viernes, 3 de febrero de 2012


HAN LEGADO varios paquetes de libros. Entre ellos, la poesía de Bergamín, en Turner, los siete volúmenes de este escritor de alcoba y Cristo en alacena. Sin embargo, algunos poemas muestran una socarronería y una sencillez que, en algunos poemas, me emocionan tanto.
Con Bergamín,  Concha Zardoya, con un estudio sobre el 98 y el 27. Y un libro de Emilio Orozco, precioso y agudo, intitulado Paisaje y sentimiento de la naturaleza en la poesía española. Con el libro de Orozco, descubre uno algunos pasajes inadvertidos de Machado, de textos escritos en Los complementarios como el que sigue “hay hondas realidades que carecen de nombre”.
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AL terminar de escribir esta última línea, recuerdo que hace poco le pregunté al poeta JSM si tenía miedo. El miedo es el silencio universal del miedo, el miedo noctámbulo de raigambre órfica. Precisamente, las realidades que Machado identifica como hondas y que carecen de nombre, pues son plena sensación, profundo rubor interno.

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JUNTO a los libros mencionados, dos volúmenes de predilección. Uno, Antología de la poesía española, realizada por Dámaso Alonso y José Manuel Blecua, que selecciona poemas de la lírica de tipo tradicional.  Abre uno el libro al azar, mientras MC me coge la mano y se la lleva a la barriga para que note cómo se mueve E., cómo revolotea por el medio acuático y parece enviarnos avisos insistentes de que se encuentra ahí y que quiere escucharnos. Decía que, al leer un poema de esta antología, se me han venido, como del rayo, San Juan  y Dante en una conjuración de la ebriedad. Estábamos en el salón y le leí los poemas a MC en voz alta; podríamos decir ya que a E. también quise leerle estos poemas. Pertenecen al Libro de música de vihuela, de Diego Pisado, publicado en 1552, en Salamanca: “ Si la noche hace escura/ y tan corto es el camino,[…]”.   

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PUEDE uno estar toda la tarde leyendo esta antología sin caer en marros y más bien anhelando esa música del idioma tan grácil y tan lírica, como de bóveda. Sin embargo, dos libros más estaban a la espera. El primero de ellos, una edición de Conjuros, de Claudio Rodríguez, publicada en Taifa, en 1985. Esta es la primera edición después de que la primera en 1958, se publicara en Cantalapiedra. Versos del alma : “Dejad de respirar y que os respire/ la tierra,[…]. ¿Don de la ebriedad o Conjuros o Alianza y Condena? Todavía "soy de Don", como dijo LAC; el tono salmódico y el ritmo tan ensimismado y prominente... 
El segundo de ellos, Desarrollo histórico e ideas básicas de la Cábala, de Gerschom Scholem. Este libro vino por orden del azar, pues no lo había pedido en la compra a la librería. Ha venido motivado por otras cusas que quizás se aclaren con el paso de los años. Aun así, no me resisto y comienzo a leer su índice como endemoniado.