miércoles, 31 de octubre de 2007

SENTENCIA

Para todos los "tropiqueros" que deseen leer los fundamentos y el fallo del tribunal, así como la sentencia directamente, sin ninguna previsión mediática pinchen aquí. Encontrarás el documento completo; el fallo se encuentra en las últimas páginas, merece la pena despejar con claridad las dudas con las que se ha ido minando el proceso. A todos los "mochileros", "dinamiteros" y demás "conspiradores" proetarras, lean, por favor.

martes, 30 de octubre de 2007

GENIOS


"A mi juicio, el genio es idiosincrásico y enormemente arbitrario y, en últimas, solitario. Es posible que un contemporáneo de Dante haya tenido exactamente la misma relación con la tradición y la misma educación y haya sentido un amor similar por otra Beatriz, pero sólo Dante escribió la Comedia".

GENIOS, HAROLD BLOOM

lunes, 29 de octubre de 2007

IBÉRICO



Puestos a buscar símbolos, banderas, himnos o universales para una identidad que hierve todavía como un puchero, más vale que, mientras tanto y, por si acaso, ajustemos cuentas con el buche lleno. ¿Quién se une a esta bandera al gusto; tapa o ración?

jueves, 25 de octubre de 2007

SOMBREADOS

Justo cuando coinciden el profesor y el antiguo alumno, ocurre en El Conformista una de las lecciones de filosofía que el cine guarda con orgullo. Los planos, la luz, el atardecer perdiendo fuerza y el juego de ventanas acompañan el diálogo que mantienen el antiguo pupilo y el avejentado maestro. En esta película, Bertolucci, versionando a Alberto Moravia, dejó claro que la fuerza inventiva es cosa de luces y sombras. En todo caso, encuentro en el camino del conocimiento.
Por cierto, la escena es tan prodigiosa que hasta Emilio Lledó la rescata en La memoria del Logos cuando diserta sobre el mismo Platón. ¡Vale, fue Lledó quien me delató su existencia y me sacó de mi caverna!

¿OTRA VEZ YO?

Llevo demasiado tiempo sin cumplir con las expectativas que se le presuponen a un columnista de pueblo. No analizo los acontecimientos que ocurren en la rúa; no atiendo a los desastres urbanísticos que se precipitan sobre una ciudad que pronto será ceniza y hormigón; no me pronuncio sobre los casos personales de políticos emboscados en la justicia; y, para colmo, en lugar de acercarme objetivamente a los hechos que gravitan en Sanlúcar, me dedico a rastrear por sus librerías, cafés, bares y playas. En todo caso (he de decirlo, pues no me aguanto más) es eso lo que quiero escribir.
No piensen que intento desfajarme después de más de dos años colaborando en este semanario. Tan solo debo dejar a las claras que me adiestro en el ejercicio de la memoria. Porque todo lo que suelo escribir cada semana, no es más que los despojos memorísticos e ilusorios de una tierra que penetró en mi infancia y me otorgó una educación sentimental. El problema es que la infancia, a pesar de sus halos míticos y verdiales fabuladores, no deja de ser un rastro en el agua del tiempo ocurrido. No sé, sinceramente, si mi infancia transcurrió siquiera por allí. Incluso en ocasiones dudo -a no ser que mis padres, amigos o compañeros de todo pelaje me atosiguen con el patrónimo- del carácter de pertenencia que le damos a las ciudades en las que uno nació. Si ese es el hilo umbilical que nos une a los pueblos y al carné de identidad, no me parece justo ni equilibrado volcar toda la responsabilidad de tu persona en un único territorio.
Los escritores se inventan territorios míticos para poder ejecutar con más solvencia literaria sus ínfulas narrativas. Se valen de la mezcla que surge al mixturar vida, memoria, verdad y ficción. Para ello necesitan, como he dicho otras veces, la amplitud óptica de la lejanía y la distancia. Esta perspectiva, que se da en mi caso, nimba de cierta oquedad retrospectiva la visión cerrada y repetida de los ciudadanos que viven diariamente allí. Así que, en última instancia, cuando profundizo con exageración lírica y prosa perlada de arabescos innecesarios, quiero ofrecer el aroma de la visión atrofiada por la nebulosa del recuerdo, la mirilla de los arrabales de la cotidianidad y, en todo caso, el humo funambulesco del fumeteo que me traigo solo en el trópico. ¿Una calada?
(Ilustración: El estudio, Johannes Vermeer 1632-1675)

domingo, 21 de octubre de 2007

HABLADURÍAS

Acabo de levantarme y he llegado a la escritura imantado por una suerte de necesario arbitrio o de repentina dialéctica con las conversaciones que mantuve ayer por la noche en la intimidad. Las palabras no terminaron de evocar todo lo que quisieron presentarme y se han ido revolcando por el fango de mis sueños como un animalillo enloquecido, burlón y, ahora, pendenciero.
Hacía tiempo que quería escribir sobre esta necesidad de no escribir opiniones que, con más fuerza, cada día, me persigue y modifica. Porque las opiniones no dejan de sobar las ideas como saqueadoras de tesoros inencontrables. Hasta el hartazgo estoy de leer en los periódicos a los colaboradores mesiánicos que pretenden sentenciar con sus columnas la verdad de las relaciones políticas y, en algún caso, los modelos de vida social; a los voceros de la conciencia general que en las emisoras de radio instigan a los escuchantes a hacer la digestión con sus ideas a riesgo del empacho; a los viandantes que sin escrúpulos hablan a viva voz en los trenes, las cafeterías y supermercados apuntalando las conductas que todos deberíamos llevar, las ideas que todos tendríamos que elucubrar y las palabras que debieran envolvernos, cada mañana, en esa porción inasible de la realidad. Nunca nadie deja de decir lo que opina aun a pesar de su puro desconocimiento sobre el tema en cuestión.
Dado el caso, ya solo me queda –y aspiro, sobre todo- escribir sin opinión. No creo que mi opinión merezca aparecer en un soporte como un periódico semanal o, tan siquiera, en la página de una bitácora que visitan mis allegados. No creo en la letra que surge de una opinión, no me agrada escribir con la finalidad de intentar convencer a nadie. Al final son melodías insonoras que pasan al olvido, que terminan cuando son leídas en el acto y que no van más allá de la especulación. Esto, sinceramente, no me interesa en un punto. Me importa la ficción, la capacidad de conectar con el sustrato eterno que nos aproxima como especie para que así queden resonando las palabras hasta el finito día de la muerte, para que la opinión se convierta en alumbramiento que no necesariamente tiene que ser una verdad, sino que sólo aspira a dirimir en la conciencia el boceto que nos llega de nuestras vidas. Ése es el terreno que me importa, la ficción y sus arrabales más inexplorados, donde podamos encontrar de la mano –escritor, lector- esos ángulos muertos que la mera opinión nunca desgajará de sus potenciales argumentos.
Dice Muñoz Molina que no le apetece escribir con una opinión fija, que no pretende macerar sus artículos con el fin último de mover las visiones que se ofrecen sobre los asuntos más inmediatos, porque en la opinión va una porción de la realidad que no controlamos y que, como tal, merece la sospecha de no ser definitiva. El hombre es un demiurgo de las contrariedades, sólo puede vislumbrar un hueco de luz en su camino a la sustancia que lo compone y que le traza su naturaleza. Muñoz Molina prefiere el reportaje, el artículo escrito desde la escritura y no desde unos supuestos o intenciones partidistas o dictados de grupos de información o de simplemente, convicciones políticas que terminan atrofiando el alumbramiento de una conclusión necesaria para el conocimiento.
Creo en la dialéctica como método que deviene al trayecto de las verdades, pero una dialéctica en que los interlocutores sean responsables tanto de sus pareceres más conspicuos y evidentes como de aquellos a los que asoman por vez primera. No va en la opinión un tratado de filosofía cerrado, una hermenéutica de las cotidianidades, sino la respuesta análoga que se sustrae de la palabra. Justo ahí, en el seno de las palabras jamás dispuestas de esa forma, quisiera acomodarme y escuchar la flauta de Pan que dicte la costura de estas letras, generar un arte de la fuga que remiende las fisuras de lo que nunca se dijo y quedó en la memoria, de aquellos retazos del pasado que ya no nos pertenecen sólo a nosotros como individuos y de los que rescatamos, acaso, la mera insinuación abocetada de lo que es el hombre.

jueves, 18 de octubre de 2007

REGIONES

Comenzó como un brote de sarpullidos acompañados de una fuerte picazón por todo el cuerpo y terminó, la experiencia digo, como un carrusel de melancolías aunadas por la debilidad del hombre.
La reacción fue inmediata, supuse por la ligereza con que se propagó. Así que no tuve más remedio que salir del piso, dejar la biblioteca a solas, desacompañar a mis papeles de entonces y, por supuesto, abandonar la lectura que de un tiempo a esta parte vengo digiriendo. Siguieron las erupciones cutáneas propalando por mi epidermis la extraña sensación de una metamorfosis en vivo, de una transmutación de mi cuerpo a algo parecido a la piel de un reptil. Por unos instantes parecía que me estuviera invadiendo una posesión zoológica que no dejaba que mi cuerpo funcionara como es debido, ni que mi cabeza siguiera razonando como era costumbre. Una vez en el hospital, pude apreciar las erupciones que la muerte aguarda para nosotros: gente enferma y pálida como un saludo final. Sin embargo, y en la sala de espera, no paró de resonar en mis adentros las líneas que ratos antes había leído de Juan Benet en Volverás a Región. Recordé con una claridad meridiana las descripciones de esos páramos, veredas o cañadas reales inundados del solipsismo más tozudo y de una frigidez oceánica. Aún no logro recordar por qué aparecieron las líneas de ese libro en esos momentos, pero creo que rápidamente intenté atestiguar su presencia y relacionarlas conmigo dado el cambio de región en mi piel. Obviamente, no pienso que volver a la región que se dibujó en mis cueros sea una idea clarificadora, pero motivado por ello, comencé a contar el número de sarpullidos con la intención de encontrar un paralelismo entre “Región” y mi región efímera.
El esfuerzo fue en vano. Me aburrí pronto en la tarea, sobre todo porque era difícil mantener la concentración en esos estados febriles y, sobre todo, porque tampoco había hecho acopio de los lugares o veredas de la región benetiana. No era posible la comparación.
A pesar de la imposibilidad, del posterior pinchazo de la enfermera en mi trasero, el mareo repentino, la pastilla apaciguadora y la entrevista con el doctor, logré encontrar en esa suerte de analogía un alumbramiento. Supuse que si en un futuro me volviesen a brotar esas malditas erupciones cutáneas no lo harían por los mismos sitios y adquiriendo las mismas formas. A Región tampoco vuelve uno de la misma manera y por los mismos caminos. “Es cierto, el viajero que saliendo de Región pretende llegar a su sierra siguiendo el antiguo camino real – porque el moderno dejó de serlo- se ve obligado a atravesar un pequeño y elevado desierto que parece interminable”. Entendí que Benet nunca estuvo en Región y que ésta es solo producto de la ficción. Mis erupciones desaparecieron, ¿acaso no lo son, ficción digo, ahora en la memoria?
INFORMACIÓN SANLÚCAR (semanario) 20/X/2007
Ilustración, La memoria de Magritte

miércoles, 17 de octubre de 2007

BENETIANAS

"[...]apenas duermen y que - sin salir del refugio- lo oyen todo; ven en la noche y tienen, como todas las razas habituadas a la espera, un sentido de anticipación funeral del porvenir; pues ¿qué otra anticipación del porvenir que no sea la cita con la muerte cabe en esta tierra? "
Volverás a Región, Juan Benet

domingo, 14 de octubre de 2007

EL TODOPODEROSO

El pasado jueves, día 11 de octubre, tuvimos la oportunidad de escuchar en Sevilla al todopoderoso de los rostros, los corazones y las almas, esto es, Javier Marías. El encuentro estuvo jalonado por la presentación de la tercera parte, Veneno y sombra y adiós, de su última novela, Tu rostro mañana. Tras la presentación de Fernando Iwasaki -atinada, en concierto con la obra y arrojadora de luz-, tomó la palabra el propio Marías (he obviado las palabras liminares del decano de la Facultad de Filología por torpes, incongruentes y repetitivas). Confirmó Javier Marías ese don para dejar ebrios de verbo a los escuchantes; su modulación, sus periodos sintácticos, su selección léxica es de una precisión apabullante; tal así su capacidad natural de fabular al mismo tiempo sobre varios asuntos y envolverlos todos en la extrañeza del azar. En la foto aparece la sombra de Javier Marías, el veneno aflamencado de Iwasaki y el adiós de mi rostro.

viernes, 12 de octubre de 2007

¿ESPAÑA?

NO HACE falta que Rajoy protagonice un vídeo defendiendo el día de la Hispanidad ni que los adversarios políticos digan que ha cometido una brutalidad digna de otros tiempos para que me siga importando bien poco o casi nada eso de la patria, la nación y las banderas que los políticos predican desde sus atriles. Quiero decir que no me identifico con la idea de España que tiene el PSOE, pero eso no me lleva a afirmar que esté de acuerdo con la idea de España que mantiene el PP, más bien, si contra mi voluntad tuviera que situarme estaría más alejado del nacionalismo español que defienden los populares. Por eso mismo, porque son ideas y las ideas prefiero elucubrarlas en otro guiso y con otros aliños, entiendo que lo que propone Rajoy es un tipo de nacionalismo de la misma especie que los que crítica. Se trata, eso de lo español tal y como lo defiende Rajoy, de un macro-nacionalismo que engulle a otros nacionalismos, esto es, micro- nacionalismos. Como no comulgo con ningún tipo de identificación política y territorial, creo que eso de los himnos y de las madres ilegítimas que nos crecen cada año es una falacia intelectual a la que nadie, todavía, ha sabido darle forma cabal.
La España, esa España de la que hablan los políticos, ha sido una gran puta desde el principio de los tiempos en su suelo peninsular, así lo digo, y así me imanta una tierra. Por este motivo, por la fusión continua de razas que atraviesa nuestros genes, por el prodigio del paso de culturas milenarias por estos lares, debo confesar que si algo me agrada de todo esto de los días nacionales es la mezcolanza de una tribu impura, repleta de mixturas, prodigiosa por su incapacidad de identidad y única por su indudable antigüedad. De esta forma, si Rajoy quiere celebrar su día de la patria, no me parece una postura a la que le podamos reprochar algo. Ahora bien, ¿quién le ha dicho que “lo que todos sabemos”, eso que nos ha llevado a “esta situación”, proviene de una idea de España que nadie comparte?
El desaparecido Claudio Guillén tiene un libro titulado Múltiples Moradas. Este volumen comienza con un epígrafe en el que me he revolcado demasiadas veces: “El sol de los desterrados”. En él se cuenta una anécdota de Diógenes, el cínico. Se trata del famoso encuentro en Corinto de Diógenes con Alejandro Magno, quien se acercó a él y le dijo: “Pídeme lo que quieras”. Y Diógenes contestó: “No me quites el sol”. Pocas incidencias a lo largo de los tiempos demuestran de forma tan feroz cómo el hombre, desde sus inicios, ha evidenciado la necesidad de la libertad bajo el sol y el rechazo del poder y de las instituciones sociales a través de un jefe supremo. Así que me envuelvo en los versos de Brassens: “Cuando la fiesta nacional/ yo me quedo en la cama igual/ que la música militar/ nunca me pudo levantar”.
INFORMACIÓN SANLÚCAR (semanario) 13/X/2007

jueves, 11 de octubre de 2007

PREMIO NOBEL

Ya tenemos el nombre -de resonancias filosóficas- de la Premio Nobel de literatura de este año: Doris Lessing. Esta autora inglesa de origen iraní ha trabajado en literatura sobre las fuerzas que mueven las pretensiones feministas o los cruces de culturas. Su obra cumbre es El cuaderno dorado. De nuevo una autora premiada y que me hes desconocida, a pesar de que fue Premio Príncipe de Asturias en 2001.

miércoles, 10 de octubre de 2007

TESOROS

El léxico que configura la historia de una lengua está lleno de peculiaridades que van más allá de lo estrictamente filológico y que se empapa, además, de acontecimientos históricos, filosóficos, religiosos, etc. Si la lengua es el instrumento de que nos valemos para establecer las conexiones oportunas entre el concepto - o su percepción- y la forma real de ese concepto, también es el testigo de la historia de las mentalidades. Me refiero con esto a la trayectoria que han seguido ciertas palabras en nuestra lengua como "siniestro". De origen prerromano (algunos aventuran que vasco, concretamente), "siniestro" fue sustituida por el vocablo "izquierdo" porque la Iglesia tuvo a bien despejar todo tipo de dudas maniqueas que lo empacharon todo. Es decir, lo bueno se acopló al lado derecho y lo malo a lo izquierdo. Si tuviéramos espacio, tendríamos la oportunidad de hacer un repaso por la bibliografía antropológica que ha recogido todo tipo de simbología al respecto: en oraciones, iconografía, libros bíblicos, homilías, misales, etc. No en vano, Cristo está sentado a la derecha del padre, el buen ladrón estaba a la derecha, etc. En este sentido, el testimonio de uno de los diccionarios monumentales de nuestra lengua, el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias que se publicó en 1611, es de sumo interés. Su lectura es siempre un disfrute y una exploración por la mentalidad de quienes nos antecedieron. A continuación transcribo la entrada:
SINIESTRA cosa. La contraria a la diestra, y así decimos mano siniestra.

SINIESTRO. El vicio y la mala costumbre que tiene o el hombre o la bestia; y díjose siniestro principalmente por el zurdo, que las cosas que ha de hacer con la mano derecha las hace con la izquierda.

ZURDO. el que es más ágil de la mano izquierda que la mano derecha,siendo de ordinario al revés, que la mano derecha es más ágil. Ninguna mujer es zurda o ambidiestra.

PUESTAS EN ABISMO

"Pensamos en haber vivido lo que se vivió como si fuese un borrador, algo que puede ser transformado."
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"[...] Si el tema del Quijote es el del soñador que se atreve a convertirse en su sueño, mi historia será la del escritor que se atreve a vivir lo que ha escrito, en este caso lo que ha inventado [...]"
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"La vida, siempre tan importante. ¿O no? ¿No era eso lo que solía decirse? Me entraron de repente ciertas dudas. La vida, tan primordial. Lo repetí para mí mismo otra vez: La vida, tan primordial. tan esencial, añadí. La sangre y el hígado, tan fundamentales. Las dudas aumentaron. ¿Debía tener la vida un lugar tan preferente? Me dije que en realidad esa tensión entre literatura y vida ha sido desde el primer momento, desde Cervantes, el tipo de debate que ha desarrollado la novela. En realidad, lo que llamamos novela es ese debate."

"PORQUE ELLA NO LO PIDIÓ", EXPLORADORES DEL ABISMO, E. VILA-MATAS

lunes, 8 de octubre de 2007

RENACIMIENTOS

Para los que estén buscando una escapada a los museos ya tienen la excusatio non petita más idónea. El otoño comienza en Madrid con una exposición en el Thyssen que recoge más de doscientas obras del Renacimiento alemán entre pinturas, grabados, orfebrerías, etc. De entre todos los seleccionados destacan Lucas Cranach (1472-1553) y Alberto Durero (1471-1528), así que el acontecimiento merece la pena. La exposición se titula Durero y Cranach. Arte y Humanismo en Alemania. Con este título no hay quién se resista a viajar por eso que Emilio Lledó llama los surcos del tiempo.
(Adán y Eva por A. Durero)

jueves, 4 de octubre de 2007

LLAMAS

La radio termina por convertirse en una ventana que se asoma al discurrir del mundo, al asombro de las llamas rutinarias, al amontonamiento de faringes encendidas. Por eso, cuando encendemos la radio y la palabra comienza a edificar el mundo que se mueve, esparce y desordena, sentimos que formamos parte de algo que no conocemos, de un abismo inexplorado pero tácito, sin embargo, para los sentidos. Estos creen aprehender las formas exactas de los elementos, pero la aplicación de la duda trastoca toda certeza absoluta. La vida, como certeza absoluta no tiene nada que hacer, no tiene nada que ofrecer como axioma accesible y fragmentado.
La muerte, sin embargo, es como un cante de ida y vuelta que retoma todas las armonías que en un tiempo fueron las que formaron la vida. La muerte es una pintura cubista, un apremio para la perspectiva, que consigue aunar en un golpe rotundo de tierra el punto de fuga de los pinceles. La muerte es la cuerda que sostiene el violín, que procura todos los arpegios necesarios o superfluos, todas las posibles melodías que se precipitan en la mente. La muerte, ella sola, es una partitura en blanco, un acuífero de motivos húmedos para la nada, una congoja que no intuimos, una necesidad, para algunos, que no les basta, por irreconocible. Es un temor que nunca hemos sentido, una piedra solitaria que no vemos en el camino. La muerte, el envés de lo comprensible, por eso nos apabulla.
No debería nunca morir nadie como el agua de un arroyo abandonado por el hombre, no debería llegar la muerte con sus patas de caña y recogernos del asombro ante la finitud. Por eso, ya desde este momento, la muerte debe ser recogida con todos sus metales, con los sedimentos que otras muertes han depositado en nuestra memoria. Encontrar la sustancia eterna en la muerte es, ante todo, un acto de valentía; puede ser que un capricho de los sentidos, pero también una necesidad para incorporar la filosofía del límite, del abismo, a la tierra cercada de nuestras ilusiones. Hoy ha muerto un hombre, con él todos los hombres, acaso. Y quiero verme muerto sin rostro, sin nombre, como él, sin escrúpulos que nublen mi observación. Hasta en la radio la muerte deja su aroma de salina moribunda. La muerte tiene ahora una voz que fue compañera de muchas noches, una voz rotunda como el deshielo salvaje. No de otra forma abriré el acueducto verbal que es la radio, esperando la continuación de la vida; me conduelo de los astros y las estrellas, han perdido una voz que las alumbraba, como del rayo.
INFORMACIÓN SANLÚCAR, 6/x/2007
Post Scriptum: Anoche murió Carlos Llamas, excelso periodista de la Cadena Ser. El cáncer se lo llevó. Dirigía un programa llamado Hora veinticinco. Se retransmitía por la noche, a horas en las que uno planea, ingenuamente, donde guaradará el tesoro de sus días venideros.

miércoles, 3 de octubre de 2007

POLÍTICA LINGÜÍSTICA

La escritora Cristina Peri Rossi no volverá a participar en un programa de radio en Cataluña porque no habla catalán. Los dirigentes del medio de comunicación en que participaba esgrimen una justificación para tal efecto que se ampara en el acuerdo que desarrolló el tripartito, jalonado sobre todo por Esquerra, y que privilegiaba la participación en medios catalanes de participantes o colaboradores que hablaran catalán. Para los que quieran saber el menudeo del caso, les facilito un enlace que se obtiene en el nombre de la escritora en esta entrada. Pincha dos veces y leerás lo que ella misma explica.

martes, 2 de octubre de 2007

PARO BIOLÓGICO

Llevo unos días enredado entre la expresión “para biológico” y todas las posibilidades que de ella podemos obtener. Estrictamente, se usa “paro biológico” para hacer referencia a ese periodo de tiempo en que los marineros dejan de faenar en beneficio de que las especies se desarrollen en más cantidad. En definitiva, consiste en dejar que los inmaduros crezcan hasta alcanzar el tamaño adecuado para procurar la futura existencia de los mariscos y pescados en las mesas de los consumidores.
Me pareció oportuno darle un sentido fingido a la expresión llevándola al campo de los humanos. Por ello, solicité a mis neuronas que me extirparan de mi cerebro todos los sustentos semánticos que de la marinería se aposentaban en ella. El caso fue que me propuse hacer un estudio del paro biológico pero para los humanos, no para las bigotudas gambas. ¿Cómo recibiríamos un paro de este tipo nosotros, los que provocamos el paro? ¿En qué consistiría y qué finalidad o fuerza teleológica lo movería? ¿No hay paro biológico continuo en algunos países africanos? ¿ No será que estamos en un paro continuo y esta circunstancia nos incapacita para tomar conciencia del asunto?
Principié en mi mollera una imagen que venía a convocar la supuesta consecuencia de ese paro biológico en zonas en que opera la fuerza de la sinrazón. La franja de Gaza, Iraq, Israel, por ejemplo. Continué arañando a la palabra todos sus resquicios semánticos y conceptuales. Me hice preguntas: ¿qué responderíamos ante la masiva construcción de viviendas aladrilladas, afeadas y destructoras del patrimonio si parásemos las obras por unos meses? ¿No caeríamos en la cuenta de que estamos destruyendo el banco de recursos más poderoso que tenemos para la subsistencia, esto es, la memoria?¿ si en terriorio comanche parasen las guerras, qué cara se les quedaría a los soldados y dirigentes políticos? ¿Queremos convertirnos, acaso, en “replicantes” a la manera de Blade Runner?
Incluso si llevásemos estas premisas y elucubraciones al ámbito de las relaciones personales, ¿cuántas tonterías no rodean a las disputas familiares o entre amigos? ¿No será que les hace falta una parada y fonda para calibrar los lazos en su medida adecuada? ¿Qué sería de los medios de comunicación si parasen por unos meses de introducir mierda caliente en las mentes de los escuchantes y televidentes? ¿Serviría para algo esa parada; para interpretar los hechos teniendo en cuenta otros criterios ajenos a los suyos?
INFORMACIÓN SANLÚCAR (semanario) 29/IX/2007

lunes, 1 de octubre de 2007

RICADAS CERVANTINAS

EN El texto del "Quijote", Destino, (2006), en que Francisco Rico deja a las claras todos los pasos que el texto de Cervantes sufrió desde que salió de sus manos hasta nuestros días, se pueden leer aclaraciones y estudios sobre temas consabidos que, cuando menos, son sorprendentes y renovadores. Los comparto aquí.
"Del puro sentido común viene, pongamos, la confianza en que incluso "El Quijote" que se lee en las ediciones más desaliñadas responde en conjunto, a grandes trazos, a la voluntad del autor; pero de sentido común es igualmente que no podemos depositar esa misma confianza en todas y cada una de las palabras del texto en ninguna edición. ¿Quién nos dice que Cervantes no escribió "En una aldea de la Mancha" y el copista o el tipógrafo no lo alteró con un sinónimo? [...] Pese a todos los pesares de la opinión corriente, no es lícito conjeturar que el taller de Juan de la Cuesta manejara los manuscritos autógrafos del Quijote, porque tal proceder habría ido contra los usos y costumbres de la tipografía de la época, cuya regla para las primeras ediciones era que la imprenta trabajara con una transcripción realizada por un amanuense contratado al efecto.[...] El ingenioso hidalgo de la Mancha, el título de último minuto elegido por Cervantes con la obra básicamente acabada, no contiene el nombre de "Don Quijote", por imposible que parezca imaginar una cifra más ajustada del libro entero y aun de su papel en la historia de la novela".