martes, 25 de marzo de 2008

EL VIENTO LIGERO EN PARMA

PARA los que nos sentimos lectores shandy los libros de Vila-Matas son un bálsamo cervantino que nos consuela y mejora. Y digo mejora, porque no hay un escritor actual que realice una exploración de la literatura con literatura en los fondos de la literatura como lo realiza el autor de Bartleby y compañía.
El libro que acabo de leer (releer será su futuro), El viento ligero en Parma, es una reedición de la misma obra, ya que estaba agotada. Desde el 2004 no pude hacerme con el volumen porque desapareció de las librerías de inmediato. Debido a su carácter híbrido y mestizo, en ocasiones se pudo encontrar en la sección de crítica literaria; en otras, entre las obras narrativas de su autor. No es baladí esta confusión de las librerías, yo mismo no sabría dónde colocarlo en mi biblioteca, ya que Vila-Matas ha llegado a convertirse en un rey Midas de lo literario: todo lo que toca se hace literatura y con ello, la idea de lo literario se ensancha.
El viento ligero en Parma (Sexto Piso, 2008) recopila treinta y tres artículos y conferencias del autor. En sus páginas desfila un verdadero cortejo de obsesiones y demonios de la obra vilamatiana. Para los que hemos seguido su trayectoria literaria, los escritores que se nombran y analizan nos son familiares. Tal es el caso del que inaugura la lectura, Gombrowicz. La finura con la que ahonda en sus Diarios o en Ferdydurke o en Transatlántico o en Pornografía es memorable. A continuación, y siempre ofreciendo una lectura innovadora, apunta al inicio de su carrera de escritor: el cine, Mastroianni, La notte. Seguidamente recopila el autor una serie de pequeñas estampas en que se mezclan la vida con la literatura, la literatura con la vida. De esta forma, “El paseo de Sant Joan en Rojo”, “Sobre la angustia de hablar en público”, La acera sonámbula y verdadera”, Impresiones de abstemia” o “En el sillón favorito”, por nombrar algunas, ahondan en el tema señalado.
Por otra parte están las dedicadas estrictamente a algunos escritores como el propio Gombrowicz, Bolaño, Sterne, Tabucchi, Beckett o Pitol. Todo ello salpicado con citas constantes e intertextuales de escritores de su gusto como Kafka, Proust, Musil, Balzac, Joyce, Cervantes y Robert Walser.
El libro está escrito con la prosa que caracteriza a Vila-Matas: desenvuelta y de fácil disposición sintáctica, arrimada en muchas ocasiones a la oralidad y el ámbito coloquial, pero, sobre todo, ajustada al pensamiento con que pretende arañar en las incertidumbres que la literatura ofrece cuando se diluye en la vida.
Nada en este libro está escrito sin un impulso literario y eso se traslada al lector que, hipnotizado y empachado de literatura, vomita sonriente ante el festín que tiene por delante. Es costumbre que en los libros de Vila-Matas apunte en su sobrecubierta, por la parte trasera, los títulos y los autores que se van citando. Para otro día dejaré este corpus que en no pocas ocasiones he seguido como criterio propio de lectura. Quizás con el tiempo esa lista termine en una historia de la literatura portátil, la que he escrito en las sobrecubiertas de sus libros. En fin, déjense acariciar por el viento ligero en Parma.

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