miércoles, 25 de enero de 2012

CUANTO  más cerca del misterio, menos clarividencia; cuanto más soy en él, más minúsculo me muestro, y más sombras y balbuceos.  Todas las creencias comienzan a derrumbarse y todo se transmuta en una duda. La duda es la palabra.
Todo lo que parecía conformarme se transfigura y lo que uno creía conocido, certero, aprehendido, comienza de nuevo en su origen, ¿o he sido yo quien se ha metamorfoseado y la palabra sigue siendo la misma, perenne estación?   

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LOS presocráticos pensaban que el Uno es indiferente a  la forma.

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AL comienzo del  Tao Te Ching dice: "El Tao permanente no tiene nombre".