miércoles, 4 de mayo de 2011

Apareció sin anunciarse y ha dejado su regazo de espigas por el campo. Su cuerpo amarilláceo, de intrincada longitud, aborda las lomas que veo desde la carretera. Ha sido un asedio en la noche, porque nunca se intuye lo que de verdadero se procrea. El trigo ha dictado la estancia de la primavera y me he congraciado con los dioses fértiles. Las espigas, que asoman arrumbadas por el viento, muestran a lo lejos, la uniformidad de un poema. De un poema impronunciable del que jamás dejaré huella ni sonido ni insinuación. Es la inclemente incapacidad para dictar, como lo hace el cosmos a lo lejos, como lo hace la luz en lo profundo, la armonía insonora.

Recuerdo que, la primera vez que leí una biografía de Bach, me pregunté por esa cuestión que pasa inadvertida, una biografía. Fue, en ese instante, cuando comprendí que las biografías son anexos o aledaños a lo vivido y que ellas nunca serán depósito ni encierro de nada de lo que se experimentó. Más allá de cualquier teoría filosófica, el cuerpo, desprendido del alma, es lo que somos, porque lo que realmente importa y nos sucede jamás pasa por nuestra vida. Las marcas que vayan quedando son meras pisadas en la arena mojada de nuestro olvido. Estos genios, Bach, Pessoa, Platón, Cervantes o Montaigne no quisieron aparecer en sus obras o mostrar influencias claras o decididas sobre ellas. Lo que debemos entender es que estos genios, así llamados por su misteriosa vida, fueron la literatura misma, la música misma. Pessoa es literatura. Bach es la música. Montaigne es sus ensayos, así lo dejó escrito. Son, estos sujetos, sus predicaciones.

Esa es la virtud de la naturaleza y del ciclo al que no pertenecemos ,pero queremos y deseamos asirnos. Es el de la invisibilidad, el de la pertenencia a lo que va siendo un todo sin dejar de ser nunca. Y esa conciencia sublime, tan inalcanzable, es la aspiración y la renuncia, al mismo tiempo, de la vida. Ser la música como ser el trigo amanecido. Ser la literatura como ser el aire que aparece susurrando sin ser notado.

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