miércoles, 19 de septiembre de 2007

"OCHOMILES"

Estoy escalando uno de los "ochomiles" de la literatura, El hombre sin atributos, -junto al Ulysses, de Joyce, En busca del tiempo perdido, de Proust, La montaña mágica, de Mann, El Quijote, de Cervantes, Las memorias de Ultratumba, de Chateaubriand, Tristam Shandy de Sterne, etc.- y, de pronto, como el surgimiento de una revelación poderosa, me encuentro con el verdor de una maravilla. El caso es que al término del capítulo en que dos personajes están enzarzados en una conversación sobre el cuerpo y los pensamientos, Robert Musil prosigue la novela de la siguiente forma: 68. "Digresión: ¿Debe la persona actuar de acuerdo con su propio cuerpo?", para, seguidamente, continuar así: 69. Diotima y Ulrich. Continuación. Sé que los ecos cervantinos y "sahndyanos" revolotean alrededor de estas apreciaciones de estructura narrativa, pero aun así, no dejan de sorpenderme y por eso las comento. No en vano, la mayoría de los títulos que presenta cada secuencia o capítulo son de un ingenio valleinclanesco, no me cabe duda ahora de que Cortázar bebió de estas aguas para subir al cielo de la Rayuela.

Sin embargo, la primera reacción que tuve al leer esa digresión dentro de otra digresión en referencia al cuerpo, fue abrir las páginas de "Posesión" en Ocnos de Luis Cernuda para rescatar de él lo siguiente:

"Mas para fundirse con el mundo no tiene el cuerpo los medios del espíritu, que puede poseerlo todo sin poseerlo o como si no lo poseyera.[...]No se lo reprochemos: el cuerpo, siendo lo que es, tiene que hacer lo que hace, tiene que querer lo que quiere. El cuerpo advierte que sólo somos él por un tiempo, y que también él tiene que realizarse a su manera..."

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