. El poeta está deseoso de vivir ese territorio velado a los ojos y a todos los sentidos. Como Orfeo, pretende tañer su instrumento, la palabra, pero para ello deberá impregnarlo de la sustancia musical. Así, si la palabra es verdadera y pura y musical trascenderá lo vedado y otorgará conocimiento: una cosmogonía; si es yerma y superficial, caerá en la espiral de los olvidos inmediatos y perpetuos.  

 


viernes, 23 de marzo de 2012

En Crátilo, de Platón, podemos leer:"El conocimiento de la palabra lleva al de la cosa".

jueves, 22 de marzo de 2012

SIN sorpresas, compruebo que JRJ había leído a Petrarca. Al menos, esa es la conclusión a la que llego después de releer algunas páginas de Petrarca. Eso me alegra y me aviva a seguir leyendo Triumphi. Es más, hay una declaración de JRJ, en La Alameda verde, que coincide con un verso de Petrarca en Triumphus eternitatis
En cuanto leí el verso de Petrarca pensé en JRJ y ello me condujo a una certeza, a esa certeza que advierte el poeta italiano que nunca debe ser abandonada por efímera y fugaz y confusa que nos parezca. La misma certeza que jamás abandonó JRJ y que hace que, sin hormas del Tiempo, los dos dialoguen en la corriente eterna en que no existen las estridencias.  

miércoles, 21 de marzo de 2012

E. se muestra demasiado traviesa en la mañana. Cuando MC lo advierte y comienza a cambiar su rictus, se me ocurre que sería conveniente comenzar a escuchar a Bach. Algunas Cantatas comienzan a invadirnos y con la armonía, E., que todavía vive en el origen, esto es, en el agua, deja de agiatr su cuerpo menudo. Ante esta respuesta, nos preguntamos, mirándonos sorprendidos, qué nos hace humanos y qué hace a la música la sublime melodía de nuestra existencia. 

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ME lo he preguntado en demasiadas ocasiones, pero no logro llegar a ninguna conclusión. ¿Qué soñamos durante nuestra estancia en el útero materno? Si los sueños se configuran desde la experiencia, ¿qué sustancia los sueños de un bebé? 

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LLEGÓ a casa el libro del profesor J.C. que presentaré en Lebrija. Nuevas separatas de Literatura, Arte y Música. Con la prosa esculpida y diáfana que posee el escritor, leo con deleite los capítulos dedicados a Fernando Villalón y a Manolo Halcón. Resultan amenas y paradójicas las relaciones entre Villalón y Cernuda. Literatura, Arte, Música en un libro en que puede uno espigar por aquí y acullá sin desmayo. 

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EL lunes, a Barcelona. El asunto que me lleva hasta allí, la poesía. ¿Qué hay de poesía en mi vida?


martes, 20 de marzo de 2012

EN el Libro IV, de Geórgicas, Virgilio ofrece un buen número de líneas que tiene a la miel y a las abejas como elementos centrales. Me acuerdo de la importancia de las abejas y de su símbolos en la obra de Antonio Machado y también en la de Borges, por no citar la cábala y la alquimia. Comienzo a establecer vínculos entre los escritores, porque trato de encontrar qué fue el origen de esta atención que ha permanecido durante siglos. Virgilio le pregunta a las Musas qué causa y qué razón existe en el origen de los enjambres y de las abejas y de los insectos, en realidad, de todos los elementos naturales. Es, sin duda, de los tres mencionados, el que dirigió su literatura a las profundidades y raíces de la tierra. Borges y Machado usaron las palabras como símbolos con el fin de trascender la realidad, de encontrar un apoyo semántico que los llevara hacia donde no podían ir meramente con el silabeo sin más. Sin embargo, Virgilio se nos muestra manchado de tierra, vivo, cenital, puro. 

Este pasaje de las abejas termina con Orfeo. Aristeo ha perdido la especie de las abejas y pretende recuperarla. Para ello, con el consentimiento de su madre, Cirene, decide ir hasta donde vive Proteo y le expone su participación involuntaria en la muerte de Eurídice, causa que llevó a Orfeo a eliminar sus abejas. Después de la narración de la bajada de Orfeo a los infiernos, aprende a dejar en putrefacción a los animales para que de ellos broten, de nuevo, nubes y nubes de abejas vivas. Anoto de inmediato: muerte y vida nueva. 

Hay, en todo el libro, una fuerza telúrica que conduce a las entrañas. ¿No quiso Virgilio, en Brindisi, apunto de morir, quemar sus manuscritos de la Eneida porque tenía la consciencia de que su obra estaba inconclusa? ¿No era, él mismo, una especie extinta, como las abejas, que, gracias a sus irrenunciables vocación y coherencia brota aún como esas nubes de abejas recién salidas de las entrañas de un animal? 

Quisiera ser como Aristeo, como el que busca la especie originaria y extinguida de la palabra, del zumbido permanente. Y realizar una invocación a Orfeo para que devuelva, aunque sea a mis ojos tristes, la grandeza de una especie derruida, la especie poética, tal que Aristeo: "cuando la novena aurora brillaba ya en el cielo, hace a Orfeo las ofrendas y vuelve a ver el sagrado bosque. Y en aquel punto contemplan sus ojos un prodigio repentino y maravilloso de contar". 
Quisiera reencontarme en el lugar en que Orfeo estuvo siete meses implorando la vuelta de Eurídice, en el lugar en que: " lloró él al pie de una aérea roca amasando a los tigres y arrastrando con su canto a las encinas". Debajo de una encina, cercano a un olivo, escuchando el tañido de su lira e inundando mis sentidos del zumbido originario de las entrañas vivas. 


lunes, 19 de marzo de 2012

AIREAR el diario con otras inquietudes y alejarme de donde nunca debiera alejarme suponen un esfuerzo y una deseo que aún no tengo como primordial. Así, cuando comienzo a anotar algunas líneas, que menudean en la consciencia, o a dejar por escrito alguna impresión de lo vivido, no puedo más que abocarme al espacio de lo poético. 
Creo, además, que durante un tiempo, he estado escribiendo sobre la poesía: qué es y para qué existe en esta vida nuestra. Considero que mis palabras han sido, en la mayoría de los casos, marros y equívocos, desaciertos que poco han sumado a dilucidar nada más que lo que pienso íntimamente. Inicio, tanteos, sugerencias que tendrán que seguir afinando su sentido y ahondando en lo que no tiene fin. 
Incluso tengo por seguro que he nombrado equivocadamente la materia de marras, pues no he escrito estas semanas sobre la poesía, sino sobre lo poético. Lo poético entendido como una sustancia que traspasa los géneros literarios y las convenciones formales; lo poético como una esencia que impregna la literatura en cualquiera de sus manifestaciones, aunque, a decir verdad, es, en la poesía, en donde mejor sucede y es.Lo poético no se identifica con esa búsqueda formal que los estudiosos han querido verter sobre las palabras. Lo poético sucede únicamente en cada individuo y aquel que no logra hacerse bóveda de lo poético, bóveda interna, acaso jamás comprenderá la salida de la aurora. El don de la palabra es el don del silencio y la palabra poética, la que razona lo poético en los actos concretos, solo puede mostrar una leve página del himno, una lábil mención de esa inmensidad, una diminuta porción de la grandeza interna a que somete la naturaleza recobrada y originaria de lo poético. 

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AL borde, la palabra, el sueño creador. La duermevela de la que hablaba Bécquer. Es, desde esa limítrofe estación del ser, desde donde la palabra puede ser reveladora, donde la palabra encuentra un lugar de apariciones apropiado a su naturaleza trascendente. Esas palabras vienen cercadas y nimbadas por juegos de sombras; las figuras no encuentran sus contornos; todo parece ser aun siendo en su absoluto. 
Si esa palabra es pura y se pone en los labios y se escribe como del alma, brotará incandescente, alada, musical. Recogerá, ella misma, lo que fue y está siendo en el futuro, pues pensaremos que de ella vivimos y en ella somos; y el lector, al leerlas, al recitarlas, las vivirá de nuevo como puras y no tendrá duda de su naturaleza, no tendrá dudas de su necesidad de existencia, pues habita, por instantes, en el centro indudable de la poesía que otorga lo poético.        

sábado, 17 de marzo de 2012

AYER estuve todo el tiempo pensando en E. Imaginaba sus gestos, su rictus, el calor de sus manos diminutas entre las mías y me quedé meditabundo, intentando imaginar qué palabras serán las primeras que lleguen a su consciencia.

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DICE Novalis que el poeta entiende mejor la naturaleza que el científico. Utiliza este aserto pues considera que el poeta entiende que, en cada acto de la realidad, en cada concreción de la misma,  se desprende un afán de infinito. Esa dimensión está velada a los ojos, no existe para  quienes acuden a nombrar lo inmediato sin advertir lo permanente. Y, en ese trabajo de nombrar el misterio, el poeta es un crisol de armonías que encuentra en la soledad su bóveda.   

***

REVISO el "Cuaderno de Leonardo". Poemas, algunos apuntes, notas sueltas escritas en Bérgamo. Me apetece que, en este cuaderno, aparezca algún fragmento de Zibaldone, de Leopardi. Transcribo del italiano un pasaje hermoso, que habla de la claridad y del magisterio de la naturaleza. Al término de este ejercicio, ofuscado, voy corriendo a las baldas en que reposan los libros de Hölderlin, pues recuerdo un poema del alemán titulado "A los jóvenes poetas". En ese prodigioso poema, tantas veces leído, aparecen los dos versos siguientes:

[...]
"no dejéis la virtud, imitad a los griegos.
[...]
pedid solo consejo a la naturaleza".


 

jueves, 15 de marzo de 2012

NO entiendo la creación sin reflexión, la palabra poética sin el ser. Poesía, ritmo de pensamiento, reflexión estética, lugar de apariciones del hombre y de sus ecos.

martes, 13 de marzo de 2012

TODA la mañana y la tarde arrimado a la consolación. Comencé a leer con brío y a esbozar en el cuaderno nuevos apuntes. Lo hacía mientras pensaba en un trance, en una estación que acaso hubiera vivido de un tiempo a esta parte. Conmovido por ello, con el estupor de la contrariedad y el desasosiego, he mirado al horizonte entregando mis ojos, he contemplado la noche sin figura, he querido morar donde el misterio.  

lunes, 12 de marzo de 2012

AHORA comprendo tantas cosas aun sin entenderlas, comprendo gozoso el viaje concéntrico de Dante y más aún la noche luminosa de Novalis; comprendo la respiración de Rilke y más aún la cárdena navegación de Leopardi al infinito. También comprendo que Parménides tenía por pensamiento experimentar lo verdadero en su esencia y saber la verdad en dicha experiencia esencial. Esa es la definición de la literatura: leer y escribir desde la experimentación en la esencia.  

Hace pocas semanas insistía en el concepto de vivificación y Parménides eleva aún más el concepto al utilizar  "experimentar". Experimentar incluye la vivificación, pero la sobrepasa. Experimentar consiste en aprehender la condición irrenunciable del arte de vivir en el centro indudable. Felicidad con ello, vida nueva.   

domingo, 11 de marzo de 2012

LA nostalgia de una experiencia no vivida.

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La tristeza que ofrece la consciencia del impedimento. Tristeza infinita. Tristeza del aire y de la tierra.

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INVADIDO por un afán y anhelo de lo invisible e impalpable, medito en estos días más que escribo. Llegó el silencio con su manto de prodigios y la palabra enmudece en su cuerpo caoba. Mis ojos, mis ojos ajados de melancolía y un rictus demediado ofrece mi rostro. Extrañeza cercana a la exasperación. Incluso una fátiga y un ardor de impotencia.

¿Dónde soy, en estos días, dónde habito sin conocimiento? ¿Qué extraño aire azota mi cuerpo y me descompone en la tierra? ¿Qué debo decir y cómo?

sábado, 10 de marzo de 2012

VOLAR a lo más alto, hacia la atalaya de la razón luminosa, la primera virtud. Volar sin compañía, sin sufrir la compañía de la especie, la segunda; la tercera, apuntar con el pico hacia dentro, hacia el aire, hacia el cielo, hacia donde el misterio. La cuarta, no poseer color alguno, matiz ni figura a lo sentidos, no ser minucia ni estación fugitiva; la quinta, cantar suavemente...con la naturalidad del aire. 

viernes, 9 de marzo de 2012

BREVEDAD. ¿Acaso la literatura se reduce al acto de escribir, a las horas de la escritura? ¿Dónde, entonces, la lectura, la luz, el cielo prendido de hogueras, la respiración, la nostalgia de lo invisible? 


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DESEO ser un pájaro solitario para ver el vuelo a lo lejos, para apreciar la vida desde fuera, sin sentirme parte de ella, sin caer en renuncios; para  no sentirme arropado por nada, para estar solo a la intemperie y ser en la respiración de la naturaleza: pura evocación sin más ni más.    

jueves, 8 de marzo de 2012


TAMBIÉN hoy escribo como un ritual sagrado, un rito de paso que me hace en la otredad. Vuelvo hoy a escribir en la mañana como un punto, un cruce individual hacia lo universal, pues ni siquiera esta lengua, esta forma de comunicación, me pertenece. El que escribe es un servicial amante de la palabra, de una palabra que él no ha creado, sino de la que se sirve para expresarse. Por eso la palabra es solo un medio más de expresión, para el poeta, su axioma, un cauce dado del que tan solo podemos incidir en la semántica. 
El poeta crea un lenguaje del espíritu a través de los significados nonatos en un mecanismo establecido y fijo, va de lo finito a la busca de lo infinito, va de lo cerrado a la busca de lo abierto, de lo suyo a lo universal.

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ANIDA, en esas pinturas, una cualidad que se me antoja poética. Como disciplinas artísticas, la pintura y la poesía han compartido más de un territorio estético durante sus distintos estadios y evoluciones. Al ver estas pinturas, casi de soslayo, una facultad poética ha venido al encuentro para su entendimiento.
Rooms by the sea, de E. Hopper, propone eso mismo que escribía anteriormente: una habitación abierta al mar, la cerrada luz de unas paredes fundidas con la luz abierta del mar, el blanco del blanco, la noche de la noche.      

miércoles, 7 de marzo de 2012

LA palabra poética es sugerente y carece de relación con la cantidad. Ella misma es síntesis, holística, y con tan solo una palabra basta. La obra de un poeta pudiera resumirse a un puñado de palabras articuladas por el ritmo y la música. Sugerencia, connotación, presencia del ser, la palabra poética es renovación cada vez y siempre.    

martes, 6 de marzo de 2012

EN los dos últimos días, el cuerpo venció al alma. Escondidas, las fuerzas de la emoción van apocopándose hasta retirar cualquier incentivo para la escritura. Leo con lentitud y subrayo algunos pasajes que unen la vida de Schiller y Goethe. Hablan de la claridad y eso me hace sonreír; dialogan sobre la expresión clara, pero enigmática. 
Nada de lo velado puede ser entendido con tan solo observarlo. Hay que profundizar, fijar, penetrar, ahondar, habitar, vivir, contemplar la palabra; y cuando seamos ella misma, parte de su naturaleza, nombrada realidad hacia dentro, entonces dejaremos de ser para entenderlo todo.    

domingo, 4 de marzo de 2012

LA verdadera palabra es, por su propia naturaleza, poética.

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SERÍA dichoso si pudiera compartir, por la gracia de la cuántica, lo que Novalis llamaba Symphilosophieren:
filosofar a la vez, en grupo, con otros que pongan por delante el abismo que no contemplo por mí mismo. Un rubor placentero me recorre cuando pienso en la reunión que mantenían, en Jena, Schelgel, Fichte, Hegel, Schelling,  Herder y el propio Novalis. El método se concreta en la Geselligkeit, una suerte de lectura conjunta que se desarrolla a través de cartas. ¿Por qué ya no se escriben  cartas?
 


sábado, 3 de marzo de 2012


ESCRIBÍA uno, en las últimas semanas, vivificación de la poesía y hoy, casi sin notarlo, Novalis ha conciliado esa fusión que tanto anhelo. Él prefiere hablar de “fuerza vital”, a saber, aquella que capta el mundo en todas sus dimensiones, sin excluir ni una ni a otra, ni lo visible ni lo invisible,  sino fundiéndolas y armonizándolas. En última instancia, Novalis, utiliza la expresión “fuerza configuradora” para referirse a aquella voluntad individual que transforma el mundo al captarlo.
Cuando llevo estas ideas a mi escritorio, estoy convencido de que la literatura es un acto de creencias y fidelidades irrenunciables, de las que uno no debe apartarse jamás sea cual sea la comprensión social o externa de sus razones, pues, si eso sucede, dejaríamos de ser y estar en el mundo. En Novalis: “Todo saber termina y empieza en la creencia”.
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JRJ puso, al frente de Platero y yo, en 1917, una cita de Novalis cuando los demás se dejaban impresionar por modas pasajeras de principios de siglo. Esa es la diferencia entre un poeta y un escribiente, cuando en España nadie había leído a Novalis, ya que no estaba traducido al español, JRJ lo había aprehendido en la lentitud de su inteligencia: “Donde quiera que haya niños, existe una Edad de Oro”.  

viernes, 2 de marzo de 2012


LIBROS, libros llegan a casa. Hemos dejado de comprar libros en librerías de nuevo, tan solo algún volumen en italiano, rediciones de clásicos o traducciones actualizadas, ensayos y algún que otro diccionario actual. Para hacerse con un cuerpo bibliográfico sólido hay que comprar en librerías de viejo. Hoy llegaron los libros de Emilia de Zuleta, Lázaro Carreter, Amado Alonso, Rafael de Balbín y López Estrada. Parece que estamos comprando reliquias, le digo a M.C., cuando, en realidad, nos hacemos con lo indispensable en la casa de dos filólogos.

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ORDENO los libros de antropología y mitología. Rescato un libro de Robert Graves y, al abrirlo, asoman desoxigenadas unas líneas que había subrayado en el momento de la lectura. Las leo recordando la diosa blanca del escritor que tanto gustaba de vivir en España: “La obligación primordial del escritor consiste en trabajar, sin concederse tregua, en, desde, con y sobre la palabra”.

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CUANDO necesito conciliarme con el mundo, quiero decir, conmigo mismo, con lo cenital y sustancioso, con lo que brota de la esencia pura de la tierra, escucho la Suite nº 1 para Violonchello, de Bach.  

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El 25 de septiembre de 1823, escribe Leopardi en Zibaldone di pensieri:  “Superiorità della natura sulla ragione, dell´assuefazione sulla riflessione”. El párrafo que completa y ahonda en esta reflexión está cargado de una reticencia que persigue a Leopardi en buena parte de su obra: la necesidad de entregarse a lo irreflexivo.  
Es el miedo de la razón poética que sacude a todo poeta cuando su palabra comienza a verter significados que no solo remiten a realidades objetivas para los sentidos, sino que simbolizan realidades veladas, indescriptibles para los sentidos; cuando comienza la palabra a ser poiesis, creación,  únicamente para el reino de la palabra poética.

jueves, 1 de marzo de 2012

DEL encuentro del otro día con Goethe, Eckermann y Wiesenthal,  pude dejar anotadas en el cuaderno unas palabras que, desde entonces, tengo por paradigma siempre que comienzo a escribir: "¿Qué hay más importante que los temas, y qué sería toda la teoría del arte sin ellos? Cualquier talento se echa a perder cuando los temas que plasma carecen de valor. Hay muy pocos artistas que tengan ese punto y que sepan lo mucho que contribuiría a la paz de su espíritu".   

LEYENDO esta mañana Triumphi, de Petrarca, caigo en la cuenta de que ayer estaba describiendo el triunfo del tiempo. La ajenidad a la que me refería está en la conciencia de saberse día trasnochado en la vida. Es la claridad de esa condición la que me provoca desesperadamente un sollozo y el anhelo de la consolación.
Advierte Francesco Petrarca que la muerte en vida concibe dos condiciones: una la fama y otra el nacimiento mismo. Aunque si analizamos estas dos vertientes del triunfo del tiempo, podremos llegar a la siguiente conclusión, a saber, sobre el nacimiento no puede el hombre actuar con su voluntad, pues le viene dada. Sin embargo, en la fama, bien dice Petrarca: “chiamasi Fama, ed è morir secondo,/ né più che contra ´l primo è alcun riparo”, esto es, y lo que llaman Fama es otra muerte, la segunda muerte, tan igual a la primera, inevitable.¿No es acaso esto mismo lo que grita Segismundo a los cielos?
El concepto de la Fama, en la época de Petrarca, estaba cargado de toda una cosmivisión medieval tan alejada de nuestro tiempo. Pero, en el centro del término, anida una condición que se mantiene perenne y portentosa. Es una advertencia dirigida a los que sufren el engaño de creerse en mejor condición por el hecho de que lo social los marque o destaque. Esa cualidad es muy discutible y peligrosa, sobre todo en lo referente a la Literatura. Decía JRJ que el poeta verdadero no debía tener más fama que un científico, pero que sí tenía que trabajar en silencio y soledad como el científico. 

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"Cuaderno de Leonardo" sigue expandiendo su territorio. Agotado el cuaderno que compré en Roma, he tenido que continuar en otro cuaderno titulado "Clara fontana". Es uno cuaderno de tapas marrones que compré en Cádiz y que presenta una pequeña mueca en la portada que así lo titula, Clairefontaine. Los cuadernos, que no dejan de serlo aunque en ellos se escriban poesía,  pueden continuar el espíritu de los otros, pueden compartir deseos estéticos. Es lo que ha ocurrido, cosa impensable cuando comencé, con estos dos cuadernos que descansan uno encima del otro, como si quisiera que fueran compartiendo tonalidad a pesar de sus diferencias. Son demasiados ya los poemas que van conformando una suma poética, pero, me pregunto, ¿cuál es el límite en un libro de poemas? ¿Quién decide que un libro de poemas deba tener veinte o treinta y no más o menos composiciones? ¿No será que la fontana deja de brotar clara cuando se muda el ser de la inspiración?