lunes, 12 de diciembre de 2011


VOY entendiendo lo ininteligible, a escondidas, escudriñando en el alma lo que nos sustancia. El encuentro de lo luminoso es el cantar de la poesía. Y por ese motivo, JRJ decía que el poeta es como el que va escarbando en la mina hasta dar con un pequeño mineral o piedra preciosa.  ¿De dónde procede, entonces, el fons et origo de la poesía?
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PIENSO que la tautotología debe ser el amor. El amor es origen y fuente desde nuestro nacimiento en el silencio amniótico que nos acoge. Un amor pre-existencial, que solo mantiene relación con la madre que nos anida. Así concibo al poeta, en un estado pre-visionario, pre-existencial de la verdadera vivencia. 
Latido, sonido acuático, oscuridad que rige el amor desde la fidelidad, solo desde el pre-sentimiento. Cuánto dijeron los presocráticos entonces y cuánto puede comprender uno ahora.
Así con la poesía, un estado de fe con una magna mater  de la que solo intuimos el latido alejado de su condición. A pesar de esa insuficiencia, sabemos que desde ella es el único lugar desde donde uno podrá alcanzar la luz, el entendimiento inefable. Ella es límite entre estar en el mundo y dejar de ser en el mundo, ella agota las posibilidades de la realidad para transformarla y transformarnos a nosotros mismos, como seres embrionarios que cambian a galope, entre agua, sonido y oscuridad. 
La noche es la oscuridad y el sentido auditivo, el primero que desarrollamos  desde que existimos. Las raíces del verbo emergen desde la audición de un mundo armonizado mucho, mucho antes que nosotros, que permanecerá más allá de nosotros y del que obtendremos, solo por momentos, si ocurriera alguna vez,  la armonización plena y absoluta.